El rey Juan Carlos fue informado puntualmente de todos los atentados de los GAL

15 de Junio de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Juan Carlos Borbon 03

Tal y como publicamos ayer en Diario16, el rey Juan Carlos Iutilizó de manera habitual a los servicios de inteligencia para gobernar en lasombra y tener controlados a los respectivos gobiernos, principalmente el deAdolfo Suárez y el de Felipe González. Así se puede comprobar en el libro delcoronel Amadeo Martínez Inglés, Juan Carlos I. El último Borbón.

El rey recibía dossiers ultrasecretos y, cuando despachabacon los respectivos presidentes de Gobierno, gustaba de bromear con ellos. Enmedio de la reunión, en la que se hacía el ignorante sobre asuntos que conocíaa la perfección mientras el presidente de turno se lucía ante el rey, JuanCarlos de Borbón soltaba, siempre entre risas, bombas informativas de las queel jefe del Ejecutivo era absolutamente desconocedor. Al final de esosdespachos se producía el hecho que dictaba quién gobernaba realmente. Así lo explicaMartínez Inglés: «cuando su perplejo interlocutor todavía no se había repuestode la sorpresa inicial, Don Juan Carlos se permitía «proponerle», más comoamigo que como superior jerárquico institucional, la decisión o decisiones que,según él, un inteligente hombre de Estado debería tomar para reconducir lasituación de forma conveniente».

Entre esos dossiers se encontraron, según indica Martínez Inglés,dos documentos que tuvieron mucha importancia en el desarrollo político ysocial de España y que constituyeron uno de los capítulos más negros de lademocracia española: la guerra sucia de las cloacas del Estado contra la bandaterrorista ETA.

Martínez Inglés afirma en su libro que el rey Juan Carlosfue el primero que tuvo en sus manos, antes incluso que Felipe González, «la famosísimaActa Fundacional de los GAL, siniestro documento de «La Casa» que,tras el visto bueno de las altas instituciones de la nación, pondría en marchala reprobable e ilegal guerra sucia contra ETA en la primavera de 1983 y que sesaldaría con 28 asesinatos de Estado. De la misma manera que años antes, enjulio de 1979, sería también el rey el que primero tuviera en su despacho un documentomuy similar, confeccionado por el todopoderoso CESID de la época y con losmismos fines: el denominado Informe-Propuesta sobre la lucha antiterrorista,que en aquella ocasión sería rechazado con vehemencia por el Gobierno centristade Adolfo Suárez. En ocasiones puntuales, cuando la urgencia del asunto o suimportancia lo requerían, el fiel director del CESID informaba personal yexclusivamente al rey por teléfono (línea directa y con secráfono, porsupuesto), saltándose de ese modo a la torera cualquier condicionamientojerárquico y lealtad institucional. Asimismo, don Juan Carlos era receptorprivilegiado de la información sensible y reservada que generaban los centrosde Inteligencia de los tres Ejércitos».

Sin embargo, el rey Juan Carlos no sólo fue el primerconocedor de los documentos «fundacionales» de la guerra sucia contra ETA, sinoque, según el coronel Martínez Inglés, «antes, durante y después de cada una desus acciones terroristas tuvo a su disposición, como la obtuvieron, precisa yoportunamente, los más altos jerarcas del Ejército (los informes sobre las andanzascontra ETA de los pistoleros de la «democracia» española de los años 80llegaban puntualmente no sólo al Estado Mayor del Ejército sino hasta elmodesto escalón Brigada), toda la información que sobre estos grupos de justicieroscon licencia para matar generaban tanto el Centro Superior de Información de laDefensa como las Divisiones de Inteligencia de los tres Ejércitos, el EstadoMayor de la Defensa y, por supuesto, los órganos de Inteligencia delMinisterio del Interior y de la Guardia Civil», afirma Martínez Inglés en sulibro.

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