Una profunda brecha se ha abierto, según informan distintos medios internacionales, en el seno de la Unión Europea tras el anuncio del nuevo acuerdo comercial alcanzado este domingo entre la UE y Estados Unidos. Mientras la mayoría de los países europeos parecen estar aliviados por evitar una perjudicial guerra comercial con Washington, Francia ha denunciado en duros términos el pacto como un acto de "sumisión" y una "jornada negra" para Europa.
El acuerdo: aranceles del 15% a exportaciones europeas
El acuerdo, presentado por el presidente estadounidense Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, establece que EE.UU. aplicará a partir del mes próximo un arancel del 15% a la mayoría de productos europeos.
La tarifa supone la mitad de lo que Trump había amenazado previamente, pero aún supera ampliamente lo esperado por los líderes europeos.
En contrapartida, el pacto ha evitado que la UE responda con represalias inmediatas o que aumente sus propias barreras a productos estadounidenses. Ciertos sectores europeos, como los de licores y aeroespacial, han logrado exenciones parciales, pero el acuerdo sigue siendo percibido como desequilibrado.
Reacción encendida de Francia
La indignación francesa ha sido liderada por el primer ministro François Bayrou, quien calificó la jornada como "oscura" y el pacto como una resignación a la "sumisión" frente a los intereses de EE.UU.
Bayrou escribió que “cuando una alianza de pueblos libres, reunidos para defender sus valores y sus intereses, se resigna a la sumisión, es un día negro para Europa”.
El presidente Emmanuel Macron ha mantenido silencio público, pero ministros y líderes políticos de prácticamente todo el espectro, desde el oficialismo hasta la ultraderecha y la izquierda, han coincidido en condenar el pacto.
Jordan Bardella (Reagrupamiento Nacional) habla de una "rendición comercial", mientras Marine Le Pen calificó el resultado de “fiasco político, económico y moral”. Incluso aliados de Macron en la Asamblea Nacional denunciaron que el pacto envía “una señal de debilidad a nuestros competidores”.
División europea y contexto político
Francia había abogado en los últimos meses por una postura mucho más firme, pidiendo que la UE respondiera con medidas de represalia si EE.UU. avanzaba con los aranceles, especialmente en sectores donde EE.UU. goza de superávit, como servicios o energía. Sin embargo, la línea más conciliadora de Alemania e Italia —cuyas economías dependen fuertemente del comercio con EE.UU.— se impuso en la negociación.
Frente a la crítica, diplomáticos y líderes de países como Alemania señalan que aceptar el acuerdo era la única alternativa viable para evitar una guerra comercial a gran escala, que habría sido devastadora para la economía europea.
¿Y ahora qué?
El acuerdo por ahora da un respiro a las empresas europeas más expuestas a EE.UU., pero abre intensos debates internos sobre la estrategia comercial, el liderazgo internacional de la UE y la autonomía económica del bloque.
Francia y otros críticos piden ya reabrir el debate sobre nuevos instrumentos de defensa comercial europeos, y hasta demandan recurrir a la llamada “herramienta anti-coerción” de la UEpara responder a futuras presiones estadounidenses.
El Gobierno francés ha anunciado rondas de consultas con el sector privado, mientras en el Parlamento y en la calle crecen las voces que exigen una estrategia europea más firme y menos dependiente de Washington.