Unos audios secretos filtrados por OK Diario muestran aspectos íntimos de la relación entre Juan Carlos I y Bárbara Rey. Y en esas conversaciones, al calor del hogar infiel, no solo se hablaba solo de amor, también de asuntos de Estado en los que se puso en riesgo la seguridad nacional. Así, el rey dedicó unas palabras a Alfonso Armada, el general implicado en el 23F, a quien Juan Carlos alaba por su silencio después del tejerazo: “Palabra de honor, me río, cariño, de Alfonso Armada. Ese ha pasado siete años en la cárcel, se ha ido a su pazo de Galicia y el tío jamás ha dicho una palabra. ¡Jamás! En cambio, este otro está largando…” [por “este” el emérito se estaba refiriendo a Sabino Fernández Campo, el que fuera jefe de la Casa Real entre 1990 y 1993].
De esta manera, el monarca deja entrever que Armada (que siempre negó haber participado en ninguna trama golpista, como si sugiriera que el tejerazo fue algo de lo que todos estaban al tanto en las más altas instancias del Estado), sabía más de lo que contó en el juicio. Condenado a 26 años, ocho meses y un día de reclusión mayor como cabeza pensante de la intentona del 23 de febrero de 1981, junto a Jaime Milans del Bosch, solicitó el perdón en cinco ocasiones.
Finalmente, el general cumplió seis años de cárcel, y en 1988 acabaría siendo indultado por el Gobierno. El 24 de diciembre de ese año, el Ejecutivo socialista de Felipe González le concedió el perdón alegando razones de salud y que el reo acataba la Constitución Española. Desde su salida de prisión, vivió en su pazo, en Santa Cruz de Ribadulla (Vedra), en La Coruña. A partir de entonces, pasó el tiempo cultivando camelias y geranios. Falleció el 1 de diciembre de 2013 a los 93 años. Los reyes Juan Carlos y Sofía enviaron el pésame a título personal a través de un telegrama.
Según un reportaje de El Periódico publicado por Xavier Casals en 2014, Armada era odiado por todo el mundo. “¿Por qué hoy nadie lo quiere recordar? Porque cuando Armada fracasó devino el traidor por excelencia: para los demócratas lideró el golpe; para los ultraderechistas lo hizo fracasar; para los monárquicos abusó de la confianza regia y el mismo monarca se sintió engañado. Llegados aquí, un retrato de Armada permite entender su conducta y el afán de sepultarlo en el olvido: era incómodo para todo el mundo”.
El general fue uno de los preceptores del monarca, su ayudante desde 1965 y a la muerte de Franco el secretario general de la Casa del Rey. En este cargo Armada destacó por su celo en que los Reyes cumplieran sus compromisos, según afirmó: “Yo en la Zarzuela era incómodo” porque “era un poco el 'Pepito grillo' que critica”. “Pero sobre todo habría sido un general político. ¿En qué sentido?”, se preguntaba el periódico. “El periodista Francisco Medina (23-F. La verdad, 2006) recoge un testimonio según el cual Armada habría creído que a la muerte de Franco "podría ser un nuevo Carrero Blanco del Rey, con poderes absolutos" y desde 1975 "comenzó a sentirse de alguna manera como un jefe de Gobierno". En este marco, el choque con Suárez fue inevitable y después de legalizar el PCE, Suárez habría planteado una disyuntiva al Rey: o él o Armada. Juan Carlos eligió al presidente y el general volvió al Ejército.
Armada siempre mantenía informado a Juan Carlos I del malestar en el ejército por los nacionalismos, el avance de la izquierda y el terrorismo de ETA. Dos años antes de morir, el general Armada concedió una entrevista a Equipo de Investigación, de La Sexta. En ella, el general golpista defiende que fue “el único” que fue “a proponer una solución”, la “solución Armada”: el Gobierno de concentración nacional con él al frente como presidente. “Y eso que yo no tenía nada que ver con aquel asunto”, aseguró, a lo que añadió que “la idea de ese gobierno”, que se cuenta que él organizó para después del 23F y que “a algunos les divierte”, a él le producía “risa”, ya que, según dijo, eso quería decir que no lo conocían bien. “Yo no lo propuse, y aquellos que lo afirman solo mienten, porque no hay nada de eso”, manifestó Armada.
Ahora los audios de Bárbara Rey vuelven a poner de actualidad el 23F y la participación de los diferentes actores, entre ellos el propio rey emérito y Alfonso Armada. Jaime Rocha, exespía del Cesid, asegura que Sabino fue una persona leal al rey y apunta a que todos los audios son obra de una persona o un grupo externo a los servicios de inteligencia. “Esto fue una maniobra orquestada por los enemigos del rey para quitarlo de en medio, quitar a Sabino y a Manglano [jefe del espionaje en aquella época]”. Los audios y sus posibles copias eran la forma de Bárbara Rey de protegerse y curarse en salud por si alguien quería quitarle también a ella de en medio por su relación adúltera con el monarca. A cambio de guardar silencio y parar el chantaje, recibió dinero. El periodista Javier Chicote, autor de El jefe de los espías, cifra en 600 millones de pesetas el pago que se le hizo a la actriz, según figura en los documentos de Manglano. Fueron, sin duda, los años en que España estuvo en manos de una vedette.