En un momento de creciente tensión en Oriente Próximo, con miles de muertos y una crisis humanitaria desbordada, donde la mayoría de los asesinados son niños y niñas, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha vuelto a ofrecer su respaldo incondicional a Israel.
Lo que comenzó como una declaración en defensa de su derecho a protegerse ha escalado a una férrea defensa de los bombardeos en Gaza y Líbano, que ya han cobrado la vida de más de 40.000 personas, entre ellas un número alarmante de mujeres y niños. Este respaldo ha suscitado tanto apoyo como indignación, en especial cuando sus comentarios se producen en un contexto de creciente repudio internacional hacia las acciones militares de Israel.
El discurso de la "autodefensa" israelí
Ayuso ha sido clara: Israel tiene derecho a defenderse. En su discurso reciente, afirmó que no se puede pedir a Israel que ponga fin a las amenazas de Hamás o Hezbolá “con flores”. A ojos de la presidenta madrileña, la respuesta israelí está justificada ante lo que considera un ataque existencial contra el pueblo judío. En este sentido, Ayuso ve en Israel un ejemplo de cómo las democracias deben actuar frente a las amenazas terroristas.
Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen es: ¿a qué coste? Mientras Ayuso elogia a Israel por su determinación y resistencia, los informes sobre bombardeos indiscriminados, la destrucción de infraestructuras civiles esenciales, y la muerte de miles de civiles inocentes, incluidos niños, siguen llegando. Las imágenes de devastación en Gaza y Líbano han generado repudio a nivel internacional, pero en los discursos de Ayuso, estas cifras parecen ser una consecuencia desafortunada, aunque inevitable, de la lucha contra el terrorismo.
Una democracia en la cuerda floja
Ayuso ha ido más allá en su defensa de Israel, sugiriendo que su democracia es un ejemplo para España. Ha destacado que, a pesar de estar bajo constante ataque, Israel ha logrado mantener un sistema democrático robusto y un ejército que, según ella, incluso admite críticas internas. Pero este argumento ha sido objeto de controversia, sobre todo cuando se enfrenta a la realidad de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, está bajo la amenaza de una orden de arresto internacional por crímenes de guerra.
La presidenta madrileña parece pasar por alto los señalamientos internacionales de violaciones de derechos humanos por parte de Israel, centrando su discurso en la narrativa de la autodefensa. Para Ayuso, la democracia israelí no solo es un faro en Oriente Próximo, sino también un espejo en el que España debería mirarse, haciendo referencia a los debates internos en Israel sobre reformas judiciales. Sin embargo, muchos se preguntan si una democracia que perpetra ataques que han provocado la muerte de miles de civiles puede realmente ser el modelo a seguir.
Silencio ante las víctimas civiles
Uno de los aspectos más criticados de la postura de Ayuso ha sido su silencio respecto a las víctimas civiles. Mientras otros líderes mundiales, como la ONU y organizaciones humanitarias, han pedido un alto el fuego inmediato para evitar más muertes de inocentes, Ayuso ha centrado su discurso en la seguridad de Israel y la amenaza del terrorismo. No ha habido ninguna mención a los miles de niños muertos en Gaza ni a las familias palestinas que han perdido todo en los bombardeos.
Este silencio resulta ensordecedor para muchos. Si bien la seguridad es un tema crucial, la falta de empatía hacia las víctimas civiles palestinas y libanesas ha generado una ola de críticas tanto en España como en el extranjero. Para sus detractores, Ayuso está priorizando una postura ideológica sobre la vida humana, ignorando la gravedad de la crisis humanitaria en los territorios ocupados.
El contexto de la ocupación y la resistencia
Es imposible analizar la situación actual sin tener en cuenta el contexto histórico. Desde 1948, el conflicto entre israelíes y palestinos ha estado marcado por la ocupación, los asentamientos ilegales y una serie de guerras que han desangrado la región. El bloqueo a Gaza ha sido descrito como una "cárcel a cielo abierto", donde dos millones de palestinos viven en condiciones deplorables, sin acceso a servicios básicos como electricidad, agua potable o atención médica.
En este contexto, Hamás y Hezbolá han surgido como movimientos de resistencia, aunque su uso de la violencia y los atentados terroristas haya sido condenado por la comunidad internacional. Para Ayuso, sin embargo, la narrativa es clara: Israel está bajo ataque, y su respuesta es legítima, incluso cuando esta se traduce en la muerte de miles de civiles.
Una defensa que genera división
La postura de Ayuso no solo ha generado controversia en el ámbito internacional, sino también dentro de España. Sus declaraciones han sido recibidas con indignación por sectores de la izquierda y organizaciones de derechos humanos, que ven en sus palabras una justificación de la violencia estatal y una insensibilidad hacia la crisis humanitaria que vive Palestina. En contraste, sectores conservadores y proisraelíes han aplaudido su valentía por defender lo que consideran una postura necesaria en un mundo cada vez más polarizado.
El debate sobre la relación entre España e Israel no es nuevo, pero las recientes declaraciones de Ayuso lo han elevado a un nivel más visceral. Al equiparar la situación en Oriente Próximo con un posible escenario en Europa, la presidenta de Madrid está trazando una línea divisoria entre quienes apoyan el derecho de Israel a defenderse y quienes ven sus acciones como un uso desproporcionado de la fuerza.
¿Es este el camino hacia la paz?
A pesar de la firme postura de Ayuso, la pregunta que sigue en el aire es: ¿puede la violencia ser la solución? Mientras miles de civiles inocentes siguen muriendo en Gaza y Líbano, la posibilidad de una paz duradera parece cada vez más lejana. Los llamados internacionales a un cese al fuego han sido ignorados tanto por Israel como por Hamás, y la comunidad internacional parece incapaz de encontrar una solución que no implique más derramamiento de sangre.
La defensa incondicional de Israel por parte de Ayuso refleja una visión del conflicto que se centra en la seguridad y la autodefensa, pero ignora el sufrimiento humano que este conflicto ha causado durante décadas. En lugar de buscar un camino hacia la reconciliación, sus palabras parecen endurecer aún más las posturas en un conflicto que ya ha cobrado demasiadas vidas.