El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, acaba de rechazar por escrito la propuesta de la OTAN de elevar el gasto militar de los países miembros hasta el 5% del PIB.
Elevar el gasto al 5% supondría destinar unos 80.000 millones de euros anuales, casi la mitad del presupuesto dedicado a pensiones, algo que el Gobierno considera inasumible para España
Esta exigencia, impulsada por el secretario general de la Alianza, Mark Rutte, responde a las presiones de Estados Unidos y especialmente de Donald Trump, pero ningún país aliado, ni siquiera EE.UU., alcanza actualmente ese nivel de inversión.
Mediante una carta enviada al Secretario General de la OTAN, Sánchez considera que este objetivo "no es razonable y es contraproducente", y ha comunicado oficialmente a la OTAN que España no apoyará este incremento, defendiendo que el compromiso español es llegar al 2% del PIB en gasto en defensa, cifra que ya se ha alcanzado este año.
La postura de España lleva meses intentando explicarse: junto a otros países aliados, defiende que el objetivo no debe fijarse en porcentajes rígidos, sino en el cumplimiento de capacidades y necesidades reales de defensa, proponiendo fórmulas más flexibles que incluyan capítulos como ciberseguridad e infraestructuras.