Juan Carlos I se niega a salir de Zarzuela

02 de Agosto de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
Guardar
monarquía rey leonor

JuanCarlos I se resiste a abandonar Zarzuela y no quiere ni oír hablar de renunciar al título de reyemérito de España que cree lecorresponde por legítimo derecho pese a las supuestas trapacerías y negociosque le imputa la prensa. El orgullo del patriarca, una simple cuestión dehonor, es la causa de que se esté retrasando su salida de palacio, una medidaque hace solo unos días parecía definitivamente pactada por el Gobierno y la Casa Real. La cuestión es que la negativa del anciano monarca asometerse al exilio (dorado o más bien sombrío) –algo que él considera unahumillación denigrante tras 40 años de reinado–, está generando problemas ydistorsiones en el seno del Gobierno de coalición.

Pedro Sánchez se ha encontrado con una patata caliente inesperada en medio de la pandemia y podría decirse que se encuentra atrapado entre dos fuegos: por un lado los ministros de Unidas Podemos, que presionan con fuerza para que la medida se lleve a cabo cuando antes, ya que el goteo incesante de escándalos y noticias sobre el patrimonio oculto del emérito es ya insoportable para la formación morada; por otro el malestar de ciertos barones nostálgicos del PSOE, a los que les duele el destierro de Juan Carlos I de Zarzuela, mostrándose como los más fieles y fervorosos monárquicos. El emérito sigue teniendo buenos amigos entre las filas socialistas, de hecho el periodista de asuntos dinásticos Jaime Peñafiel ha revelado en las últimas horas que un conocido alto cargo de Felipe González de los año 90 ayudó al rey a traer el dinero de Suiza después de que el siempre sabio y templado Sabino Fernández Campo, secretario y tutor de la Casa Real, le prohibiera taxativamente tocar uno solo de aquellos maletines delictivos. “Sabino lo sabía y no le gustaba. Como su secretario no lo ayudaba, Juan Carlos buscó colaboración en un dirigente socialista. Mi respeto por el que fuera jefe de Su Casa, que va más allá de su muerte y me impide dar el nombre del político del PSOE que le solucionó el problema de los dineros suizos”, afirma Peñafiel.

Aunque conviene no olvidar que el Consejo de Ministros tiene plenas competencias para emitir un realdecreto que retiraría el título de rey emérito al primero de los borbones comopaso previo a su salida del país, parece improbable que el PSOE se atreva a tanto, ya que entonces la extrema derecha montaríaun 36 y con el coronavirus rebrotando con fuerza no está el país para andarjugando a los guerracivilismos. En cualquier caso, llama la atención lalentitud con la que se está llevando el proceso. Si hace solo unos meses sacarla momia de Franco del Valle de los Caídos parecía misiónimposible para el Gobierno de coalición, hoy Sánchez se ha encontrado con otroinquilino de difícil desalojo. Es como si el destino hubiese deparado al PSOEla espinosa y dura tarea de desahuciar de sus últimas moradas a ex jefes delEstado, ya sean vivos o muertos. Sea como fuere, Don Juan Carlos ya ha dichoque no se va, que no lo sacan de palacio ni con la Guardia Civil, aunque al ritmo que avanzan las investigaciones delfiscal suizo Yves Bertossa no sedescarta que la Benemérita tenga queintervenir en cualquier momento en algún registro por sorpresa, ya que según haconfesado Corinna Larsen “el dineroestá en Zarzuela”. La empresaria alemana ha asegurado que el rey emérito traíadinero a espuertas de los países árabes y luego lo contaba todo, billete abillete, en una máquina que lo ponía a cien, como un niño con un juguete nuevo.

Por otra parte, que Juan Carlos se resista a salir de sucasa es un sentimiento normal en cualquier ser humano. A nadie le gusta que lopongan de patitas en la calle y menos que lo larguen de la vivienda que haocupado durante cuatro décadas. No es fácil digerir que a uno lo tachen deokupa, como hace SantiagoAbascal con Pedro Sánchez todo el rato.Por eso no extrañaría que el emérito terminara como Manolo, aquel personaje moroso de 13 Rue del Percebe que se atrincheraba en su buhardilla, con todotipo de artilugios defensivos y triquiñuelas, ante la llegada de los resignadosacreedores que nunca podían hacer efectivo el cobro de las letras impagadas. Manoloera capaz de todo para que no lo limpiaran de su vivienda, desde apuntar a lapuerta con un potente cañón hasta instalar una alambrada electrificada que niel muro de Trump. Al igual que elpersonaje del genial Ibáñez seaferraba a su derecho a quedarse, el rey emérito abraza también esa filosofía delno pagar lo que uno considera indebido. El rey emérito está convencido de quefue un héroe que devolvió a España la democracia, de modo que las comisiones, lascuentas suizas, los paraísos fiscales y las sociedades offshore son solo el precio final, la minuta de liquidación, elfiniquito que los españoles deben consentirle, aunque solo sea como favor porlos servicios prestados.

Está visto que al viejo Borbón no lo saca de Zarzuela ni su hijo Felipe y si es preciso se acantona con la Guardia Real y con su camarilla de fieles, entre ellos Espinosa de los Monteros, que pareceestar dispuesto a dar la vida por la Monarquíasi es preciso. Cualquiera que lo conozca sabrá que el emérito es un duroque soportó muchas penurias en la Transicióny tuvo que lidiar con peligrosos legionarios y chusqueros golpistas. No vaa dejarse amilanar ahora por un presidente guaperas y cuatro bolivarianos queno habían nacido cuando el tejerazo del 23F.De Zarzuela no lo mueve ni Dios. Desenvainará la muleta esperando a susenemigos, se aferrará al trono regio y al grito de No pasarán y el Resistirédel Dúo Dinámico, el cetro en unamano y la corona en la otra, venderá cara la piel del oso. Aunque, bien mirado,en este caso el depredador de Botsuanaserá la presa. Cazador cazado.

Lo + leído