Lo ha dicho el New York Times. Estados Unidos ha dejado de ser una democracia. Jueces represaliados, inmigrantes encarcelados sin el más mínimo respeto a los derechos humanos y la última: Trump quiere derogar el habeas corpus, un procedimiento legal que garantiza una defensa plena a cualquier detenido. Cada día, el magnate neoyorquino da un paso más hacia la autocracia. Incluso ha llegado a preguntarse por qué tiene él que respetar la Constitución. Por no hablar de sus deseos de presentarse a un tercer mandato, algo prohibido por la ley.
La prensa libre ha movido ficha. El consejo editorial del diario estadounidense Times ha publicado diversos editoriales que describen al presidente republicano como una amenaza para la democracia e incapaz de ejercer el mando. “Ya conocemos a Donald Trump. Intentó pervertir unas elecciones”, alega el rotativo.
“Miente sin límite. Trump usará el Gobierno para perseguir a sus oponentes, desatar el caos entre los pobres, la clase media y los empresarios”, añadió el consejo editorial.
“¿Cómo sabrán los estadounidenses cuándo hemos perdido nuestra democracia? El autoritarismo es más difícil de reconocer que antes. La mayoría de los autócratas del siglo XXI son elegidos. En lugar de reprimir violentamente a la oposición como Castro o Pinochet, los autócratas de hoy en día convierten las instituciones públicas en armas políticas, utilizando la aplicación de la ley, los impuestos y las agencias reguladoras para castigar a los opositores e intimidar a los medios de comunicación y a la sociedad civil”, asegura el periódico. “A esto lo llamamos autoritarismo competitivo: un sistema en el que los partidos compiten en las elecciones, pero el abuso sistemático del poder del titular inclina la balanza en contra de la oposición. Así es como gobiernan los autócratas en la Hungría, India, Serbia y Turquía contemporáneas y como Hugo Chávez gobernó en Venezuela”, añade un articulista del diario.
“El descenso al autoritarismo competitivo no siempre hace saltar las alarmas. Dado que los gobiernos atacan a sus rivales a través de medios nominalmente legales, como demandas por difamación, auditorías fiscales e investigaciones con fines políticos, los ciudadanos suelen tardar en darse cuenta de que están sucumbiendo a un régimen autoritario. Después de más de una década de gobierno de Chávez, la mayoría de los venezolanos seguían creyendo que vivían en una democracia”.
“Los críticos de Donald Trump han vuelto a hacer sonar alarmas sobre impulsos autoritarios que observan en el presidente de Estados Unidos. Las acusaciones de que Trump se comporta como un líder sin contrapesos resurgieron durante el juicio político al que lo sometió la oposición demócrata, y sobre todo después que fuera absuelto el mes pasado”, aseguraba Gerardo Lissardy para la BBC ya en el año 2020.
Trump se libró de los cargos de abuso de poder y obstrucción del Congreso que enfrentaba en el impeachment con un respaldo casi monolítico de los senadores de su Partido Republicano (solo uno, Mitt Romney, votó por condenarlo).
Luego surgieron otras controversias, ya sea por una barrida o purga de funcionarios gubernamentales percibidos como desleales al presidente (incluidos testigos del juicio político), o por la afirmación de Trump de que tiene el derecho legal de intervenir en casos penales en el Departamento de Justicia.
El diario The New York Times afirmó en un editorial que el presidente, “con su naturaleza autoritaria”, carece de respeto por los principios de las democracias liberales basados en el Estado de derecho, mientras que Ishaan Tharoor, reportero de The Washington Post, escribió que “el estilo autoritario de Trump está rehaciendo a Estados Unidos”.