La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha vuelto a protagonizar una sesión de la Asamblea marcada por la confrontación y el desdén hacia cualquier crítica a su gestión. Su estrategia fue clara: desviar la atención de las graves acusaciones sobre su entorno y el cuestionado uso de recursos públicos con una retórica victimista que roza lo surrealista. "Insúlteme mucho, todo lo que pueda, insúlteme en lo personal. Le irá muy bien en el sanchismo", espetó a la nueva portavoz socialista, Mar Espinar, en un intento de caricaturizar el debate político.
Este nuevo episodio de la presidenta del PP madrileño se produjo en el contexto de un duro enfrentamiento con la oposición, que centró su discurso en dos frentes: la inminente declaración de su pareja, Alberto González Amador, por presunto fraude fiscal y falsedad documental, y el escandaloso favoritismo económico de la Comunidad hacia la productora de Ana Rosa Quintana, que ha recibido más de 11 millones de euros de Telemadrid desde que Ayuso llegó al poder.
Una nueva portavoz socialista que no se amilana
La socialista Mar Espinar debutó como portavoz en la Asamblea con un discurso directo y combativo. "Hablemos de política madrileña. Si quiere hablar de Venezuela o de Pedro Sánchez, le recuerdo que soy Mar Espinar y no Ana Rosa Quintana", lanzó en su intervención. Espinar exigió respuestas sobre el trato de favor a la productora de la presentadora, denunciando que con dinero público "se da de comer a escorpiones que propagan bulos".
Ayuso, en su habitual estilo de desprecio hacia el adversario, eludió cualquier explicación sobre el fondo de la cuestión y prefirió desacreditar a su interlocutora con su peculiar estrategia: invitarla a atacarla sin descanso. "Si no, va a durar lo mismo que su anterior portavoz", afirmó, en referencia a los relevos dentro del PSOE madrileño.
El 'matrimonio' entre Ayuso y Ana Rosa: la oposición pide explicaciones
El escándalo de los contratos millonarios entre la Comunidad de Madrid y la productora Unicorn Content, propiedad de Ana Rosa Quintana, sigue generando tensión. La oposición insiste en que esta relación va más allá de una simple coincidencia empresarial y se enmarca en una estrategia de control mediático para blanquear la imagen de Ayuso. "Queremos saber por qué, con el dinero de los madrileños, la productora de Ana Rosa Quintana ha recibido más de diez millones de euros mientras se externalizan servicios públicos esenciales", reclamó Espinar.
Ayuso, en lugar de responder, se escudó en su discurso de siempre: atacar al Gobierno central, a los medios que no le son afines y a la izquierda en general. En su intervención, incluso lanzó una pulla sobre la salida de David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno, de la Diputación de Badajoz: "Alguien podría decirle dónde está la oficina cuando vaya a despedirse". Un intento burdo de desviar la atención de sus propios escándalos.
El fantasma de la corrupción sigue persiguiendo a Ayuso
Por su parte, Manuela Bergerot, de Más Madrid, también puso el foco en la situación judicial del entorno de Ayuso. "Su novio tiene una cita con la justicia el próximo 24 de febrero. No sabemos qué se va a inventar para desviar la atención, pero está claro que tiene mucho que cantar sobre los delitos fiscales, las empresas pantalla y los negocios turbios", afirmó en su intervención.
La presidenta madrileña esquivó cualquier alusión directa a la investigación judicial de su pareja y prefirió continuar con su particular retórica de confrontación. Su portavoz en la Asamblea, Carlos Díaz-Pache, intentó desacreditar a la oposición calificando a Más Madrid de "ultraizquierda de bicicleta" y vaticinando que el PSOE madrileño se subordinará a Pedro Sánchez.
Una estrategia de distracción que empieza a desgastarse
El estilo político de Ayuso, basado en la provocación, eludir responsabilidades y generar ruido mediático, empieza a mostrar signos de desgaste. Las polémicas sobre la financiación de Telemadrid, la creciente externalización de servicios públicos y las sombras sobre su entorno inmediato han colocado a la presidenta madrileña en una posición cada vez más incómoda. Su estrategia de envolverse en el papel de "víctima del sanchismo" y de intentar reducir el debate político a una simple batalla de insultos podría estar llegando a su límite.
Mientras tanto, la oposición sigue exigiendo respuestas y la justicia avanza en sus investigaciones. Lo que es evidente es que ni las provocaciones teatrales ni los ataques a la oposición lograrán tapar las preguntas que cada vez más madrileños y madrileñas se están haciendo sobre la gestión de Isabel Díaz Ayuso.