Y se le ve en la cara. Se le ve en la cara lo que está pensando. Puede verlo cualquiera si tiene acceso a la grabación de la final en Turín entre el implacable Djokovic y el ingenuo Sinner. Ingenuo es una manera amable de decir “tonto del culo”.
Tonto del culo en la sociedad moderna es cualquiera que pudiendo aprovechar una ventaja táctica, aunque sea innoble, no la utiliza. Sinner tenía esa oportunidad. Dado que el Torneo de Maestros de Turín es una liguilla existe la interesante posibilidad de que dos jugadores tengan que enfrentarse en más de una ocasión. Y así Sinner ya se había enfrentado a Djokovic y había tenido la habilidad y entereza de ganarle en el primer encuentro. Djokovic derrotado. Pero aún las circunstancias le daban otra oportunidad, otro as en la manga. Si en el último partido de la primera ronda Sinner perdía contra Holger Rune, Djokovic quedaba fuera.
Rune se dejó el alma para ganar a Sinner. Un partido igualadísimo y fascinante. Habría sido facilísimo para el italiano Jannik Sinner aflojar un poco al final y que tanto él como Alcaraz se librasen de tener que jugar contra Djokovic. Pero está el honor (esa cosa masculina tan ridícula en estos tiempos), está la honestidad profesional (algo insólito en nuestra época) y Sinner luchó hasta el límite de sus fuerzas para derrotar a Rune aunque eso supusiera que iba a tocarle a Alcaraz eliminarle, y si el español no lo lograba sería él, el propio Sinner, quien tuviese que enfrentarse con EL MEJOR TENISTA DE TODOS LOS TIEMPOS.
Porque lo es. Djokovic es el más grande. Y aunque a muchos nos gusta creer en la honestidad y el honor son valores que desprecia el mundo actual en el que impera LA MAXIMIZACIÓN DE BENEFICIOS. Quienes los aplican, los aplicamos, son, somos, tontos del culo.
Y ese desprecio podía leerse perfectamente en la mirada de Novak Djokovic desde el minuto cero de la final del Torneo de Maestros en Turín. Le pegó una paliza bestial a Sinner -que seguía cansado por el durísimo encuentro contra Medvedev el día anterior- por el mismo tanteo casi exacto que había logrado sobre Carlos Alcaraz. 6-3, 6-2 al español, y 6-3, 6-3 al italiano.
Nuestro aplauso para el imbatible Djokovic. Maravilloso como jugó. Pero como seguimos siendo románticos nuestro aplauso también para Alcaraz y Sinner, que aún se empeñan en ser limpios y honestos en cualesquiera circunstancia. Personas nobles de alma. Aunque pierdan a nosotros ambos nos gustan muchísimo. Y los admiramos.
(Porque en esta sección en verdad -como apuntó nuestro amigo J.M. en una cena reciente- no escribimos sobre tenis, sino sobre tenistas; que es algo muy distinto)
Tigre Tigre.
