Los sucesos xenófobos y racistas de El Ejido en febrero del año 2000 se veían venir desde tiempo atrás, pero absolutamente nadie los frenó a tiempo y la violencia y el caos se apoderaron de las calles de la localidad almeriense durante días. La repercusión mediática fue inmediata y televisiones de medio mundo reflejaron la realidad explosiva que se vivía en un municipio que creció muy rápidamente tanto demográfica como económicamente en pocos años gracias al boom de la agricultura. La localidad onubense de Almonte, de unos 24.000 habitantes y a la que pertenecen también la playa de Matalascañas y la mundialmente famosa aldea de El Rocío, ha comenzado a emitir las mismas señales de alarma que hace ya un cuarto de siglo dio El Ejido y la actitud de las distintas autoridades competentes es prácticamente la misma: ponerse de perfil, echar el balón al tejado de otra administración y sentarse a verlas venir. Así las cosas, un grupo indeterminado y anónimo de vecinos ha decidido organizarse vía redes sociales bajo el lema ‘Stop. Almonte se levanta’ en la inquietante dirección @stopinmigracionilegal con el objetivo de aplicar la justicia por su cuenta con patrullas nocturnas. Llegan incluso a plantear la posibilidad de recibir entrenamiento profesional por parte de policías locales retirados, guardias de seguridad privados y guardias civiles “sobre cómo actuar en caso de detectar actividades sospechosas, manejo de situaciones conflictivas sin usar la violencia, y primeros auxilios”, según la convocatoria difundida a través de las redes sociales.
Esta última señal de peligro para la tranquilidad de Almonte viene emitida, cómo no, a través de las redes sociales, donde este grupo de vecinos ha decidido unilateralmente organizarse para implantar patrullas vecinales nocturnas de vigilancia para suplantar lo que consideran una actitud pasiva de las fuerzas y cuerpos de seguridad ante un supuesto incremento de la inseguridad y la delincuencia en sus calles. Eso sí, cada patrulla vecinal, compuesta por no más de diez personas, preferentemente “adultos responsables y sin antecedentes penales”, se ofrece a mantener una “coordinación con las autoridades” mediante “notificación a la Policía Local y Guardia Civil”.
El alcalde, ex histórico del PSOE y ahora líder de Ilusiona, abona la tesis de la inseguridad y convoca una concentración para exigir más policías nacionales y Guardia Civil mientras Vox apunta directamente al inmigrante
Además de informar al Ayuntamiento almonteño, estos vecinos aseguran que se trata de “una medida provisional” que “no sustituye a las fuerzas del orden”, y de ahí que se ofrezcan a “establecer un canal de comunicación directa con las autoridades para reportar incidentes o situaciones sospechosas”. Los organizadores de estas patrullas nocturnas aseguran que su iniciativa es “disuasiva, no confortativa”.
El Ayuntamiento almonteño, gobernado por el histórico ex socialista Francisco Bella, ahora líder del partido Ilusiona, también alienta la imagen de municipio sobrepasado por la falta de seguridad en la población, que recibe por un lado un fuerte incremento poblacional tanto en verano en Matalascañas como también en la aldea de El Rocío durante las distintas festividades y celebraciones que acoge cada año. Tanto es así que ha organizado para el próximo 25 de septiembre una concentración para exigir más efectivos policiales para reforzar de forma inmediata la seguridad en sus calles.
A esta leña echada al fuego por el propio equipo municipal se une la mecha que Vox siempre está presto a encender. El portavoz parlamentario del partido ultraderechista en Andalucía, Manuel Gavira, se ha reunido esta semana con representantes sindicales de la Policía Local almonteña y no ha dudado un instante en vincular la delincuencia de la zona con el narcotráfico y la inmigración. “Ni la Policía Local ni la Guardia Civil logran dar abasto a la problemática que hay de inseguridad en Almonte”, ha subrayado el dirigente ultra, en clara consonancia con el discurso del regidor ex socialista y ahora independiente.
“No nos dejan matarlo, así se irían los demás”
Almonte es una población que tiene una notable e indeterminada población inmigrante de hasta diez nacionalidades diferentes, mano de obra indispensable para el trabajo que ofrece el maná de la zona: el cultivo de los frutos rojos. Así las cosas, hace solo unos días se produjo el intento de linchamiento por parte de algunos vecinos de un inmigrante que fue detenido acusado de un intento de agresión de una menor de la localidad. Bastante alterados y dispuestos en todo momento a tomarse la justicia por su mano, como se puede comprobar en un vídeo difundido a través de las redes sociales, uno de estos vecinos llega a decir delante de un agente policial que custodiaba la vivienda del detenido: “No nos dejan matarlo, que sería una solución para que se vayan los demás”.
La Policía Local de Almonte ya ha hecho saber que se encuentra sobrepasada por la situación a todos los niveles, pero el regidor municipal, lejos de atender sus demandas, dirige sus peticiones al Gobierno central para que incremente la dotación de Policía Nacional y Guardia Civil.