Hoy se celebran en Noruega las elecciones parlamentarias más reñidas y analizadas de su historia reciente. Más de 3,8 millones de ciudadanos estarán llamados a las urnas para decidir la composición del Storting (parlamento noruego) en un momento en el que el Partido Laborista de Jonas Gahr Store tiene una distancia muy recortada con el bloque conservador.
Claves de la campaña electoral
El foco durante la campaña se ha puesto en el impuesto a la riqueza, que es uno de los motivos fundamentales de amplias disputas políticas en Noruega. Mientras el bloque gobernante de centroizquierda defiende el mantenimiento de esta medida como herramienta clave para reducir la desigualdad, la oposición apuesta por su inmediata supresión, al entender que pone trabas al crecimiento económico.
Otro de los asuntos que están polarizando la opinión pública es el de la inmigración. El Partido del Progreso ha tomado espacio en la arena pública con este asunto, al igual que con el precio de la energía.
Sondeos
Las encuestas previas al domingo mostraban una mínima ventaja del Partido Laborista, con algo menos del 28% en la intención de voto y con alguna posibilidad de obtener, junto al bloque de centro izquierda, la mayoría de los 85 escaños necesarios para gobernar en solitario. El Partido del Progreso podría alcanzar su mejor marca, después de un fuerte respaldo a sus críticas y planteamientos en materia de inmigración. El Partido Conservador ha estado en tercer lugar en las encuestas.
El sistema proporcional noruego y la necesidad de pactos vaticinan una aritmética parlamentaria muy ajustada, por lo que es imposible aventurarse en el vaticinio de los resultados.