Ministros de Netanyahu profanan los Santos Lugares de Jerusalén

Más de 1.000 colonos, fanáticos ultraortodoxos y sionistas, liderados por los ministros ultras de Israel, han profanado con ritos talmúdicos la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén

14 de Agosto de 2024
Actualizado el 15 de agosto
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Fuerzas israelíes cierran el acceso a la mezquita de Al Aqsa

La mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, es uno de los principales lugares sagrados del Islam, junto a La Meca y Medina. Sin embargo, es profanado de manera sistemática por colonos fanáticos israelíes sin que la comunidad internacional haga nada para acabar con esto.

Los defensores de Israel afirman que el país hebreo es la única democracia de Oriente Medio. Sin embargo, no se respeta uno de los derechos fundamentales del ser humano: la libertad de culto. Más bien, se viola constantemente sin que occidente haga nada.

Imagínense que un grupo de fanáticos israelíes, liderados por ministros del gobierno, entran en el Santo Sepulcro y lo profanan. Posiblemente habría alguna reacción y quedaría en nada. Sin embargo, si eso mismo lo hicieran musulmanes, entonces la condena sería inmediata. Ahora, piensen si el Vaticano fuese profanado por fieles de otra religión. En ese momento, la reacción internacional sería inmediata.

En cambio, la impunidad de Israel se traslada a la profanación y a la vulneración del derecho fundamental a la libertad de culto. Ayer volvió a suceder en Jerusalén. Más de 1.000 fanáticos sionistas irrumpieron en el recinto de la mezquita al-Aqsa. Además, contaban con la protección de las fuerzas policiales israelíes.

Según comunicó Islamic Endowment Waqf, los fanáticos asaltaron la mezquita en grupos, realizando rituales talmúdicos dentro de sus patios. Sin embargo, estos incidentes de profanación no son aislados, sino perfectamente coordinados.

Además, las fuerzas de ocupación impidieron la entrada de los fieles a los patios de la mezquita y desplegaron un importante dispositivo en sus puertas para facilitar el asalto de los colonos al sagrado lugar islámico. Coincidiendo con el asalto, la policía israelí transformó la Ciudad Vieja de Jerusalén en una zona militar fuertemente fortificada.

Cientos de agentes fueron desplegados en las inmediaciones de las puertas de la mezquita y por toda la Ciudad Vieja. Las medidas de seguridad intensificadas incluyeron controles estrictos del acceso de los fieles.

Los fanáticos del movimiento del Monte del Templo están realizando preparativos para conmemorar lo que ellos llaman la «Destrucción del Templo».

El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Gheit, condenó enérgicamente el asalto de los fanáticos israelíes, encabezados por los ministros de extrema derecha Itamar Ben Gvira e Yitzhak Wasserlauf. Gheit subrayó que esos radicales ultras están llevando la situación al límite y provocando deliberadamente los sentimientos de cientos de millones de musulmanes en todo el mundo.

Por su parte, el portavoz del secretario general de la Liga, Jamal Rushdi, dijo que el asalto a la mezquita tuvo lugar bajo la protección de la policía israelí, que convirtió la Ciudad Vieja en un cuartel militar e impuso restricciones a la entrada de fieles, responsabilizando plenamente al gobierno de ocupación de esta provocativa escalada.

Denunció las reiteradas incursiones en la Mezquita Al-Aqsa como una violación del status quo histórico y legal de la ciudad de Jerusalén y como parte de la política sistemática de la ocupación para imponer una división temporal y espacial de la Mezquita Al-Aqsa.

 

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