El extraño caso de los ordenadores de Bárcenas que se destruyeron solos
05
de Septiembre
de
2019
Actualizado
el
02
de julio
de
2024
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Un juez ha absuelto al PP por falta de pruebas en el caso de la destrucción de los ordenadores del extesorero Luis Bárcenas. Eso sí, el magistrado Eduardo Muñoz de Baena, después de dejar libres de responsabilidad a los que debían velar por la custodia de la información, ha acordado condenar en costas, tal como solicitaba la defensa del partido de Pablo Casado, a las acusaciones populares que trataban de esclarecer la verdad: Izquierda Unida, Adade y el Observatori Desc.El asunto suena extraño y podemos estar sin duda en la antesala de un nuevo escandalazo de la Justicia española. En este caso tenemos un crimen sin culpables, un suceso sin esclarecer y un episodio propio de las mejores novelas de ciencia ficción. Si nadie es responsable de esto, debe ser entonces que los ordenadores cobraron vida y voluntad propia, como en un relato del gran Philip K. Dick, y decidieron borrarse, rayarse y romperse por sí solos. Así tuvo que ser. Una noche, las unidades de almacenamiento del extesorero que contenían el material sensible con la contabilidad en negro del partido, según afirmó Bárcenas, salieron de las computadoras y bien a mazazo limpio o con un destornillador, dejaron los discos duros hechos fosfatina.En los últimos años hemos visto de todo: desde un presidente del Gobierno cuyo nombre aparecía escrito en negro sobre blanco en la contabilidad B del partido y que salió de rositas, hasta una estafa bancaria mayúscula: la compra del Banco Popular por un euro dejando a 300.000 familias sin sus ahorros y sin que nadie haya respondido aún por ello. Pero nos faltaba esto, nos quedaba por ver la obra maestra del surrealismo judicial patrio, un expediente X a la española, un caso solo apto para Mulder y Scully.Si nadie en el PP puede responder de este turbio asunto, como dice el fallo del juez, será que unos robots se humanizaron, rebelándose y poniéndose de lado de los populares, y un buen día decidieron dedicarse a limpiar pruebas, a dejar la escena del crimen como una patena, a pulir los errores de bulto que iban dejando tras de sí Bárcenas y sus fontaneros del partido.Sabíamos que en los juzgados españoles pasaban cosas raras. Gente pillada in fraganti, con las manos en la masa, que termina saliendo indemne de las comisarías y regresando tan tranquila a sus despachos de Génova 13. Sumarios que se pierden por el camino y censura previa a los cámaras de televisión que quieren cubrir el juicio, como ha ocurrido en este asunto. Pero esto de los ordenadores que se destruyen como por arte de magia no lo habíamos visto aún. Que la NASA pare de enviar vehículos a Marte, que el proyecto SETI suspenda la búsqueda de vida inteligente en otros planetas, que Steven Spielberg abandone sus películas anticuadas sobre marcianos verdes y seres de otros mundos. El PP ha encontrado vida de la buena, inteligencia artificial expresamente fabricada para el mal, androides con antenas azules, el himno del partido retumbando a toda mecha en el tórax y el logo con la gaviota pegado en el casco metálico, seres que se levantan en medio de la noche (bip, bip) y se pasean por los pasillos de la sede popular aporreando discos duros con información sensible hasta su destrucción total. En una de estas aparece Cayetana Álvarez de Toledo, como improvisada blade runner,persiguiendo y retirando de circulación, a tiro limpio, a los peligrosos replicantes.La democracia española es un espectáculo sin fin. Un show esperpéntico impagable y total. El caso de los ordenadores cerrado y sin culpables contra todo pronóstico. Ahora solo falta que los abogados del PP, para resarcirse en daños y perjuicios, se querellen contra sus propios robots y les reclamen una jugosa indemnización. Ya vemos a las desgraciadas máquinas, esposadas y llorando lágrimas de aceite, desfilando por los tribunales. Por obstrucción a la Justicia, por rebeldes sanchistas y por rojas traidoras a España.
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