El secretario general de UGT,Pepe Álvarez, ha restado importancia a las divergencias del Gobierno en relación con la reforma laboral, y ha afirmado que lo que interesa es lo que dice Pedro Sánchez, que “mantiene una posición equilibrada”. Después de sus últimas declaraciones, “me da la sensación que sí derogaremos esos aspectos más lesivos de la reforma laboral. Derogar significa cambios en la legislación anterior e ir a una nueva regulación en otros aspectos, como la contratación”. En este sentido, ha defendido recuperar la prevalencia de los convenios de sector sobre el convenio de empresa, algo a lo que la patronal no debería oponerse, y ha afirmado que “o eso cae o no habrá acuerdo”.
A día de hoy hay más de 17 millones de personas asalariadas en nuestro país y de ellas 10 millones están cubiertas por la negociación colectiva. Sólo en 2019 se firmaron más de 4.000 convenios colectivos, pero existe gran desconocimiento sobre estas cuestiones entre la población. ¿Qué son los convenios colectivos? ¿Cuándo surgen? ¿Para qué sirven? ¿Qué importancia tienen unas herramientas que la reforma de Rajoy redujo a papel mojado?
El secretario de Acción Sindical de la Federación de Servicios, Movilidad y Consumo de UGT (FeSM-UGT), Álvaro Vicioso, recuerda que un convenio colectivo es un acuerdo escrito entre empresas y representantes de los trabajadores u organizaciones sindicales más representativas para pactar las condiciones laborales y salariales de los trabajadores y trabajadoras de una empresa concreta o un sector de actividad. Vicioso asegura que “aunque no eran convenios como tales, en el siglo XIX ya se conocen en España casos muy iniciales de acuerdos entre empresa y trabajadores, por ejemplo, en las ramas del textil en Cataluña. Pero fue en la Segunda República, con la Ley del Trabajo, cuando ya se establecían medidas y derechos específicos como el de no ser despedido en caso de huelga o establecer marcos muy básicos en cuanto a salarios; ese fue el germen de los derechos colectivos de los trabajadores”.
“Actualmente, en nuestra legislación, los convenios tienen mucha importancia porque se constituyen como fuente de derecho que marcan una obligación de cumplimiento por parte de las empresas”, asegura, “del mismo modo que son muy importantes los Acuerdos Estatales de Negociación Colectiva (AENC) como marco para establecer unos criterios homogéneos a la negociación colectiva y unas líneas generales para los negociadores”.
Hoy por hoy existen varios tipos de convenios, el sectorial y el de empresa (que está por debajo y tiene normalmente peores condiciones). “Desde la aprobación de la reforma laboral de 2012 (que establece la prevalencia del convenio de empresa sobre el sectorial) hay empresas que aprovecharan para realizar cierta competencia desleal con respecto a las que aplican las condiciones de los convenios sectoriales. Una reforma que también acabó con el concepto de la ultraactividad, gracias al que, una vez vencido el convenio y hasta negociar el nuevo, se mantenían las condiciones establecidas en el convenio decaído”. Por tanto, la negociación colectiva entre empresarios y trabajadores, por sectores productivos, es una conquista social que la reforma Rajoy liquidó de un plumazo al colocar a la empresa en una posición de superioridad jurídica, otorgándole todas las atribuiciones a la hora de imponer las condiciones laborales a sus empleados.
El Secretario de Acción Sindical de FeSMC-UGT asegura que “cuando una empresa no quiere aplicar el convenio hay varias vías para la acción sindical: la primera, acudir a la comisión paritaria de interpretación del convenio, donde se traslada la problemática existente; si no se soluciona ahí, se acude al Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje (SIMA), donde con mediadores independientes se intenta buscar una solución, y si no hay posibilidad de acuerdo, quedan los tribunales”. Es en ese punto donde el trabajador cae en un infierno burocrático y a menudo ve peligrar sus derechos.
La Secretaria del Sindicato de Oficinas de FeSM-UGT, María Pedraza, mantiene que las patronales suelen asociarse para hacer un “frente común” en la negociación colectiva. De hecho, algunos funcionan como auténticos lobbies o grupos de presión pero, paradójicamente, es con quienes mejor se trabaja porque son capaces de ver el beneficio que puede suponer para el sector en su conjunto establecer unas buenas condiciones laborales, mientras que en otros casos, es más complicado porque las empresas actúan de forma independiente y es más difícil avanzar en la negociación porque son empresas competidoras y cada una de ellas mira sus propios intereses”.
Pedraza ha destacado que “a las empresas les interesa tener un convenio sectorial para regirse por las mismas normas, pero lo más difícil siempre es conseguir mejoras y, sobre todo, la negociación salarial”. En cuanto a los convenios de empresa, ha resaltado la importancia de que los delegados consulten con el sindicato “porque se les va a asesorar antes de la negociación y durante la misma y siempre es fundamental pausar la negociación, formarse y asesorarse para hacer frente al proceso”.
Todo este desbarajuste llegó con la reforma de Rajoy, que supuso un puñetazo en la mesa de los convenios colectivos. Hasta ese momento el sistema de negociación funcionaba relativamente bien; desde el momento de la entrada en vigor de la norma las empresas pasaron a tener la sartén por el mango y el trabajador a menudo quedó en situación de indefensión.
Bajos salarios y convenios en papel mojado
Pepe Álvarez recuerda que en “2008 el salario medio de España era un poco superior al que tenemos hoy” porque las empresas han acudido a subcontratas que pagaban salarios más bajos a sus trabajadores. Ha afirmado que el tope del 15% de plantilla con contratos temporales “para nosotros es insuficiente” y que lo que hay que ver es “si el contrato tiene relación directa con la propia naturaleza del trabajo”. Además, ha demandado que a un empresario “no le salga gratis”, ni barato, contratar de manera irregular; ha reclamado más recursos para la Inspección de Trabajo y ha pedido sanciones más elevadas para los que incumplen la ley.
No es verdad que haya intromisión de Europa
Álvarez se ha referido también a las presiones para no cambiar la reforma laboral, pero ha recordado que “nos jugamos mucho” no solo los trabajadores y trabajadoras, sino también muchos empresarios, y ha considerado positivo que se incorporen más voces del Gobierno a la negociación para saber antes si están o no de acuerdo y no esperar hasta última hora.
Asimismo, ha reiterado que “no es verdad” que en Europa se diga que no se va a aceptar el cambio de la reforma laboral. La principal preocupación de Europa, ha explicado, es la temporalidad del mercado de trabajo español, así como por qué los salarios no crecen en España.