Las medidas restrictivas sin fundamento científico han generado protestas masivas en la gran mayoría de Estados europeos. Unas decisiones de carácter político, sin apoyo del sector científico, que han generado pérdidas económicas y aumentado la desigualdad social con medidas que se podían haber evitado.
El sector cultural en Bélgica ha protagonizado esta semana el ejemplo de cómo rebelarse ante medidas injustas y sin fundamento, funcional. El gobierno belga se ha visto forzado a dar macha atrás ante las protestas ciudadanas y la rebeldía de los empresarios.
Desde el pasado domingo cines, teatros y salas independientes del ámbito de la cultura comenzaron a desobedecer negándose a cerrar sus puertas, plantando cara a las medidas adoptadas por el Gobierno. Anunciaban en sus establecimientos que seguían abiertos y que "la confianza" se había roto.
El Consejo de Estado suspendió el martes de manera cautelar el cierre del sector cultural
Un productor de teatro presentó un recurso que conllevó la suspensión cautelar de las medidas por parte del Consejo de Estado.
Los expertos asesores del comité que plantea las propuestas no recomendó en ningún momento el cierre del sector cultural (a no ser que la situación se complicase a nivel epidemiológico, algo que no se ha dado). El gobierno hizo oídos sordos y decretó el cierre.
Los virólogos tampoco entendían la decisión, y consideraban, como recoge El País, que la decisión había sido "un pequeño error de graves consecuencias, que no ayudará a luchar contra Ómicron", según Marc Van Ranst, miembro del grupo de expertos.
Ante este clima de insumisión generalizada, sin fundamentos que sostuvieran la medida anunciada por el gobierno, el miércoles las autoridades gubernamentales tuvieron una reunión de emergencia convocando al comitédonde se encontraron el Primer ministro y los representantes de los gobiernos regionales. Las medidas han tenido que replantearse y desde el ámbito deportivo también comienzan las voces que denuncian una situación similar.