Isabel Díaz Ayuso es una defensora de las teorías más radicales de un neoliberalismo que ensalza una supuesta libertad que, en realidad, sólo beneficia a la minoría más privilegiada de la población. No es nuevo, y en Diario16+ se ha analizado en repetidas ocasiones, que Ayuso ensalce una política fiscal basada en recortes de impuestos, unas reducciones que porcentualmente benefician más a las clases pudientes que a las medias y trabajadoras, tal y como se puede comprobar en las herramientas de cálculo publicadas por la Comunidad Madrid.
Ayuso defiende la idea de que una fiscalidad muy baja atraerá inversiones y generará puestos de trabajo. Eso ya se ha demostrado que es falso, puesto que los millonarios a los que se beneficia con este tipo de políticas fiscales no reinvierten sus ganancias. En un escenario ideal, como si fuera un laboratorio, esta teoría sería correcta, pero en una sociedad como la actual, en la que se ha impuesto la codicia corporativa y la de las grandes fortunas, no funciona. Los beneficios, finalmente, se reinvierten para lograr más beneficios. Es lícito, sí, pero no cuando esas ganancias vienen de la devaluación de la aportación al Estado.
Un ejemplo de ello se ve en las estrategias que las grandes corporaciones están aplicando, no sólo en España, sino en las potencias económicas. Las principales compañías de todos los sectores, en vez de generar valor para la sociedad, reinvertir en generar más puestos de trabajo o mejoras salariales para sus empleados, están aplicando estrategias de recompra de acciones. Esto, finalmente, deriva en un escenario especulativo que sólo beneficia a los grandes accionistas y los principales ejecutivos de estas compañías. Es lícito y legal, pero, desde luego, no es ético en un mundo en el que los índices de pobreza están creciendo de manera exponencial.
Hoy Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a hacer una loa de este sistema ultraliberal que es tan beneficioso para la macroeconomía como pernicioso para los servicios públicos y sociales. «Tenemos la fiscalidad más atractiva de España, la única región sin impuestos propios. Además, somos quienes más aportamos al Estado, de hecho, el 70% de la caja común para sufragar servicios públicos esenciales de otras comunidades autónomas proviene de su región capital, que es Madrid. Tenemos numerosas medidas como una Ley de Mercado Abierto que permite que cualquiera pueda invertir en Madrid sin licencias añadidas. Esta es la forma de no seguir dividiéndonos en mercados y comportándonos como si fuéramos 17 naciones, porque somos una y en esto tenemos que caminar juntos. Animamos a que en otros gobiernos se haga lo propio en lugar de atacar lo que sí funciona. Creo que por eso es importante recordar que los gobiernos no tenemos derecho a jugar con la fiscalidad a capricho, a ir contra la inversión porque eso es impunidad, abuso y siempre tienen el mismo resultado de la ruina. No se pueden devolver favores con la deuda con el déficit o elegir qué proyectos o cómo invertir a conveniencia política, no se pueden condonar las deudas, no se puede meter la mano en el bolsillo del contribuyente para mantenerse en el poder de manera confiscatoria. No hay derecho a hacer esto porque, además, siempre acaban pagándolo las mismas economías y creo que no es justo ni asumible en una economía social de mercado», ha dicho Isabel Díaz Ayuso en la inauguración de Madrid Investment Forum 2024.
La presidenta madrileña tiene razón cuando señala que un gobierno no puede regalar beneficios a una parte de la población a cambio de apoyo político, como está haciendo Pedro Sánchez. Sin embargo, cuando señala que el modelo ultraliberal que ella defiende es sinónimo de éxito se olvida de lo sucedido en Estados Unidos, donde las rebajas impositivas de Donald Trump del año 2017 provocaron un incremento de la deuda de más de 4 billones de dólares, lo que casi aboca a la mayor potencia del mundo a una situación de impago.
Ayuso también olvida lo que le ocurrió al gobierno conservador británico de Liz Truss, que anunció una rebaja radical de impuestos a las grandes fortunas y patrimonios que derivó en un default práctico que no se llevó a efecto por la intervención del Banco de Inglaterra.
Eso mismo es lo que está sucediendo en la Argentina de Javier Milei. Desmantelamiento del Estado que no está teniendo efectos positivos en la economía de las familias de clase media y trabajadora. Es más, ni siquiera está logrando grandes hitos macroeconómicos.
Por tanto, la situación que plantea Isabel Díaz Ayuso es tan angustiosa como el cuento «No se culpe a nadie» de Julio Cortázar, una verdadera obra maestra de la literatura mundial en la que el genio argentino crea un ambiente angustioso sólo con la acción de ponerse un pulóver.