Isabel Díaz Ayuso está claramente focalizada en la política nacional, por lo que aprovecha cualquier ocasión para atacar al gobierno central y a Pedro Sánchez. Hoy, en la sesión plenaria de la Asamblea de Madrid, donde se deberían tratar temas relacionados con la gestión del gobierno regional, Ayuso ha aprovechado las preguntas de la oposición sobre temas madrileños para dar la vuelta a la tortilla y focalizar sus respuestas en clave nacional.
Nuevamente, en algunos elementos de su discurso, Isabel Díaz Ayuso ha expuesto elementos razonables, que han quedado nublados por la hipérbole, la exageración y, en el caso de hoy, una ironía mal utilizada.
El portavoz del PSOE-M, Juan Lobato, ha afirmado que desde que Ayuso gobierna, la deuda de la Comunidad ha pasado de 16.000 a 36.000 millones de euros que, según el socialista, no han servido para nada porque «usted no arregla nada». «Duplica la deuda solo para una cosa, para los regalos fiscales que hace al 0.2% de la población. ¿Sabe cuánto costaría subir 300 euros el sueldo a 50.000 profesores? 200 millones de euros. ¿Sabe cuánto pagamos los madrileños por los regalos fiscales que da usted a 13.000 millonarios en Madrid? 1.200 millones. Se gasta usted 6 veces más en regalos fiscales que lo que costaría dar sueldos dignos a los profesores», ha añadido.
Lobato ha acusado a Ayuso de no tener ninguna propuesta de financiación autonómica, a pesar de que Madrid es la región más rica de España.
La respuesta de la presidenta madrileña ha sido la esperada. «Usted me proponía un pleno como técnico de Hacienda. Yo le voy a proponer un pleno contra la censura como periodista, y vamos a hablar de todo lo que está ocurriendo en este país, de cómo están yendo contra la prensa, van a decidir desde el Gobierno qué son noticias tendenciosas, quién es buen o mal periodista. No se celebran debates del Estado de la Nación, no se sabe ni siquiera lo que cobran los altos cargos del CIS, pero van a meter la mano a las empresas, a las empresas audiovisuales, a sus directivos, a los periodistas, para amedrentarlos, para perseguir a jueces y a medios de comunicación, que es lo que idearon durante los cinco días del amor en La Moncloa. Y eso es lo que va a venir también aquí a repercutir. Miren, llevan tres jefes de gabinete, cinco delegados del Gobierno, cinco cambios en la Guardia Civil y 41 ministros. Le aseguro, va a haber un cargo para usted, tranquilo. Pero yo lo que le pido, sobre todo, es que sea valiente, porque usted no es un criminal y, por tanto, está sentenciado en el sanchismo. Le pido que sea valiente y que mire lo que está haciendo Lambán, lo que ha hecho Leguina, lo que ha hecho Felipe González y lo que han hecho tantos socialistas que han estado a la altura en los momentos más difíciles. Porque usted, al menos, cuando pase a la historia de la Comunidad de Madrid, la gente podrá decir en esta región ‘sí, pero peleó por España y por Madrid’. Ahí le dejo el Consejo».
Nuevamente, Ayuso tiene razón en muchas de las cosas que dice, pero su hiperbolismo y su trumpismo la pierden. Mezclar conceptos para terminar en el ataque frontal contra el gobierno central no es luchar por los madrileños. Sus políticas son nefastas, tal y como demuestran las cifras y las gravísimas consecuencias que se ha visto en otros países con economías más fuertes que tienen esas políticas ultraliberales. Sin embargo, para Ayuso, la responsabilidad es del gobierno central.
Esa es la cuestión. Su estrategia de choque frontal contra Pedro Sánchez, que en muchos casos ya roza la obsesión, le quita toda la razón cuando la tiene. Pedro Sánchez puede ser el peor presidente de la historia de la democracia española, y eso que tenía el listón muy alto, pero, a día de hoy, no es un criminal. El sanchismo y el Partido Sanchista podrán ser movimientos sectarios que han perdido la capacidad de crítica interna por la sumisión absoluta impuesta por el líder, pero no es un movimiento criminal. El modo de gestionar el liderazgo de Pedro Sánchez es autoritario, de eso no cabe duda y las purgas ejecutadas durante años así lo demuestran, pero de ahí a calificarlo de criminal y colocar a Lobato en una situación muy difícil dentro de su partido es injusto, sobre todo para un político que siempre ha mostrado mesura, coherencia, buena educación y capacidad de buscar consensos desde el acercamiento, no desde la imposición. Realizar una acusación de este tipo, como también hace de manera recurrente Donald Trump contra sus oponentes y adversarios, anula la racionalidad que pueden tener los argumentos expuestos.