Tal y como publicamos en Diario16, el rey Juan Carlos no seha caracterizado con una lealtad blindada hacia los hombres que dieron su vida,su tiempo y su trabajo por él, aunque, incluso, se estuvieran cometiendo, presuntamente,actividades incluidas en el Código Penal y que, para cualquier ciudadano, lehubieran supuesto varios años de cárcel mientras al Jefe del Estado de Españale protege una inviolabilidad medieval que lo que en realidad provoca, es la impunidad,tal y como se está viendo con las investigaciones por los supuestos negocios deJuan Carlos I.
Adolfo Suárez representa la gran figura del consenso, del entendimiento,de los pactos, un nuevo hombre de confianza en Zarzuela que se abrió paso a lasuperficie de la política y el poder en los años del tardofranquismo.
Desde 1976 a 1981, Suárez prestó grandes servicios al Estado.Supo enfrentarse al Ejército franquista. Según indica el coronel AmadeoMartínez Inglés en su libro Juan Carlos I. El último Borbón, esteenfrentamiento se produjo «por orden de su valedor, el rey Juan Carlos, todohay que decirlo, que siempre quiso evitar el pulso directo con unos generalesque podían arrebatarle la corona en cuestión de horas». Finalmente, Suárez fueamenazado por el Ejército y atacado desde donde más le dolía al político deCebreros: la propia Zarzuela, donde, según el coronel, fue tachado de «traidora la patria».
Suárez, al igual que Torcuato Fernández-Miranda, fue defenestradopor el propio rey Juan Carlos, quien sirvió su cabeza política a los generalesmás franquistas.
En aquellos años se especuló mucho sobre las razones de ladimisión por sorpresa del primer presidente de la democracia española despuésde la dictadura, llevada a efecto, aunque no fraguada y decidida, el 30 deenero de 1981, «apenas tres semanas antes de que el aparato de la Zarzuela pusiera en marcha el teatrillo político-militarautorizado por el rey y pactado con el general Milans del Bosch, la cúpulamilitar y los dirigentes de los principales partidos políticos, que todos losespañoles conocemos como “a intentona del 23-F”. Y que con su verdadero nombre:“Solución Armada”, tuvo que ser puesta en ejecución precipitadamente porque lapactada dimisión de Suárez no les había parecido suficiente a algunos ensoberbecidosgenerales franquistas que querían también la cabeza del “rey traidor a losprincipios fundamentales del antiguo régimen”», afirma Martínez Inglés.
Adolfo Suárez, una de las figuras clave de la transición,sería también defenestrado por el que había sido su mentor, su superior, suseñor, su presunto amigo: el rey Juan Carlos. «Otra más de las grandes figuraspolíticas que en beneficio exclusivo de la monarquía borbónica heredera delfranquismo sería utilizada al máximo, exprimida hasta la última gota de susangre, para después tirarla a la papelera de la Historia con absoluta frialdad»,concluye el coronel Martínez Inglés.