Cuando era una Diada

12 de Septiembre de 2018
Actualizado el 18 de septiembre de 2024
Guardar
Diada Cataluña

Esto no es un medio nacional ni catalán, esto es Diario16, libre e independiente. Por esta razón, viendo los acontecimientos que se están desarrollando en el día de hoy en Cataluña, es menester recordar los tiempos no tan lejanos en que la Diada era la fiesta de todos los catalanes y de todos los que viven en Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona, aunque no hayan nacido allí. Cataluña no es lo que están mostrando hoy, Cataluña es algo más que ha demostrado a lo largo de toda su historia. Los catalanes, con las peculiaridades de cada cual, siempre han sido un pueblo que ha acogido con los brazos abiertos a todo aquel que llegaba en busca de una vida mejor. En Cataluña jamás se preguntó de dónde venía cada cual. Por eso la división social existente desde hace unos años se hace más notoria en un día como el de hoy. Hubo un tiempo no muy lejano en que la Diada era para todos los catalanes. En 1.976, cuando no había pasado ni un año de la muerte de Franco, Miquel Roca dijo que «Cataluña somos todos. Somos todos los que luchan y trabajan por Cataluña y por su libertad. Cataluña ha sido siempre avanzada en la lucha por las libertades democráticas. En este largo proceso hemos contribuido activamente, decididamente y de manera decisiva en la lucha por las libertades democráticas de todos los pueblos del Estado Español. Por esto, luchar por Cataluña ha sido siempre la expresión de un combate por la democracia». En este discurso se encerraban todas las esencias de la unidad del pueblo catalán en su Diada. La democracia fue pasando y durante los años de gobierno de CiU, con personajes como Jordi Pujol o Josep Antoni Duran i Lleida, en los que la fiesta nacional catalana se convertía en una fecha de reivindicación, pero no de fractura social ni de enfrentamientos. Una Diada para todos, nacionalistas, independentistas y españolistas. Los gobiernos fueron pasando y el mayor paso dado en la historia de Cataluña en lo referido a la autonomía, la tradicional reivindicación catalana —recordemos a Cambó, por ejemplo—, ocurrió durante el gobierno de Pasqual Maragall en el que se aprobó un Estatut único que sólo la intransigencia del Partido Popular pudo paralizar. De aquellos barros vienen estos lodos. Pero eso es otra historia. La importancia del Partido Socialista de Catalunya (PSC) en el logro de niveles de autogobierno es fundamental y no puede entenderse sin la figura de personajes como el propio Maragall o Ernest Lluch e, incluso, de políticos no nacidos en Cataluña como Celestino Corbacho o José Montilla, por citar algunos. Maragall luchó siempre por una Diada que uniera y no separara a los catalanes. Jamás olvidó lo que ocurrió en el año 2.000 cuando se escucharon cantos de «PP, pim, pam, pum», un grito que se cantaba en la kale borroka. Maragall no podía permitir esa desunión porque para él tan catalán era un político del PP como uno de Esquerra Republicana. Por eso intentó, incluso antes de ser President, en que la Diada fuera para todos, sin exclusión de ningún tipo, con propuestas como que la ofrenda floral a Casanova fuera realizada por todos los partidos unidos. Al principio fue muy criticado, pero, una vez alcanzada la presidencia de la Generalitat, consiguió involucrar a todos los grupos políticos, nacionalistas, soberanistas y españolistas, en un acto unitario en el Parque de la Ciudadela, frente al Parlament y junto a toda la sociedad civil catalana. Una Diada para todos, sin exclusión, volviendo a las esencias. Sin embargo, poco a poco la fiesta nacional catalana se ha ido convirtiendo en un escenario de división en el que los unos quieren desterrar a los otros de la Diada, como si se exigiera el máster del «buen catalán» o del «buen español». Es cierto que cada cual tiene diferentes reivindicaciones. No será lo mismo lo que pida alguien de Esquerra que del PSC. Sin embargo, hubo quien quiso sacar réditos y desde el año 2.012 se olvidó la esencia de la Diada para convertirla en otra cosa, en algunos casos de manera irresponsable. Es lógico que la gente de Esquerra reclame la independencia porque es coherente con su ideología, tan coherente que muchos de sus líderes actuales no huyeron y asumieron todas las consecuencias tras el referéndum del 1 de octubre. Sin embargo, los que nunca fueron independentistas se han arrogado un liderazgo que no les corresponde desde una interpretación ideológica, y son precisamente estos los que están tensando más la cuerda, los que están generando más tensión, los que, desde el lado soberanista, están dividiendo más a los catalanes porque, precisamente, los que sí que tienen el ADN independentistas son los que están lanzando los mensajes más coherentes, tal y como hizo el otro día Joan Tardá al afirmar que «si hay algún independentista ingenuo o estúpido que cree que puede imponer la independencia sin tener en cuenta al 50% de los catalanes que no lo son, es evidente que está absolutamente equivocado». Exactamente lo mismo ocurre con quienes quieren imponer un modo de entender Cataluña desde un planteamiento del nacionalismo españolista, como el que quieren imponer Albert Rivera o Xavier García Albiol, lo que demuestra que no entienden, siendo catalanes, la diversidad que une y enriquece, más que las diferencias que separan. El pueblo catalán no puede consentir que su fiesta se haya convertido en un nido de división porque la Diada es para todos, piensen lo que piensen, sientan lo que sientan. Antes era posible porque existía una atmósfera de diálogo entre cada una de las fuerzas políticas. Ahora parece que sentarse a hablar sin imponer condiciones al mismo es visto como una debilidad. Maragall se sentó con todos, habló con todos y, entre todos, convirtieron la Diada en una fiesta de todos. A los catalanes no se les permitió hablar hace años, cuando aún no se había producido la escisión social existente actualmente. Tal vez con un reféndum como el de Quebec o el de Escocia se hubiera evitado toda esta tragedia.

Lo + leído