El pacto ‘a la portuguesa’ se abre paso

25 de Enero de 2016
Actualizado el 01 de julio de 2024
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Dos conversaciones telefónicas con Pedro Sánchez han bastado a Pablo Iglesias, líder de Podemos, para tener claro que quiere un gobierno de “cambio” con el PSOE. El rey Felipe VI ha sido el primero en conocer la propuesta de gobierno de coalición a tres bandas entre PSOE-Podemos e Izquierda Unida. El líder de la formación morada da así un decisivo paso adelante en el proceso de conformación de gobierno, hasta ahora encallado en un punto muerto ante la inactividad del líder del PP, Mariano Rajoy, y los tímidos pasos dados por el líder socialista en busca de apoyos para un inestable gobierno en minoría. “Hemos decidido tomar la iniciativa y dar un paso adelante. En este momento no caben medias tintas. O se está por el cambio o por el inmovilismo y el bloqueo”, anunció Iglesias tras su audiencia con Felipe VI.Mientras tanto, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, como si de dos vaqueros del wéstern más crepuscular se tratara, frente a frente y con las armas apuntándose sin perdón, han venido escenificando un duelo sin sentido alguno en estas últimas horas previas a la convocatoria de la sesión de investidura del nuevo presidente de España.Sin sentido, para empezar, porque todo parece claro salvo sorpresa de última hora en forma de abstención del PSOE. La parálisis atenaza al presidente en funciones de cara al debate de investidura que se ha visto prácticamente obligado a aceptar por cortesía institucional, pese al resultado completamente negativo que le depara la cita.Solo en un caso puede sacar tajada Rajoy del vapuleo al que se va a someter de nuevo en el Congreso, una Cámara baja donde esta vez no tendrá ni de lejos el respaldo mayoritario de los diputados como el que disfrutó los últimos cuatro años. Este caso pasa por evidenciar un victimismo producto de su impotencia para lograr un acuerdo “estable” y “amplio” con PSOE y Ciudadanos frente a los riesgos y peligros que, según los populares, conlleva pactar con Podemos y otras fuerzas de corte separatista.Es un duelo sin sentido el que han venido escenificando Rajoy y Sánchez porque desde un primer momento tras el resultado que arrojaron las urnas el 20D se supo que el líder conservador, pese a ganar las elecciones, iba a tener prácticamente inviable la posibilidad de cerrar un pacto de gobierno ante la soledad con la que afrontó los brutales recortes de la anterior legislatura pese a la mayoría arrolladora del Partido Popular.Sin sentido porque el PSOE, que ha obtenido el peor resultado de su historia, se mantiene a duras penas como segunda fuerza más votada a corta distancia de Podemos, que a su vez sigue apostando por mantener sus líneas rojas –ya más difuminadas, todo sea dicho– sobre el referéndum en Cataluña y así tener excusas con las que obligar a arrojar la toalla a los dos encargados de formar gobierno, Rajoy y Sánchez. Una nueva cita con las urnas facilitaría el ansiado ‘sorpasso’ del partido morado a los socialistas, como así lo indican todos los sondeos postelectorales.Es este un duelo sin sentido entre candidatos a la Moncloa porque Sánchez quiere liderar un gobierno de progreso con una minoría parlamentaria demasiado exigua y unos posibles aliados demasiado izquierdosos para la “moderación desde la izquierda” que la baronía en general y Susana Díaz a la cabeza vienen pregonando con insistencia ante su propio secretario general.A esto se suma el ímpetu con que algunos socialistas históricos como Alfonso Guerra y medios afines como el diario El País (Felipe González guarda en apariencia un prolongando y ya sorprendente silencio al respecto) están trabajando para que Sánchez se abstenga en la investidura de Rajoy para sorpresa de todo el hemiciclo con tal de no tener que acudir a unas elecciones que serían catastróficas para sus intereses partidistas, o con tal de que el secretario general no se abrace sin más a las prerrogativas de Podemos y los nacionalistas vascos e independentistas catalanes. Antes que se queme Rajoy en un gobierno insuficiente e impotente que lo haga Sánchez con unos compañeros de viaje demasiado “peligrosos”, piensan los gurús históricos de Ferraz.
Algunos socialistas históricos como Alfonso Guerra y medios afines (Felipe González guarda un sorprendente silencio) están trabajando para que Sánchez se abstenga en la investidura de Rajoy
De poco sirve en este duelo a pecho descubierto entre los dos presidenciables posibles que se ofrezca un mediador con las cartas demasiado marcadas hacia su derecha como es Albert Rivera, que departió largo y tendido con Felipe VI en su audiencia del jueves y le mostró su disposición de acercar posturas entre PP y PSOE, algo que estos últimos no desean, al menos públicamente.Tampoco le habrán esclarecido mucho las ideas al monarca las 14 audiencias que, con Pedro Sánchez y Mariano Rajoy como colofón, ha protagonizado con los representantes parlamentarios. O se decanta primero por ofrecerle la investidura a Rajoy por ser el candidato más votado (opción más probable) o, contra lo previsto, lo hace directamente a Sánchez si éste le convence con su plan de “progreso” pese a que ninguno de sus acompañantes posibles (Podemos y nacionalistas) haya dicho todavía que estén dispuestos a viajar con el PSOE a toda costa.A partir de ahora, con la conformación ya cerrada de los grupos parlamentarios y cumplimentada una primera ronda de contactos del Rey con los representantes parlamentarios, Felipe VI volverá a llamar a Patxi López, presidente del Congreso, para proponer un candidato para la sesión de investidura en un Pleno que tiene que ser convocado por una nueva reunión de la Mesa de la Cámara.El pleno del parlamento será probablemente en la primera semana de febrero. Si el candidato no consigue mayoría absoluta en una primera votación tras presentar sus propuestas para ser presidente del Gobierno, tendrá que someterse a una segunda en el plazo de 48 horas para intentar ser elegido por mayoría simple.Bien es cierto que el jefe del Estado no tiene ningún plazo legal para proponer un candidato a la investidura. Sólo se activa el límite temporal de dos meses una vez que se celebra la primera sesión de investidura. Si transcurrido este tiempo no se ha designado a ningún presidente, se tendrán que convocar nuevas elecciones.Otro trámite que aún sigue en el aire es la convocatoria de la Apertura Solemne de la XI Legislatura, presidida por el Rey. Según el Reglamento del Congreso, esta sesión tendrá lugar en los 15 días siguientes a la constitución de las Cortes, un plazo que también puede ser modificado por la Mesa de la Cámara, que debe decidir si se convoca en el caso de que para entonces no se haya constituido el nuevo Gobierno.
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