Duro Felguera versus Banco Santander

José M. Guerrero
21 de Octubre de 2017
Actualizado el 23 de octubre de 2024
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Desde hace tiempo que mi capacidad de asombro está siendo sorprendida, cercenada, traspasada en todos sus frentes y en todas sus medidas. Siempre creí que el dueño de una compañía eran sus accionistas y que ellos eran los que marcaban la política de la empresa, elegían sus administradores y ponían y quitaban a sus directivos según sus propios criterios. Error, groso error. Desde la aparición de doña Ana Patricia Botín en el mundo de los negocios esto no es sino una falacia, una teoría, una auténtica mentira. Desde el momento que usted tome un crédito de cualquier tipo con su institución, ELLA y solo ella dirá que o quiénes son los que deben mandar en sus compañías. Si usted, por cualquier circunstancia, no es de su agrado será víctima de sus maquinaciones y expulsado de su propia empresa sin contemplaciones y culpándole de todos aquellos males que sus subordinados de confianza consideren oportunos. Lo vimos asombrados en Abengoa, donde, explicado por su ex presidente Felipe Benjumea, mediante engaños y sin pudor consiguió sustituirlo por alguien de su confianza para luego no hacer nada de lo prometido, acometer una reestructuración laboral salvaje y poner en manos de terceros la compañía una vez que ésta había sido debidamente ultrajada laboral y económicamente según los criterios de su verdugo empresarial Javier García-Carranza para que fondos buitres pudieran entrar y manejarla según su particular y especulativo entender. La sorpresa fue a más cuando con singular cara dura se hizo por un euro con uno de los primeros bancos españoles: el Banco Popular. Usando la misma técnica descrita por Felipe Benjumea en Abengoa, con la diferencia de matices por la actividad, introdujo en el consejo del banco la semilla de la discordia a través de una consejera para después con parecidas falsas promesas de prosperidad y usando todos los medios para descrédito de su histórico presidente Ángel Ron sustituirlo por su acólito Emilio Saracho. Una vez consumado el cambio, manipulaciones contables, de valoración, de situación estructural del banco y contando con la hipocresía de las autoridades monetarias se presenta como salvadora de una crisis que ella misma había provocado. Y compra el Banco Popular por un euro. Favor infinito a sus accionistas, bonistas y acreedores del banco y, si me apuras, a todos los españoles. Sólo con la venta de parte de sus activos inmobiliarios consigue 5.000 millones de euros y toma su sede por 0 € y cuyo valor no actualizado es de 300 millones. Este favor a todos está ahora haciéndonoslo en Duro Felguera. Trata mediante intoxicación pública echar a la calle a su presidente que representa a la mayor parte del capital y que con su dinero ha defendido y trabajado por esta compañía y sus trabajadores durante muchos años. Intenta poner a su lacayo Miguel Zorita al frente, cuyos antecedentes, según nos explican, dan clara visión de dónde acabará esta centenaria compañía: fondos buitres que desmantelaran lo que es hoy, una fuente de trabajo, para convertirla en dinero especulativo y más paro para el país y para el Principado de Asturias.

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