Sorprendentemente Carlos Alcaraz es un tenista en crecimiento. Me doy cuenta mientras veo su partido de octavos de final contra Luca Nardi en Cincinnati.
Tiene cinco Grand Slam en la cartera y resulta que es un tenista que está en proceso de crecimiento. ¿A dónde puede llegar este chaval? En un principio puede decirse que al cualquier sitio, pero el futuro es imprevisible, incluso para los superdotados o los genios.
Una gran suerte que ha tenido Carlos Alcaraz, aunque puede parecer lo contrario, es haber coincidido en el tiempo con Jannik Sinner, si no se hubiese encontrado con un rival de casi su misma talla probablemente ahora estaría relajado y no necesitaría seguir creciendo.
Djokovic le sirvió como primera referencia para hacerse enorme, a don Carlitos. Pero Djokovic se acababa y puede verse ahora cómo se está acabando por completo. Y por eso Sinner ha sido un regalo para el Mito del Palmar.
Todos cruzamos los dedos con la esperanza de ver una final en Cincinnati entre el italiano y el español. Una final que sería la antesala de otra final en el siguiente Grand Slam, el último de la temporada: el Abierto de los Estados Unidos.
Y los seguimos dejando cruzados a ver si tuviéramos la suerte de que los narradores de los partidos en el Open USA que juegue don Carlitos vuelvan a ser Mielgo y Carretero, nuestros indiscutibles favoritos.
En el partido contra Nardi la actitud de Carlos Alcaraz no dejaba duda. Todos sus gestos y golpes decían lo mismo: estoy dispuesto a comerme a cualquiera que se me ponga por delante.
Y es evidente que puede hacerlo.
Vamosss, don Carlitos.
Tigre Tigre