La ultraderecha tiene un aparato de propaganda basado en losprincipios de Joseph Goebbels, principalmente el principio de la orquestación:«La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlasincansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas perosiempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas», es decir, siuna mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad.
En la crisis sanitaria provocada por la pandemia del Covid19estamos siendo testigos de un ataque frontal en el que los ultras están echandoel resto. Todo con un único objetivo: derribar al Gobierno elegido legítima ydemocráticamente por el pueblo. Ha sido el Ejecutivo quien ha puesto en marchauna serie de medidas que, evidentemente, fueron rechazadas frontalmente porVox.
La ultraderecha española se está quedando sin aparato depropaganda y sin sus métodos para crear la desafección que tanto les beneficia.El Gobierno lanzó una serie de medidas para detectar y perseguir bulos y campañasde desinformación a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería. Poresta razón, Vox aprovechó una sesión de control en el Congreso de los Diputadospara pedir cuentas al Ejecutivo sobre estas medidas e intentar forzar unavotación sobre el tema.
Sin embargo, el problema de los bulos y la desinformación deVox es mucho más grave que unos cuantos miles de mensajes a través de WhatsApp ode las redes sociales. Es toda una estrategia en la que están utilizando tecnologíasy metodologías muy avanzadas que ponen en peligro al sistema democrático.
No hace muchos años vimos cómo desde la extrema derechamundial se manipularon elecciones para que populistas ultraconservadores alcanzaranel poder. Estados Unidos o el Brexit son el mejor ejemplo. Sin embargo, esosmétodos no los están utilizando sólo para ganar comicios, sino que disponendel nuevo sistema para manipular la voluntad de los hombres y mujeres de lasdemocracias. Se trata del control absoluto del Big Data, del manejo demetadatos que se van dejando en redes sociales o en el historial de navegaciónde internet.
Los expertos en Big Data conocen los gustos culinarios, elconsumo cultural, el tipo de mujer o de hombre que gusta a cada una de laspersonas, la hora a la que se van a dormir o se levantan. Lo saben todo con unsolo clic. Para controlar esto hace falta, no sólo expertos, sino dinero porqueacceder a esos metadatos cuesta muchos millones de euros.
Esto es lo que está utilizando la extrema derecha mundial y,por extensión, el partido de Santiago Abascal para manipular la voluntad de laciudadanía. A diferencia de la utilización acertada de las redes sociales quehicieron las nuevas organizaciones de izquierda, el control del Big Datanecesita de mucha inversión que un partido fiscalizado no podría acometer.De ahí las dudas por los canales de financiación de estas formaciones ultras,entre las que se encuentra Vox. ¿De dónde sacan el dinero? Evidentemente, lasélites financieras están más unidas a aquellos partidos que están dispuestos adestrozar el sistema de bienestar social democrático antes que a aquellos que,incluso desde el lado conservador, están dispuestos a recortarlo, pero no aeliminarlo.
En el año 1.988, Guy Debord alertaba del peligro de ladesinformación en nuestras sociedades: «La desinformación se despliega ahora enun mundo en donde no queda sitio para verificación alguna». Ese fenómeno, hoydenominado posverdad, se une al conocimiento de las preferencias de casi todala población. Ahí es donde está el triunfo de los neofascismos, su poderío yel fracaso de los demás partidos que siguen pensando en términos casianalógicos. El Big Data, que sirve para informar/desinformar, estácontrolado por unas pocas empresas, por unas pocas personas que tienen accensoa millones de datos y de conversaciones en internet. Así está creciendo Voxgracias al Big Data: desinformación y propagación de bulos.
Es sorprendente el crecimiento meteórico que ha tenido unpartido minoritario. Hace menos de dos años, cuando Vox era algo extremadamenteminoritario, Abascal entró en contacto con Steve Bannon y aquello se vendiócomo una alianza estratégica para acabar con la propaganda separatista. Lescreyeron y no quisieron ver más. Bannon es presidente de Breitbart Newsy uno de los controladores de ese Big Data mundial. Así logró colocar a DonaldTrump en la Casa Blanca y parece que a Vox en España. Está también vinculado ala Lega Norte italiana, el Frente Nacional francés, Vladimir Putin, el Partidode la Libertad de Austria, o la internacional neofascista.
Gracias a Rafael Bardají, miembro de Vox, Bannon podríahaber ayudado a colocar sus mensajes a la formación ultra fascista española.Por esta razón, desde que entablaron contacto, Vox se comenzó a colar enencuestas, a aumentar sus afiliaciones y a llenar mítines.
El discurso y las propuestas de Vox tienen cabida por lagrave crisis sanitaria, económica, política y social que se está viviendo. Hayun posible caldo de cultivo, pero no todos los mensajes llegan a calar en todaslas personas. Sin embargo, con una utilización adecuada del Big Data serealizan estrategias de propaganda prácticamente personalizadas: xenofobia paralos xenófobos; antiestablishment para los más anarcoliberales; machismo paralos que siguen creyendo en la supremacía del hombre sobre la mujer; tradiciónpara los más conservadores; España mucha España para los nacionalistasespañoles. Todo ello medido a la perfección y adaptado al contexto en el que semueven.
Esto es muy peligroso para la democracia española porquesaben a qué grupos mandar o colocar sus mensajes, porque ellos han sacado todoslos datos de esos mismos grupos. España no está llena de ultras, por muchos quehaya, sino que en un periodo de crisis como el que se vive están colocando biensus mensajes gracias al Big Data. Saben lo que tienen que decir y, algo que esmás importante, cómo decirlo.
Los tiempos de crisis suelen ser los mejores escenarios parael surgimiento de los liderazgos transformadores. En España se han juntado enesta época a Abascal y Casado lo que es un mal síntoma. Eso también está medidoen el Big Data y los neofascistas lo utilizan y saben si hay que dar máspresencia o no a sus principales dirigentes. Parece que a Vox que no le hacefalta sufrir el desgaste de estar constantemente en los medios de comunicacióny seguir subiendo. Salen cuando hace falta sin tener que ejercer un liderazgocon autoridad. La internacional neofascista está digitalizada gracias a tiposcomo Bannon que ya se lo cobrará de alguna forma en el futuro.
A diferencia de los fascismos del pasado, Abascal nonecesita tomar el Estado en su totalidad, le basta con gobernar mediante lapropia democracia y bajo los parámetros del capitalismo que les alimenta. Sinembargo, Vox ya nos controla y ahora quieren derribar al Gobierno para hacersecon el Big Data del Estado y dominarnos completamente.