Las élites españolas no han digerido nunca bien que el poderesté en manos de políticos y políticas que tienen como base fundamental de su acciónde gobierno la justicia social. La historia de España está llena de ejemplos ysiempre que ha ocurrido algo así, los poderosos han utilizado a los partidospopulistas de derechas como ariete para derribarlos.
Durante la II República, tras las elecciones de febrero de1936 y la llegada al poder del Frente Popular, las élites utilizaron a laultraderecha y a los militares para dar un golpe de Estado que protegiera susprivilegios. En los años finales de la Transición, aquellos que habían vividomuy bien a la sombra de Franco, aprovecharon la caída en desgracia de AdolfoSuárez, la crisis de la UCD y el terrorismo de ETA como excusa para intentarderribar el 23F —con presuntas connivencias de la propia clase política y de laJefatura del Estado— los avances democráticos conseguidos tras la muerte deldictador.
Ahora está ocurriendo lo mismo. La crisis sanitariaprovocada por el Covid19 está sirviendo de acicate para los ultras a la hora deinstar a la perpetración de un golpe de Estado contra el Ejecutivo elegidodemocráticamente por la ciudadanía.
Desde el pasado mes de diciembre, desde las filas ultras, seestán haciendo llamadas a ello. Fulgencio Coll, portavoz de Vox en elAyuntamiento de Palma de Mallorca, afirmó que «los poderes del Estado debenimpedir la investidura». Esto ya era una llamada a subvertir el ordendemocrático de manera violenta. El propio Santiago Abascal, para defender aColl, afirmó en redes sociales que «España se va a defender».
Dentro de las medidas propuestas por Vox aprovechando la pandemia,se encontraba la dimisión del Gobierno y que el Ejército se hiciera cargo delos servicios esenciales del Estado. Es decir, una toma del poder por parte delos militares.
Además, dentro de las propuestas del partido ultra se encuentra la creación de un gobierno de emergencia nacional que no es otra cosa que la transposición a 2020 de lo que pretendieron los golpistas del 23F, un gobierno que, entonces, iba a estar encabezado por el general Armada. Vox presentó en sociedad, a través de su portavoz adjunta Macarena Olona, rodeada de condicionales, su terna para presidir el gobierno de emergencia nacional que pretenden formar si consiguen derribar al legítimo, al elegido por el pueblo español. Los tres candidatos son: Rosa Díez, José María Aznar y…, Felipe González.
La última de Vox se ha visto en los canales creados por losultras, algunos no oficiales pero en los que están presentes dirigentes yparlamentarios, en los que se están haciendo llamamientos al golpe de Estado,tal y como ha publicado El Plural.
Los ultras ya tienen militares en sus filas, algunos ocupandocargos públicos, y buena aceptación en las Fuerzas Armadas, tanto en la tropade base como entre una parte de los oficiales. Aprovechan cualquier resquiciopara tocar la fibra de los militares y que sientan que la Patria estáamenazada.
En parte, Vox tiene razón. España está amenazada, pero nopor el Gobierno ni por los independentistas. La amenaza que tienen todos loscompatriotas están en las élites capitalistas que no dudarán en que el pueblose muera de hambre si con ello sus riquezas aumentarán o sus cuentas deexplotación satisfarán a los mercados.
Sin embargo, es muy grave que se esté hablando de golpe de Estado. No se trata de una boutade. Ya no. La propaganda ultra, gracias a sus redes de bots propagadores de bulos, ha conseguido calar y están logrando unos niveles de desafección hacia la democracia entre el pueblo que podrían hacer que la ciudadanía viera con buenos ojos un cambio de régimen. Y eso está pasando sin que nadie haga nada o aplique la Ley de Partidos.