La entrevista en la que el rey Juan Carlos bromea con el pago de impuestos enciende las redes sociales

03 de Agosto de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Juan Carlos Impuestos

La entrevista que una reportera británica mantuvo con Juan Carlos I en el año 92 se ha hechoviral en las redes sociales. La exclusiva, del programa de Risto MejideTodo es mentira, ha puesto aldescubierto el verdadero rostro del rey emérito. Un aspecto frívolo, descaradoy en buena medida irresponsable de su auténtica personalidad que hasta aquelmomento los españoles desconocían. En el vídeo, y a preguntas de la periodistabritánica Selina Scott, el patriarcade la Transición española fantasea peligrosamentecon la idea de no pagar impuestos. Sin duda hoy, en pleno escándalo por el caso Corinna, aquellas adivinanzas,juegos verbales y confesiones a medias del monarca en el año de los prodigiosespañoles (más bien pelotazos de las Olimpiadasy la Expo) cobran una relevanciaespecial. En buena medida porque probablemente sea la primera y única vez entodo su reinado que se le ha oído hablar de impuestos, que para cualquierdemócrata debe ser uno de los pilares fundamentales del Estado de Bienestar.

La campechanía del rey, que en aquel momento era pocomenos que un dios intocable, impune e inviolable, aflora en algunos momentos dela entrevista con la enviada especial del ReinoUnido. “Usted es un rey que paga impuestos en su país como todo el mundo”, leinterroga Selina Scott, a lo que Don Juan Carlos responde que “sí” entre sonrisillasmaliciosas, pestañeos, movimientos estudiados de cejas y caiditas de ojos queni Brad Pitt. La avezada periodista,al oler el rastro de la sangre (es decir, un titular sensacional que puede triunfar)sigue tirando de la lengua a su insigne personaje, tratando de indagar aún másen el interesante asunto, y vuelve a lanzarle una pregunta aún más incómoda yprovocadora que la anterior: “No me dirá, como cualquier español, que intentaevitar no pagar impuestos…” En ese momento el terreno se está poniendopeligroso, la cosa se calienta, pero lejos de frenarse el monarca opta por ir apor todas: “No puedo decirlo, pero probablemente”.

Con un par. Solo le faltó decirle a la reportera aquello tanespañol de “para chulo mi pirulo” y sentenciar que él estaba por encima delbien y del mal. Pero la entrevista sigue para vergüenza y oprobio de España. Cuandola reportera le sugiere que es importante que un rey pague impuestos, elentonces jefe del Estado duda y reacciona diciendo que cree que “sí”: “No porser rey, sino por ser español”, añade dándose cuenta de que la reportera,clavadita a Lady Di, ha conseguidollevárselo al huerto, o más bien lo ha metido en un jardín lleno de minas. Paraentonces el destrozo a la Monarquíaya estaba consumado y al sabio Sabino casile daba un parraque ante el televisor. Al ver que el rey está entregado, laperiodista insiste en que “podría haberse librado fácilmente” de cumplir consus obligaciones fiscales, a lo que Juan Carlos trata de reaccionar para que lacosa no se le vaya de las manos definitivamente: “Sí, pero después habríasufrido las consecuencias, porque la gente diría que tiene un trato especial”.

Aquella broma (ciertamente de mal gusto para un líder decualquier nación) tiene sus repercusiones casi 30 años después. El vídeo podríaser una prueba de cargo en un hipotético juicio, aunque esa posibilidad quedamuy lejos, ya que la inviolabilidad del monarca, según la Constitución Española, impide que el rey emérito se siente en elbanquillo para responder de sus supuestas cuentas opacas, comisiones,sociedades interpuestas, testaferros, blanqueo de capitales y chanchullos engeneral. Todo presunto, por supuesto. Pero pongamos por caso, aunque remoto,que la Fiscalía Anticorrupcióndecide llegar hasta el final en el asunto de las mordidas por el AVE a La Meca y rompe por fin con el respeto reverencial y el mantoprotector que siempre ha amparado al primero de los Borbones. En ese caso, el documento se convertiría en unadiligencia comprometedora, una bomba para el investigado, como lo sería paracualquier españolito de a pie. Piénsese por ejemplo en el caso de que uncontribuyente cualquiera, del montón, fuese acusado de evadir 65 millones dedólares al fisco y que apareciera una grabación en la que se muestra seducidopor la idea de escamotear sus obligaciones tributarias con las arcas públicas.Sería la estocada definitiva para que los jueces lo empapelaran sin ningún tipode piedad ni miramiento.

Seguramente Don Juan Carlos se irá de rositas de todoeste vendaval abierto por un comisario de policía sin escrúpulos y una misteriosaaristócrata alemana de la cual aún no lo sabemos todo, salvo que se codeaba conlo más granado de la jet set políticamundial. Ella misma ha reconocido en las grabaciones de Villarejo lo bien conectada que estaba, no solo con el Gobierno de Putin sino con el norteamericano en laépoca de la Administración Clinton. Encualquier caso, siempre quedará ese vídeo olímpico, ese documento histórico queservirá para deconstruir al personaje y su compleja psique de la que apenassabemos nada tras años de hermetismo y falta de transparencia –no soloeconómica, sino psicológica– en Zarzuela.Los españoles saben muy poco de la persona que ha reinado sobre ellos durantecuarenta años, más allá de que le gustan los barcos, las rubias amigasentrañables, cazar elefantes y echar discursos muermos por Nochebuena.

Tras la emisión de la impactante entrevista, los presentadores de Todo es mentira invitaron a Jaime Peñafiel, experto en Casa Real, a entrar en el debate para comentar qué le había parecido el documento. El análisis del controvertido cronista fue descarnado, crítico con el rey como nunca antes lo había sido: “Se vulgarizó y se frivolizó la figura de Juan Carlos, que hasta entonces no había hecho nada que se le pudiese criticar”. En cuanto a las consecuencias del vídeo, Peñafiel asegura que “no las tuvo en España, ya que había un respeto reverencial” hacia la figura del jefe del Estado. Y añade: “Fue algo que la gente no se podía creer”. O dicho en otras palabras: a los españoles les habían contado un cuento sobre un príncipe azul abnegado, caballeroso y leal que ahora vemos no se correspondía con la realidad. Un hombre con una doble cara y una doble vida que en ocasiones, solo en las distancias cortas y ante una reportera de métodos periodísticos sensuales, se relajaba, bajaba la guardia y mostrándose como un hombre facilón dejaba entrever lo más oculto y recóndito de su alma.

https://twitter.com/TeresaRodr_/status/1289472582509461505?s=09

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