Ayuso homenajea a niños israelíes asesinados, pero olvida a decenas de miles de menores palestinos asesinados por Israel

El homenaje de la presidenta madrileña a Ariel y Kfir Bibas, víctimas de Hamás, contrasta con su silencio ante los más de 15.000 niños palestinos muertos y heridos en Gaza y Cisjordania por el Ejército israelí y colonos

23 de Febrero de 2025
Actualizado a la 13:31h
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Ayuso Israel
Isabel Díaz Ayuso es una fanática defensora de Israel, un país que tiene como hoja de ruta el uso del terrorismo de Estado | Foto: CAM

La Real Casa de Correos, sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, se iluminó de naranja en memoria de Ariel y Kfir Bibas, los dos pequeños israelíes asesinados tras ser secuestrados por Hamás. Un gesto que condena, con razón, la crueldad del grupo terrorista. Sin embargo, este homenaje destapa el profundo sesgo de Isabel Díaz Ayuso al ignorar a las decenas de miles de niños palestinos asesinados por el Ejército israelí y los colonos en Gaza y Cisjordania.  

Cada muerte de un niño es una tragedia que debería estremecer al mundo. Ninguno tendría que haber sido secuestrado, ninguno debería haber sido asesinado. La memoria de Ariel y Kfir merece respeto, pero ¿qué ocurre con Mohammed Hoshiyeh, de 12 años, abatido en Ramala mientras regresaba de jugar al fútbol? ¿Qué pasa con Laila Al-Khatib, de solo dos años, asesinada de un disparo en la cabeza en Jenin?  

Desde el 7 de octubre de 2023, más de 45.000 personas han muerto en Gaza, casi un tercio de ellas niños. En Cisjordania, casi cada tres días un menor palestino es asesinado. Ataques aéreos, disparos en redadas y drones han segado vidas inocentes. Más de 1.000 niños palestinos han quedado heridos, muchos con discapacidades de por vida. La violencia no solo mata; deja cicatrices imborrables.  

La presidenta madrileña, firme defensora del sionismo, guarda silencio ante estas cifras. ¿Acaso esas vidas no merecen el mismo reconocimiento? ¿Por qué no se iluminó la Real Casa de Correos en memoria de Mohammed, Laila y los miles de menores palestinos que jamás volverán a jugar, aprender o soñar?  

Recordar a unos niños y olvidar a otros es trazar una línea moral injustificable. No se puede ignorar que el antisemitismo es una lacra intolerable, especialmente en tiempos donde las ideas neonazis y de extrema derecha resurgen. Pero defender la vida y la dignidad humanas debe ser una postura universal, sin excepciones. Condenar los crímenes de Hamás no puede ir acompañado de un silencio cómplice frente a las atrocidades del Gobierno israelí.  

Ayuso parece olvidar que los derechos humanos no se aplican a conveniencia. Hacer un homenaje a las víctimas israelíes mientras se ignora a las palestinas perpetúa una narrativa de vidas que valen más que otras. Cada niño asesinado, sin importar su nacionalidad, religión o lugar de nacimiento, merece ser llorado y recordado.  

Las imágenes de Kareem Sharaab, paralizado tras recibir un disparo en el cuello, o el altar improvisado en la casa de Mohammed Hoshiyeh, repleto de sueños truncados, exigen un reconocimiento. El sufrimiento de las familias palestinas, condenadas a la impunidad del Ejército israelí, debería sacudir conciencias.  

El antisemitismo, como cualquier forma de odio, debe combatirse sin fisuras. Pero eso no exime de señalar a un Estado que, bajo la justificación de su seguridad, perpetra abusos, asesinatos impunes y crímenes contra la humanidad. Si "cada niño importa", como proclaman algunas campañas internacionales, que importe cada uno, sin distinción.  

Ayuso tiene derecho a condenar los crímenes de Hamás, pero tiene la obligación moral de alzar la voz por todos los niños asesinados. Porque mientras se ilumina un edificio en Madrid, en Gaza y Cisjordania se apagan miles de vidas infantiles sin que nadie en el poder mueva un dedo.

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