Hemos vivido engañadasdurante muchos siglos, porque “las mujeres no somos el sexo débil, de ser así,la naturaleza no nos hubiera elegido a nosotras para preservar la especie, lasmujeres somos el sexo fuerte”. Escuché estas palabras de la jueza feministaElizabeth Odio Benito, y desde entonces se quedaron haciendo eco en misreflexiones.
La historia de lahumanidad ha sido una lucha incasable por el poder en todas sus formas, mismoque al verse amenazado ha instaurado ideologías racistas, xenófobas, machistasy violentas, haciendo lo inimaginable para seguir ejerciendo el poder y el usode la fuerza.
En el caso del movimiento feminista, el poder hegemónico también alzó la voz, incluso hubo quienes llegaron a sostener que las mujeres no debían pertenecer a la vida pública porque sus cerebros “pesaban menos”. Sin embargo, hoy más que nunca las respuestas ante la pandemia nos dejan claro, que es precisamente la vida pública la que más necesita de una perspectiva de mujer.
Cuando pensamos en losatributos que se han asignado a las mujeres desde tiempos ancestrales, lamaternidad biológica es uno de los más recurrentes, así se formó la imagen dela mujer madre como el ideal femenino por excelencia, pero ¿quién formó esteideal?, ¿a caso fueron las mujeres?, lo más probable es que no, y que idealizarla maternidad separándola de lacomprensión de su fuente de origen, ha lastimado a muchas mujeres en lahistoria, haciendo sentir culpables a aquellas que no desean ser madres, e incompletas a las que nunca pudieron serlo.Sin duda, el concepto de maternidad merece una seria revisión, dice eldiccionario que es “el estado o cualidad de madre”, y que madre es la “mujerque ha concebido o ha parido uno o más hijos”, pero lo cierto es que lamaternidad debe dejar de reducirse a la concepción o al parto, porque implicamucho más que eso.
La naturaleza, la tierra,la reproducción, la lengua y la vida tienen rostro de mujer, y ese rostro dotade sentido y permanencia a la humanidad. La vida no solamente es dar a luz,sino sobre todo ser fuente de luz. Así, las mujeres han sido madres enmúltiples formas y sentidos, cuidadoras, educadoras, doctoras, amigas, hijas,compañeras, proveedoras de amor incondicional, maestras de vida y afectos,tejedoras incansables de los lazos que sostienen las relaciones humanas ytransforman la noción del poder como imposición, control, o fuerza, para enseñarnos que así como nuestra matriztiene el poder de gestar vida, también lo tiene para ser incubadora de sueños yperspectivas que el mundo necesita más que nunca.
Ha llegado el momento decambiar nuestra percepción de lo que signfica ser fuerte, porque no hay mayorfortaleza que la de ser madre en un mundo que desprecia los cuidados, que noremunera o precariza el trabajo femenino, que tiene una visión reduccionista eimpuesta sobre lo que se espera de una “buena” mujer, y que idealiza lamaternidad sin darse cuenta de que todas somos madres, y que lo seguiremossiendo porque a pesar de las corrientes que siguen intentando mantenernos almárgen de la vida pública, la distribución del poder, y la élite que creecontrolar el mundo, la certeza de saber lo que somos nos seguirá dando lafuerza que necesitamos para continuar sosteniendo la vida, porque nosotras, lasmujeres, somos el sexo fuerte.