Nada será igual, pero todo seguirá igual

21 de Diciembre de 2017
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Junqueras vota
Pase lo que pase tras el cierre de los colegios electorales este jueves histórico en Cataluña, gane quien gane o diga haber ganado esta noche del 21 de diciembre de 2017, venza o salga derrotada una de las dos visiones totalmente contrapuestas que se dirimen en las urnas, ya nada será igual a partir de ahora, pero todo seguirá igual.Cataluña está abocada a una larga e impredecible travesía del desierto mientras los dos bloques en liza mantengan inamovibles sus posiciones, tal y como han puesto en evidencia una y otra vez durante la excepcional campaña electoral que vive una comunidad autónoma con su autonomía anulada vía aplicación del artículo 155 de la Constitución Española y donde están llamados a las urnas 5,5 millones de catalanes para dirimir su futuro inmediato.El bloque independentista, con varios de sus principales candidatos en prisión o imputados por graves delitos por la justicia española, ha apostado claramente por continuar con el ‘procés’ cueste lo que cueste y sin saber a dónde les llevará este camino.Buena muestra de que mantienen el todo o nada es que sus dos principales candidatos no podrán votar en esta cita democrática: uno se encuentra huido de la justicia española en la capital de la Unión Europea (de la que España es miembro de pleno derecho). El otro pasa los días privado de libertad en prisión preventiva.Enfrente, los llamados constitucionalistas esperan que la solución al entuerto pase por lograr una victoria lo suficientemente holgada como para apostar, en el mejor de los casos, por un gobierno de concentración compuesto por formaciones supuestamente antagónicas (PP, PSC y Ciutadans) que aplaque los ‘desmanes’ independentistas que han llevado a la comunidad autónoma catalana a un situación asfixiante en lo político, en lo social y también en lo económico.Otra opción plausible pasaría por apoyar un gobierno en minoría de la opción constitucionalista más votada, probablemente el Ciutadans de Arrimadas. Pero los números no cuadran del todo para que esta posibilidad tenga un mínimo de solvencia tras el 21-D, ya que el PSC de Miquel Iceta y la promesa de indultar a los independentistas presos ve la foto junto al PP de Xavier García Albiol una rémora de difícil asimilación.Nadie a estas alturas ha dicho cómo y de qué manera lo harían del lado del muro constitucionalista para sortear el Rubicón en que se ha convertido Cataluña. Tampoco los de la otra parte saben mirar más allá del ‘procés’. Por eso ya nada será igual, pero todo seguirá igual.El heterogéneo e impredecible ‘bloque’ de PP, Ciutadans y PSC se lo juega todo a la carta de la participación masiva de los electores, creyendo a pies juntillas que superándose el 82% del total del censo saldrá a la luz el votante potencial oculto que defiende el orden constitucional vigente.Las impresionantes colas vistas en los colegios electorales desde primera hora de la mañana corroboran que Cataluña y España viven una cita histórica, pero nada hace pensar que la mayoría silenciosa sólo haya decidido tomar partido por una de las dos opciones más visibles para decantar la balanza hacia un lado u otro.La importante participación de las últimas elecciones autonómicas, en 2015, rozó el 75%. Más de 1,3 millones de potenciales votantes se quedaron en casa. En este caso, y después de lo ocurrido en estos dos últimos años, la ciudadanía catalana ha protagonizado numerosas manifestaciones llenando las principales arterias de Cataluña enarbolando esteladas, senyeras y banderas españolas en proporciones más o menos similares, pero sólo la verdad de las urnas es inapelable. O no tanto, porque un voto muy fraccionado –como así parecen prever todas las encuestas– devolverá este entuerto a su casilla de salida. Y entonces todo seguirá de nuevo igual, pero ya nada será igual.
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