El New York Times se hace eco de la vergüenza de oposición que hacen Vox y PP a cuenta de la epidemia

04 de Mayo de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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La vergüenza de oposición quetenemos en España ha llegado al TheNew York Times. Las bravuconerías de Pablo Casado y los bulos de Santiago Abascal han sido analizadospor los periodistas del prestigioso diario norteamericano. En el civilizadomundo occidental, donde todos por encima de sus ideologías políticas cierranfilas cuando llega un momento de gran catástrofe nacional, no se entiende queen aquel pequeño país del sur de Europa llamado España unos y otros se lancen los muertos a la cabeza en unespectáculo propio de gente prehistórica, cainita, sin civilizar. 

España, una vez más, ha dado lanota en medio de una tragedia de dimensiones colosales y eso no ha pasadodesapercibido para el rotativo neoyorquino. En un extenso artículo, el Times entra a analizar la situación deEspaña en la crisis del coronavirus y se pregunta cómo puede ser que mientrasningún país del mundo puede certificar con seguridad cuántas personas hanmuerto en la pandemia, en España el debate político está teniendo una “singularferocidad”. El artículo, bajo el títuloContando cuerpos y buscando responsables mientras aumentan los muertos enEspaña por coronavirus, asegura que “al igual que en muchas naciones entodo el mundo que intentan medir el número de víctimas de la pandemia, Españaestá comprobando que sus cifras son poco fiables”. Y añaden los analistasnorteamericanos: “Pero en una sociedad políticamente fragmentada, la confusiónha llevado a recriminaciones y reclamos siniestros, con políticos de laoposición acusando al frágil Gobierno de coalición de encubrir los númerosreales”.

Los reporteros afean el estilo dePablo Casado, que llegó a asegurar en el Congresode los Diputados que “los españoles merecen un Gobierno que no les mienta. Díganossi es cierto que el número real de víctimas podría duplicar las cifrasoficiales”.

Pero las críticas de The New York Times no se quedan solo en el principal líder de la oposición del Partido Popular, sino que van dirigidas también contra la ultraderecha de Vox, que en medio de la pandemia y de la tragedia nacional se ha dedicado a propagar infundios, bulos y fake news mientras cientos de compatriotas morían en los hospitales. El extraño patriotismo de psiquiátrico de esta gente no ha sido ajeno ni siquiera en un país gobernado por el demagógico, inculto y populista millonario Donald Trump, donde deberían estar curados de espanto ante políticos desalmados y arribistas. En esa línea, el Times recuerda que la semana pasada Vox llegó a publicar en las redes sociales una foto manipulada de la Gran Vía de Madrid repleta de ataúdes cubiertos por banderas españolas. Una auténtica infamia que quedará para la historia y que Vox jamás podrá borrar de su triste expediente. “Oficialmente, el número de muertos en España, que sigue siendo uno de los más altos del mundo, se acerca a los 20.000. Pero hay evidencia de que podría ser mucho mayor, con muchas muertes, especialmente en hogares de ancianos, no clasificadas adecuadamente como derivadas del coronavirus”, asegura el rotativo norteamericano.

“En España, el Gobierno central dice que tuvo que depender de los números proporcionados por las administraciones regionales que administran los hospitales públicos del país”, añade el demoledor artículo, que llama la atención sobre el macabro juego de buscar culpables en el que han caído los líderes regionales de las derechas españolas, entre ellos la madrileña Isabel Díaz Ayuso o el de Extremadura, José Antonio Monago, quien ha espetado que el Gobierno trata de “ocultar el número real” de víctimas por coronavirus.

Mientras alrededor del 88% de los españoles quieren que los políticos dejen de lado sus diferencias durante la emergencia sanitaria nacional (según encuestas del CIS), sus políticos de la derecha siguen a la gresca, obsesionados con derribar a Sánchez en medio de un cementerio de infectados. Esa es la oposición intransigente y fratricida que tenemos. Una enloquecida banda de charanga y pandereta que no parará hasta entrar en la Moncloa, a bombo y platillo, sobre los cadáveres de miles de muertos.

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