El caso de la influencer Elena Huelva, fallecida a los 20 años después de luchar contra el cáncer, ha sacudido a la opinión pública por dos aspectos bien diferenciados: por un lado, el proceso y visibilización del día a día de un enfermo de cáncer y, por otro, su trágico desenlace. El marco de las redes sociales sirve a veces simplemente como escaparate, pero también puede convertirse en un canal de comunicación y de unión entre personas que necesitan de comprensión y de apoyo.
Ni bueno ni malo
“Hay que destacar que, desde el punto de vista de la psicología, el que una persona muestre en una red social determinada situación no tiene que ser ni positivo ni negativo”, explica a Diario16 Consuelo Tomás, psicóloga especialista en psicología clínica en el centro psicológico que lleva su nombre. Los profesionales de la psicología dejan claro que el impacto que puede tener la visibilización del proceso de una enfermedad es diferente en cada persona: “las reacciones dependen de cómo nosotros estamos filtrando a través de nuestras creencias, expectativas y experiencias la información que recibimos del exterior”.
No todo es “maravilloso”
La mayoría de los contenidos difundidos en las redes reflejan un ideal. Los psicólogos advierten de la utilidad que puede tener para muchas personas el ver reflejada la cara amarga de la vida: “Es importante que sepamos que en la vida no todo es maravilloso, que hay luces y sombras que forman parte de nuestro crecimiento interior”, señala Consúelo Tomás, quien advierte que, a pesar de todo, estos procesos de visibilización pueden tener un aspecto negativo: “Pueden haber personas que están pasando por la misma enfermedad que Elena Huelva, y a las que el trágico desenlace les haya generado temor y muchísima angustia al pensar que correrán la misma suerte”.
Nunca más solo
Las redes sociales bien utilizadas se presentan como una oportunidad de conexión para personas que viven situaciónes y enfermedades muy singulares: “Hay personas que tienen alguna enfermedad poco común y que se sienten muy solas. El hecho de que puedan contactar con otras personas que están pasando por la misma situación es muy positivo”, explica Tomás. El caso de Elena Huelva tiene también el añadido de poder inspirar a otras personas al mostrar qué se puede estar enfermo y seguir viviendo tu vida con ánimo: “A algunas personas también les habrá servido de ayuda el verse reflejadas en ella, porque luchó contra su enfermedad y además lo hizo con optimismo”, señala la profesional, que también destaca lo positivo que puede tener el establecer vínculos con personas que atraviesan situaciones difíciles: “Aumentan los sentimientos de empatía y los sentimientos de apoyo”.
Sentirse culpable
También puede haber algunos casos en los que las personas que padecen enfermedades graves sientan que se les exige una actitud demasiado positiva: “Hay personas que tienen una capacidad de afronntamiento diferente y pueden sentirse inferiores. Incluso se pueden llegar a sentirse culpables o frustradas por no poder mantener esa actitud tan positiva”, cuenta Consúelo Tomás y también alerta del papel que deben jugar los familiares en estos casos: “Puede haber presión por parte de los familiares y dar indicaciones tipo: ‘fíjate, es que tú te estás viniendo abajo y hay otras personas que lo están sobrellevando de otra manera’, y esto no es nada positivo”. Pero la especialista señala que lo más frecuente es ver el lado positivo: “Normalmente la capacidad empática de ponerse en el lugar del otro y de sacar fuerzas cuando estás viendo que otra persona está peleando va a ser siempre más favorecedora que perjudicial”.
La realidad
La recuperación de las personas que se enfrentan a enfermedades graves incluye diferentes herramientas además del indispensable tratamiento médico: “Es muy importante la intervención psicológica desde el momento en el que se detecta la enfermedad y a lo largo de todo el proceso que incluye el enfrentarse a continuas pruebas y diagnósticos que pueden generar ansiedad”, señala la experta y continúa destacando la necesidad de personalizar en cada caso: “No hay enfermedades hay enfermos y la evolución de cada persona depende de muchos factores. Pero lo que está claro es que hay que reforzar la presencia psicológica en centros de atención primaria, en unidades especializadas y en hospitales”. El capítulo de la vida de la influencer Elena Huelva puede ser uno de muchos que ayuden a las personas a transitar enfermedades complicadas y a que las redes sociales se conviertan en una fuente de pedagogía tal y como señalan los expertos: “El caso de esta joven nos hace reflexionar y pensar en que es muy importante vivir el momento y valorar las cosas pequeñas. Normalmente queremos tener una vida en la que no haya problemas, y eso no es real”.