El conflicto entre Israel y Hezbolá ha vivido uno de sus momentos más oscuros tras el ataque perpetrado por el grupo chií libanés contra una brigada del ejército israelí en el sur de Haifa. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel ha confirmado que cuatro soldados perdieron la vida y otros siete resultaron gravemente heridos en este brutal ataque, que también dejó un total de 67 personas heridas, según informaron los servicios de emergencias.
El ataque, que Hezbolá ha reivindicado como una respuesta a los “ataques sionistas” en Beirut y otras regiones de Líbano, se produjo a través de una combinación de drones de asalto y una andanada de misiles que saturaron los sistemas de defensa israelíes. El objetivo principal fue una base militar adyacente a la localidad de Binyamina, en la que estaba desplegada la brigada de élite Golani. Este ataque supone una de las agresiones más mortales perpetradas por el grupo militante en territorio israelí en los últimos años.
Escalada de violencia en la región
El ataque de Hezbolá llega en un momento de máxima tensión en la frontera entre Israel y Líbano. Desde el inicio de la ofensiva terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en el sur de Líbano, los intercambios de fuego entre ambos bandos se han intensificado. Hezbolá, alineado ideológicamente con Hamás, ha ampliado sus ataques, y este último asalto en Haifa representa un punto de inflexión en la escalada de violencia.
Israel ha intensificado su respuesta militar en la región, lanzando bombardeos sobre varias posiciones en Líbano, incluyendo la destrucción de una mezquita y ataques contra infraestructuras civiles que han dejado decenas de muertos. Mientras tanto, el número de soldados israelíes operando en suelo libanés sigue creciendo, con más de 15.000 efectivos desplegados según fuentes militares.
Denuncia de ataques a la misión de paz de la ONU
En paralelo a este ataque, las tensiones también se han trasladado al ámbito diplomático tras la denuncia de la misión de paz de la ONU en Líbano (FINUL) por la incursión del ejército israelí en su base situada en Ramya, al sur del país. Según el comunicado emitido por los cascos azules, a las 4:30 de la madrugada dos tanques israelíes irrumpieron en la base, destruyendo la puerta principal y entrando por la fuerza. Los soldados de la ONU relataron que una hora después de la retirada de los vehículos israelíes, se escucharon disparos y se observó humo en el cuartel, dejando un saldo de 16 cascos azules con reacciones gastrointestinales y en la piel que necesitaron atención médica.
Este incidente ha generado una fuerte condena internacional. La Unión Europea, a través de su alto representante para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, ha pedido la inmediata suspensión de los ataques contra la FINUL, calificándolos de una “grave violación del derecho internacional”. La ONU, por su parte, ha exigido explicaciones urgentes al gobierno israelí, mientras el Consejo de Seguridad se reúne de emergencia para abordar la situación en la región.
Un conflicto sin fin a la vista
La situación en la frontera entre Israel y Líbano parece estar lejos de una resolución pacífica. Hezbolá ha dejado claro que no cesará sus ataques mientras Israel continúe su ofensiva terrestre, y el ejército israelí ha mostrado una determinación inquebrantable en su lucha contra lo que considera una amenaza existencial.
El general israelí Yeftah Norkin, al frente de la división de combate en Líbano, ha defendido la incursión en la base de la ONU como un “error” en un “escenario complejo”, pero esto no ha mitigado las críticas de la comunidad internacional. Mientras tanto, el dolor y la destrucción siguen acumulándose a ambos lados de la frontera.
Los habitantes del norte de Israel, especialmente en ciudades como Haifa, viven bajo la constante amenaza de ataques con misiles y drones. Por su parte, las comunidades libanesas sufren los estragos de los bombardeos israelíes, con un saldo de más de 1.400 muertos en el último mes, según el Ministerio de Sanidad de Líbano.
El ataque de Hezbolá en el sur de Haifa ha dejado claro que el conflicto en la región está lejos de resolverse. La violencia ha alcanzado niveles devastadores, cobrando la vida de soldados y civiles en ambos lados de la frontera. A medida que Israel intensifica su operación terrestre en Líbano y Hezbolá responde con ataques cada vez más audaces, el escenario de una tregua parece cada vez más lejano. La comunidad internacional, representada por la ONU y la Unión Europea, sigue exigiendo moderación y el respeto al derecho internacional, pero sobre el terreno, el ciclo de violencia parece imparable.