Los gastos sociales, con tantas alusiones a ellos, parece que lo que sepretende es convencer a los ciudadanos de que constituyen un gasto necesario. Cuandose habla de Gastos Sociales, se hace referencia a temas como la educación, lasbecas, la investigación, la sanidad o las pensiones. Argumentaba en uno de susbrillantes artículos David Almorza ( Boris), colaborador dominical en Diario16,que se le ha dado el nombre de “gasto” por dos motivos: por un lado, paradistinguirlos de las inversiones, en referencia a las inversiones económicas.Se invierte en bolsa, en la viabilidad de las empresas, en la supervivencia delos bancos, etc. Parece que cuando sehabla de inversión es algo positivo o beneficioso y que, sin embargo, cuando sehabla de gasto es algo negativo.
Se invierte con la intención de obtener un beneficio, y qué mejor y justobeneficio que la educación y la formación de los ciudadanos y ciudadanas. ¿No es este un verdadero y el mejor de losbeneficios? Como también lo es la salud de la población. Sin embargo, en amboscasos, se les llama “gastos sociales” en lugar de inversiones sociales.
El segundo motivo, expone el profesor Almorza, es que la verdadera razónde recibir este nombre es porque, en tiempos de crisis, lo primero que hay querecortar son los gastos. Si, a fuerza de insistir, se ha logrado que en ellenguaje habitual se les llame gastos es que, en consecuencia, pueden serobjeto de recortes. Sin duda, el compañero y profesor David Almorza realiza ensus trabajos de reflexión un gran logro sociológico, porque, en realidad, es loque los gobiernos en general (una incoherencia por los llamados progresistas yde izquierda), utilizan sin dudar al aplicar sin pudor el término opuesto a laética del significado real de “gasto e inversión“.
Sin duda, son fundamentalmente los conservadores neocapitalistas los que,sin escrúpulo alguno y desde el conocimiento de lo que hacen, más aún en conciencia,aplican la ventajosa aplicación de los términos. Es lo que ocurre con lainvestigación, con la educación y con las becas, con las pensiones, con lasalud, las residencias de mayores y, en general, con el bienestar social.
De tal forma que si hay crisis hay que recortar “gastos”, lo que ocurre adiario en la aplicación de las políticas neoliberales, venga del gobierno quevenga. Así se mantiene contento al Ibex35, o sea, al capital deshumanizado.
Está claro que en los periodos de crisis hay que recortar gastos, soloque, para los presupuestos del Estado, los gastos son inversiones y lasinversiones sociales derechos de todos los ciudadanos y ciudadanas defendidospor la constitución son tratados como gastos.
¿A quien se le ocurrió este cambio de concepto? ¿A González, Boyer, a Solbes,a Montoro, a Rodrigo Rato, a De Guindos, a la vicepresidenta tercera de Sánchez,sin objeciones del segundo vicepresidente de izquierdas? ¿Son gastos,para recortar, o son inversiones para ampliar las pensiones? Los pensionistas,por ejemplo, son personas mayores que han estado trabajando mucho tiempo,muchos malos tiempos, en los que han pagado sus impuestos, como para considerarlesahora un gasto para la sociedad. Otro ejemplo son los niños y jóvenes, elfuturo de esta sociedad, que también caen enfermos y hay que tratarlos. Deverdad, presidente, ¿usted cree que ese recurso obligado a invertir en salud esun gasto? ¿O en verdad se trata de una obligación del Estado, del sistemaobligado a invertir, motivo por el que los ciudadanos y ciudadanas contribuimos?
Como bien define mi querido y admiradoprofesor Dr. David Almorza, copresidente de Diario16, el problema es elconcepto.
Como consecuencia no más gastos, sino inversiones sociales en lapoblación. No se trata de actos de caridad, se trata de derechos de losciudadanos y ciudadanas de este país.