Hoy 6 de enero se cumple un año desde que una turba de manifestantes exaltados irrumpiera en el Capitolio y lo tomara por la fuerza. El asalto supuso uno de los ataques más importantes recibido por las instituciones gubernamentales en Estados Unidos. No solo por la toma del edificio que alberga las dos cámaras del Congreso, sino porque los asaltantes interrumpieron una sesión conjunta del poder legislativo que tenía como objetivo contar el voto del Colegio Electoral y certificar la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020.
Desde dentro
En un sentido, los hechos sucedidos el 6 de enero de 2021 fueron más peligrosos que el ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Y es que la toma del Capitolio de los Estados Unidos fue un ataque protagonizado desde dentro. Los asaltantes eran estadounidenses y el líder que los instigaba era el mismísimo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Pasar factura
Un gran número de los asaltantes eran defensores de la teoría de conspiración QAnon, que consideraba a Trump como el héroe que derrotaría a las élites globales adoradoras de Satán. Pero no se trataba sólo de un grupo de conspiranoicos pasados de rosca, los asaltantes eran seguidores de Trump. Y eso abarca a los votantes de ultraderecha en general. La factura por aquellos hechos no está siendo muy alta. De momento, son 700 los acusados y sólo se han aplicado 71 condenas. Mientras que una comisión del Congreso investiga el suceso y el papel del entonces presidente Donald Trump ante el ataque de hace un año.
Una visita turística
El asalto al Capitolio demostró lo real del peligro que supone que la ultraderecha alcance el poder. Los mensajes incendiarios, la campaña del odio, el descrédito a las instituciones y a los medios de comunicación calaron en un sector de la población que no tiene demasiado miedo a la violencia, sobre todo cuando esta viene legitimada por sus líderes. Lo cierto es que el partido Republicano que aúna a toda la derecha estadounidense rechazó el uso de la violencia y el asalto, pero con el tiempo, son muchos los que relativizan el episodio calificando a los asaltantes como un grupo de turistas. “Al ver las imágenes de televisión de aquellos que entraron al Capitolio y caminaron por Statuary Hall, se mostró a la gente de manera ordenada que se mantenía entre los postes y las cuerdas, tomando videos y fotografías”, defendía el representante republicano Andrew S. Clyde. Y continuaba:“Sabes, si no supieras que las imágenes de televisión son un video del 6 de enero, pensarías que es una visita turística normal”. Lo cierto es que los estadounidenses estuvieron durante un rato asustados al ver de lo que era capaz el trumpismo. Biden logró hacerse con el poder y acabar con el reinado de Donald Trump, pero la pesadilla no parece haber acabado, ya que ni el expresidente ni sus seguidores han desaparecido del mapa político.