La Iglesia española da la espalda a los pobres

21 de Abril de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
Guardar
iglesia impuestos

¿No fue Jesucristo quien dijo aquello de que había que dar de comer alhambriento, agua al sediento, ropa al desnudo y casa y cuidados al sin techo yenfermo? Pues por lo visto aquello ya no vale. Los obispos están en contra del ingresomínimo vital que el Gobierno tiene previstoaprobar en mayo para que millones de familias españolas puedan escapar delhambre y la miseria tras la pandemia de coronavirus. Así de crudo y así deduro. Y no puede alegar la Conferencia Episcopalque la idea de Pedro y Pablo (los dos apóstoles del nuevo socialismo)sea cosa de peligrosos rojos bolivarianos, ya que hasta el papa Francisco se ha pronunciado a favor de que los Gobiernosconcedan esa renta básica como “medida permanente”.

No sabemos qué opinión tienen losobispos más conservadores acerca del SumoPontífice, ya que el pecado lo llevan por dentro, pero por la forma depensar de algunos purpurados del búnker eclesiástico español, Bergoglio debe ser algo así como unaespecie de espíritu maligno salido de la Teologíade la Liberación, un Antipapa rojo,un Gorbachov del catolicismoinfiltrado en Roma para derribar el muro que separa a los pobres de losricos, a los parias de la opulenta BancaAmbrosiana. Sea como fuere, el portavoz de la curia española, Luis Argüello, aseguró ayer en rueda deprensa que la paga básica que prepara el Gobierno Sánchez para los másvulnerables debe ser algo “coyuntural”: “En este momento, la renta básica ayudaa quienes se han quedado en paro, para quienes lo necesitan a través delinstrumento que parezca oportuno es indispensable. Pensar en una permanencia degrupos amplios de ciudadanos que vivan de manera subsidiada yo creo que nosería un horizonte deseable a largo plazo para el bien común”.

Subsidiados. Cuesta trabajo aceptarque para la curia española los pobres y los hambrientos, los desnutridos y los pariasque nada tienen, son simples “subsidiados”. No personas o seres humanos sino pensionados,subvencionados, vagos, gandules y zánganos aprovechados −tal como los consideraVox−. Las palabras de Argüello seindigestan como una hostia rancia y caducada, no solo porque va en contra detodas las enseñanzas que dejó El Maestro,sino porque atufa demasiado a lenguaje de capataz y mayoral, a verborrea de lasélites, a retórica económica supremacista. Calificar como “subsidiado” aalguien que necesita una renta mínima para comer, considerar a una persona sinrecursos económicos como un “subsidiado” −con una jerga despectiva propia de unpijo de La Moraleja, de un racistasocial o de un millonario yuppie−, esa todas luces una degeneración filosófica y moral. Duele tanto a los oídos quenos lleva a pensar qué ocurriría si Jesucristo retornara a la Tierra dos milaños después. Sin duda, echaría a latigazos del Templo a más de un fariseo y sepulcro blanqueado que debajo de lacasulla lleva un traje caro de alto ejecutivo marca Íbex35.

No, ninguna persona es ni puede seruna “subsidiada” sino un sujeto jurídico amparado y protegido por la Constitución Española del 78, un serhumano que tiene derecho a una vida digna y a unas condiciones básicas yelementales para sobrevivir porque así lo ordena no ya nuestra Carta Magna y la Declaración Universal de los Derechos Humanos (el gran catecismolaico en estos tiempos de decadencia religiosa) sino un  mínimo de decencia. Quizá monseñor Argüello havivido tanto tiempo aislado en la jaula del Palacio Episcopal, rodeado de oro y ornatos, que ya no ve la verdaddel mundo ni cae en la cuenta de que en este país, después de la peste de Wuhan, todos vamos a ser un pocosubsidiados, desde el trabajador que ha perdido su empleo hasta el autónomo o empresarioque se ha arruinado con su negocio. La epidemia va a dejar un mundo desubsidiados porque no habrá otra cosa, ni turismo, ni hostelería, ni bares paratomarse un vino y olvidar. Eso sí, los curas seguirán recibiendo su paguita mensualaunque las iglesias se vacíen por miedo al contagio. De alguna manera, tal comoocurre desde hace dos milenios, seguirá habiendo subsidiados de primera ysubsidiados de segunda.

Cada día que pasa parece más evidenteque el revisionismo histórico de la extrema derecha ha calado también en la Iglesia católica en forma derevisionismo evangélico y lo que ayer eran SagradasEscrituras y la palabra del Señor(mayormente ayudar al prójimo) hoy es un manual económico neoliberal, juegoretórico, reinterpretación y cálculo político. Algunos obispos hace tiempo quedejaron de ser ministros de Dios para reciclarse en asesores económicos delgran capital y la derecha, expertos contables que siguen religiosamente la“vox” de su amo. Pues amén.   

Lo + leído