Rubalcaba dimitió y convocó unas primarias para la elección por parte de la militancia de un nuevo secretario general que intentara cerrar el boquete por el que se estaba yendo el apoyo al proyecto socialista. Tras la recogida de avales, quedaron tres candidatos: José Antonio Pérez Tapias, representante de la corriente Izquierda Socialista,Eduardo Madina, el joven dirigente vasco, y un joven y desconocido político, Pedro Sánchez. Los tres candidatos hicieron campaña por todo el territorio nacional. Uno de los tres jugaba con ventaja porque ya había hecho ese mismo recorrido por las agrupaciones durante varios meses antes de que se convocaran las primarias. El día 7 de julio de 2.014 se celebró un debate entre los tres candidatos, un debate correcto con propuestas, con alguna pulla cariñosa, pero con una sospecha que quedó flotando en el aire: sorprendió el constante uso de la primera persona del singular de Sánchez frente a los otros dos que utilizaban la del plural. Por otro lado, también fue muy chocante que Sánchez hiciera propuestas más propias de una campaña electoral que de un proceso de primarias porque iban orientadas hacia una acción de gobierno. Incluso tuvo que soportar los reproches de sus compañeros de debate por este asunto.Sus primeros meses generaron ilusión tanto en la militancia como en la base electoral socialista, ilusión que se fue diluyendo con errores de quien piensa que es un líder pero no lo es
Finalmente, los militantes decidieron libremente que Pedro Sánchez fuera el secretario general del Partido Socialista. Los resultados fueron contundentes:Susana Díaz tal vez pensó que apoyar a Sánchez le daría el control del partido desde la sombra
- Sánchez: 62.490 votos
- Madina: 46.439 votos
- Pérez Tapias: 19.384 votos
Los inicios de su secretaría general fueron muy esperanzadoresLos inicios de su secretaría general fueron muy esperanzadores. La credibilidad del PSOE estaba en mínimos. El daño causado por las medidas económicas de Zapatero no se olvida de un día para otro, aunque fueron una nimiedad si las comparamos con las impuestas por Rajoy y su Gobierno. La falta de credibilidad por la oposición «light» de Rubalcaba junto a la poca actividad provocada en la calle y su mesura en temas que están en el ideario socialista como, por ejemplo, la consulta para definir la Jefatura del Estado le iban alejando de la ciudadanía. Por tanto, la principal misión de Sánchez era volver a acercar al partido a una ciudadanía que le estaba dando la espalda. Sus primeras medidas fueron acertadas, como, por ejemplo, elegir a una Ejecutiva formada por gente que no tenía un pasado relevante en la política española ni habían tenido responsabilidades de poder. Por otro lado, y con el afán de acercarse de nuevo al pueblo, se crearon las «Asambleas Ciudadanas». Había que recuperar la calle, había que exponer propuestas a los ciudadanos y rendir cuentas con ellos. Hubo quien dijo que se copiaba el modelo del 15M. Tal vez fuera así, pero lo que quedaba claro es que había que ir hacia un sistema por el que el partido se acercara a quienes estaban sufriendo las medidas del PP. Estas asambleas eliminaban cualquier filtro entre la clase política y los ciudadanos, cualquiera podía participar y exponer sus propuestas, sus problemas o sus críticas sin ninguna cortapisa al interlocutor correspondiente, ya fuera un dirigente local, autonómico, un parlamentario o el propio Pedro Sánchez. Era una iniciativa interesante porque cualquiera podía debatir con cualquiera, podía plantear sus problemas a quienes con los parámetros de la política que hay que cambiar sólo podían ver en la televisión, en fotos en la prensa o escuchar por la radio. Todo el mundo podía hablar, fuera o no fuera militante del partido. Todos. Las encuestas daban la razón a Sánchez porque el PSOE recuperaba terreno al PP y se mantenía a distancia de Podemos. Hubo otros elementos que hicieron despertar la esperanza en el socialismo español: la propuesta de una España federal para contrarrestar el desafío secesionista catalán, la orden de voto negativo a la investidura a Junker a pesar del voto favorable de todo el grupo socialdemócrata del Parlamento Europeo, la implantación de un severo Código Ético contra la corrupción y la presentación de 30 medidas como Proyecto de Ley, los duros enfrentamientos con Rajoy en la tribuna del Congreso que lo diferenciaban de la laxitud de Rubalcaba y la presencia en los medios de comunicación no sólo en los programas políticos sino en otros de entretenimiento. Fueron unos meses de esperanza en los que el PSOE parecía remontar, sin embargo, llegó la precampaña para las municipales y las autonómicas de mayo de 2.015. Ahí fue donde Sánchez se quitó la careta.
Hay tres conceptos que definen a la perfección tanto a Pedro Sánchez como al modo en que comenzó a gestionar el partido desde el mes de enero de 2.015: egocentrismo, narcisismo y culto a la personalidad. A la valoración excesiva de la propia personalidad que lleva a una persona a creerse el centro de todas las preocupaciones y atenciones se le llama egocentrismo. A la admiración excesiva y exagerada que siente una persona por sí misma, por su aspecto físico o por sus dotes o cualidades se le llama narcisismo. A la adoración y adulación excesiva de un líder político vivo y unipersonal se le llama culto a la personalidad. Como puede comprobar el lector hay algo en común en estas tres definiciones: la palabra «excesiva». Unas semanas antes de ser defenestrado Tomás Gómez denunció que toda la cartelería y merchandising electoral que se recibió en la sede del PSM estaba presidida por la imagen de Pedro Sánchez en vez de por el candidato a la Comunidad de Madrid.A partir del mes de enero de 2.015 Pedro Sánchez y su fiel escudero César Luena comenzaron a aplicar una estrategia más propia de una dictadura que de un partido que sólo unos meses antes había dado un ejemplo de democracia interna al iniciar purgas e intervenciones en agrupaciones y federaciones críticas. No se respetaron los resultados de las primarias cuando lo que eligieron los militantes iba en contra de los intereses del secretario general o no incluía a las personas más afines a él. Una frase lo resume todo: «Las primarias son una mera distracción para la militancia y su voto no sirve para nada porque la decisión final a la hora de elegir un candidato corresponde en exclusiva a los 311 miembros que componen el Comité Federal». Este pensamiento, desde un punto de vista democrático, es terrible. Es como si un Jefe de Estado afirmara sin rubor alguno que las Elecciones Generales son una mera distracción para los ciudadanos y que su voto no tiene valor alguno porque la decisión final la tiene ese Jefe de Estado o un Comité de asesores. Sin embargo, la frase fue pronunciada en un juzgado madrileño por la representación legal de Ferraz. Todo el mundo sabe que cuando alcanza el poder de una organización una persona pagada de sí misma las bases dejan de existir y se suele pasar a un régimen personalista donde sólo se hace lo que el líder quiere o impone. Desgraciadamente eso es lo que ocurrió en el PSOE. Se pasó en dos años de ser un ejemplo de democracia interna al personalismo puro y duro. Daba la sensación de que si Pedro Sánchez no hubiera nacido el Partido Socialista no existiría.toda la cartelería y merchandising electoral que se recibió en la sede del PSM estaba presidida por la imagen de Pedro Sánchez
El personalismo de Pedro Sánchez y de su escudero César Luena derivó en actitudes autoritarias al no respetar las decisiones de la militancia. Impactante fue la decisión de intervenir a la federación madrileña e imponer una gestora dirigida por, precisamente, los críticos con el Secretario General del PSM. Tras el asalto se llegó aún más lejos en el autoritarismo y en las actitudes dictatoriales al imponer a un candidato para la Comunidad de Madrid sin contar con la militancia, amordazándola. Se hizo un paripé de consulta oral en las agrupaciones, pero fue una consulta sin ningún tipo de control ni garantías ya que no había ni censos, ni registros. Luena afirmó en rueda de prensa que esta decisión se tomaba por varias razones, entre las que destacó que Gómez podría tener problemas judiciales por la gestión en la construcción del Tranvía de Parla. Eran excusas falsas, tal y como se demostró en julio de 2.016, porque Tomás Gómez no tuvo ninguna responsabilidad ni penal ni contable. A día de hoy Pedro Sánchez no le ha pedido disculpas aún. Ni Luena, por supuesto. La razón de esta destitución no fue otra que la negativa del secretario general del PSM a someterse a los caprichos de Sánchez. Pedro Sánchez no podía aceptar que alguien no se sometiera a su voluntad y lo cesó. En el PSOE mandaba él y fue el propio César Luena quien lo dejó bien claro: «el PSOE está dirigido por la Dirección Ejecutiva Nacional, que es quien manda, Pedro Sánchez» utilizando los mismos argumentos que se daban durante el franquismo cuando se afirmaba en España mandaba el Caudillo y nadie más. Ejemplos similares a los de Madrid se tuvieron y se tienen constantemente en este PSOE. ¿Por qué quien fue elegido democráticamente por la militancia se salta a la torera lo que eligen las bases cuando no se ajustan a sus intereses? Porque Pedro Sánchez sólo tiene una prioridad: Pedro Sánchez.«Las primarias son una mera distracción para la militancia y su voto no sirve para nada porque la decisión final a la hora de elegir un candidato corresponde en exclusiva a los 311 miembros que componen el Comité Federal»