Yolanda, Ada, Fátima y las dos Mónicas. Un repóquer de mujeres con gancho y tirón que el pasado fin de semana lanzó en Valencia el embrión de lo que puede ser la nueva izquierda española real y alternativa al conservadurismo del PSOE. ¿Es una plataforma cívica, el Frente Amplio que anunciaba la ministra de Trabajo, un eurocomunismo renovado para el siglo XXI o qué? Habrá que esperar para saber hacia dónde va el proyecto. De momento sabemos que la nueva izquierda es, ante todo, femenina y feminista. Un hermoso lazo morado. Los andamios del proyecto son color lila, eso es evidente, pero sería preciso conocer la miga, el contenido concreto, el manifiesto (todo movimiento de izquierdas tiene que tener un manifiesto y ni siquiera eso garantiza que no termine disuelto en algo líquido con múltiples corrientes, ramas y familias enfrentadas). Recuérdese lo que decía Anguita: programa, programa y programa. De modo que sería bueno saber si el nuevo eje de la izquierda española va a moverse en el dualismo mujer/hombre, una vez fracasado el modelo arriba y abajo de Unidas Podemos (de la clásica dialéctica marxista izquierda/derecha parece que ya no se acuerda nadie).
Dentro de la puesta en escena aparentemente improvisada y con aires de feminismo libertario, como en la Valencia de 1937 capital de la SegundaRepública, todo estaba calculado, medido, también el lugar y el momento elegidos. El escenario escogido para la puesta de largo fue el viejo Olympia (teatro, cultura, la vida es sueño, la política también), y el momento no podía ser más letal para Sánchez: mientras cuatro manzanas más abajo se celebraba el congreso local del PSPV, donde Ximo Puig revalidaba su poder como barón de la federación socialista valenciana. Por tanto, el mensaje estaba lanzado. Somos mujeres, soñamos con un mundo mejor, el PSOE es un partido superado por patriarcal, caduco y trasnochado y el futuro es el nuevo feminismo real, la “otra política” que se abre paso en todo el mundo.
Fuera del teatro Olympia, en la calle, el contrapoder macho reaccionaba visceralmente ante la primera oleada del mujerío organizado en partido político. Una nutrida manifestación convocada por un sector del Transporte exigía mejoras por un empleo digno y de calidad y gritaba: “Vamos a parar y os vais a cagar”. Primer baño de realidad para el repóquer de fundadoras del Frente Amplio. Los camioneros contra las pioneras feministas. El poder de la gasolina, el diésel y el carburante macho contra las ideas renovadas de Clara Campoamor, Concepción Arenal y Federica Montseny. La crisis, el hambre y la miseria acuciantes contra las herederas de la gran utopía republicana. Toda una metáfora del momento.
Pero la cosa no quedó ahí, ya que a la manifestación de transportistas y esforzados de la ruta se unieron militantes de la extrema derecha levantina para lanzar huevos contra las ponentes del acto y las cinco lideresas tuvieron que meterse a toda prisa en el teatro, sin foto previa y escoltadas por la Policía. Una vez más, se repite la historia: la izquierda debatiendo y reflexionando; el fascismo avanzando. El nazismo siempre se instala en un puchero vacío.
No obstante, faltaba el gran jefe de la carpetovetónica derecha española para poner en evidencia que el embrión gestado en Valencia preocupa y mucho a las élites. Pablo Casado, el ideólogo del nuevo cuñadismo antiecológico, el faro y guía del PP más languideciente, dividido y depre que se recuerda, no vio mejor forma de reaccionar que con un vulgar exabrupto al calificar el acto fundacional de Valencia de “aquelarre radical”. Solo le faltó decir aquello de mujer tenías que ser. El máster en sostenibilidad e ingeniero de placas solares aseguró que el Frente Amplio es “peligroso” para el PSOE porque divide y fragmenta, ya que todos los partidos reunidos en el Teatro Olympia “han sorpasado” al partido socialista. Que Casado considere a las mujeres feministas como brujas de un negro y esotérico conciliábulo no extraña nada, ya que de todos es conocido el ramalazo machirulo del líder del PP (agravado en los últimos tiempos por influjo y resaca de Vox). Pero que se preocupe por la salud política de su más directo rival, el PSOE sanchista, revela la importancia del proyecto que prepara el repóquer de divas de la izquierda. Empieza a verse claramente hacia dónde camina este país: apuntalamiento de la monarquía borbónica (para gozo del Íbex, la patronal y las élites bancarias) y pacto soterrado de no agresión entre los dos grandes partidos con Casado en Moncloa para empezar el primer turno. O sea, otros cuarenta años de Restauración. El plan oculto se le ha escapado al indiscreto Margallo en el programa de Risto Mejide: “Vuelve el bipartidismo”.
De momento habrá que esperar para ver hasta dónde llega este nuevo movimiento de la izquierda española con aires de nuevo Frente Popular de la mujer. Cristina Almeida dice que ella “no está en esta movida”, pero la ve “estupendamente” porque va a servir para feminizar la política, que ya está muy “masculinizada”. Almeida todavía guarda aquella camiseta con el eslogan “somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar”, aunque últimamente no se la pone. Cuando el poder macho ve amenazado su estatus siempre termina acusando a la mujer de bruja, un truco algo anticuado porque hasta la Iglesia ha pedido perdón por los errores del pasado, por la Inquisición, por la incoherencia y la corrupción (ayer mismo, sin ir más lejos, entonó el mea culpa el obispo Omella).
Del Teatro Olympia salen cinco pioneras de la enésima revolución izquierdista española (esperemos que esta vez sí). No es buena noticia para Sánchez (le resta votos) ni para Casado (moviliza al progre abstencionista). Por cierto, ni Montero ni Belarra fueron invitadas al evento. Dice la prensa que les han hecho el vacío. Pues mal empieza la cosa.