España está viviendo un auténtico “boom” del turismo musical, que no solo llena salas y hoteles, sino que genera riqueza y empleo. Para consolidarse como gran potencia mundial en este sector, debería cuidarse y potenciar esa base de creatividad y talento local, apostar por la profesionalización y diversificar geográficamente el impacto. Así, los festivales seguirán haciendo vibrar a millones de personas y beneficiando a la economía de todo el país.
En los últimos años, España se ha convertido en uno de los grandes destinos europeos de turismo musical.
Solo en 2024, los conciertos y festivales han generado más de 5.300 millones de euros, con más de 5 millones de asistentes disfrutando de la música en vivo. Madrid y Barcelona han sido las grandes protagonistas, logrando récords de facturación y colgando el cartel de “completo” para hoteles y restaurantes, cuyos precios han llegado a subir hasta un 76% en las fechas señaladas.
Un impacto que va mucho más allá de los escenarios
Este fenómeno no solo se queda en la venta de entradas (que en 2024 alcanzó los 725 millones de euros), sino que arrastra a toda la economía local: hoteles llenos, restaurantes a tope, taxis y trenes funcionando sin pausa.
De hecho, más de la mitad del dinero que mueve el turismo musical en España va directamente a hostelería y transporte. Además, el sector genera casi 80.000 puestos de trabajo entre empleos directos e indirectos, lo que ayuda especialmente a las pequeñas y medianas empresas.
Hay que destacar también el efecto internacional: festivales como Primavera Sound o MadCool atraen a miles de turistas de todo el mundo, sobre todo de Reino Unido, Francia y Estados Unidos, consolidando a España como uno de los destinos favoritos para los amantes de la música en directo.
Así nos comparamos con otros países
Otros países han conseguido ir un paso más allá. Por ejemplo, Reino Unido lleva años apostando fuerte por su industria musical, con festivales que son un motor económico nacional (Glastonbury mueve por sí solo un impacto de miles de millones de euros).
Estados Unidos también ha creado todo un ecosistema alrededor de grandes festivales y giras, apoyado en incentivos y ayudas públicas.
Francia ha invertido en festivales más pequeños, apoyando a nuevas bandas y garantizando una oferta musical variada.
En España, los ingresos generados por el turismo musical ya rivalizan con los del fútbol, pero todavía suponen un porcentaje menor del PIB si nos comparamos con las cifras de Reino Unido o EE.UU.
¿Qué puede mejorar España?
Aunque las cifras son espectaculares, todavía hay margen para que el turismo musical crezca de forma más equilibrada y sostenible:
Apoyar a las salas pequeñas: Mientras los grandes festivales llenan estadios, muchas pequeñas salas de conciertos luchan por sobrevivir. Son fundamentales para que surjan nuevos artistas y para mantener la oferta musical durante todo el año.
Repartir el impacto por todo el país: Hoy la mayoría de los beneficios se quedan en Madrid y Barcelona. Hay margen para que otras regiones con atractivo turístico y buenas infraestructuras atraigan conciertos y festivales de calidad.
Invertir en formación y tecnología: Fomentar la formación y la digitalización ayudará a que más profesionales y empresas del sector puedan competir a nivel internacional.
Proteger la creatividad: El auge de la inteligencia artificial ofrece oportunidades, pero también hace necesario modernizar las leyes para proteger a músicos y creadores.