Un presidente, varios ministros y ahora el delegado del Gobierno en Madrid, que no pintaba nada. Nadie queda a salvo de declarar ante el juez Peinado por el famoso máster de Begoña Gómez para la Universidad Complutense de Madrid, que para el magistrado debe ser algo así como el caso GAL del sanchismo. ¿Quién será el siguiente en desfilar por los juzgados de Plaza Castilla, el embajador de España en París, el Defensor del Pueblo, el rey Felipe? Por lo visto, todo dios en este país tuvo algo que ver, más o menos directa o indirectamente, con el cursillito de marras. Media España estaba en el ajo del posgrado universitario y ahora tiembla porque, más tarde o más temprano, terminará recibiendo la temida citación para ponerse camino de los juzgados y responder ante el juez inquisidor de la izquierda española.
Las últimas noticias dan cuenta de que el titular del 41 ha citado a declarar como investigado al actual delegado del Gobierno de Madrid, Francisco Martín Aguirre, por haber contratado a la asesora o asistente personal de la esposa del presidente del Gobierno en su época de secretario general de Presidencia. Sin duda, un escándalo intolerable. La citación ha causado sorpresa en medios judiciales y a esta hora se especula con que Peinado siga apretando el acelerador para avanzar en la investigación. Más testigos, más documentos, más pruebas. Más madera. A esta hora, no se descarta que el instructor envíe una comisión rogatoria urgente a la ONU para aclarar lo del dichoso máster; tampoco es descabellado que desplace a unos agentes judiciales a la Casa Blanca por si Trump y Melania lo sabían y le buscaron un hueco a Begoña en Harvard; e incluso cabe la posibilidad de que Peinado mande a los muchachos de la UCO, con premura y de incógnito, a Irán, por si el máster tiene algo que ver con el uranio enriquecido del programa nuclear de los ayatolás (eso sí, sin meter mucho las narices en la financiación de Vox, que ese tema quema como la radiactividad).
Peinado es un juez al que Sánchez no se la da con queso. Y si hay que remover Roma con Santiago, se hace. El asunto tiene una enjundia mundial y quién sabe si el pobre papa Francisco, a quien la curia ultra se la tenía jurada, no estaba también enterado del famoso curso de la Complutense. No se puede dejar ni un solo fleco, indicio o sospecha por aclarar (así se necesiten dos décadas de sumario y estirar la causa como un chorizo interminable) y ya tarda el polémico magistrado en desplazarse al Vaticano para hacer unos cuantos preguntaos por ahí, entre los prelados del cónclave, por si entre ellos está la clave de todo este turbio asunto. Hay algunos obispos woke, filipinos y chinitos topos de Xi Jinping, que tienen toda la pinta de ser agentes encubiertos del nuevo comunismo al servicio de Sánchez. Francisco I se llevaba un sospechoso buen rollo con el premier socialista español (concordatos al margen) y quién sabe si no dictó una encíclica secreta para que Begoña Gómez se levantara un parné en la Universidad Pontificia. Bergoglio era “el representante del Maligno en la Tierra”, ya lo dijo Milei, y hasta le dio permiso a Moncloa para sacar la momia de Franco del Valle, que ya hay que ser rojazo. No se puede dejar sin investigar esa parte de la trama Moncloa-Banca Ambrosiana. Las conexiones entre el Vaticano y el máster de Begoña son evidentes y urge abrir una pieza separada cuanto antes.
Esto del máster begoño empieza a oler mal, muy mal. Porque si las sospechas del juez Peinado son acertadas y fundadas, puede ser algo muy gordo. Más que la operación Gürtel, más que la Kitchen, más que la Policía Patriótica y el espionaje a la oposición política. Mucho más que las cloacas de Villarejo. Nos encontramos ante el caso más escandaloso y espeluznante de la historia de España, un peligro letal para la democracia, una amenaza real para la convivencia entre españoles, y necesitamos un juez valiente como este que ponga pie en pared. Ya está bien de impunidad y de crímenes sin investigar y sin resolver. Si hace falta ir al Kremlin para preguntarle a Putin y remover los polvorientos archivos del KGB en busca de papeles, no quedará otra. Lo que haga falta, no debe escatimarse en gastos y recursos de la maltrecha oficina judicial española, lo del máster no puede quedar así.
Hemos asistido a cosas horribles y tremendas en estas décadas de democracia de baja intensidad, Lasa y Zabala, Roldán llevándoselo crudo, Rodrigo Rato entre rejas, Zaplana otro tanto, Aznar mintiendo con el 11M, muchos políticos del PP formando parte del sindicato del crimen, Mazón en El Ventorro mientras sus paisanos se ahogaban y hasta un rey dándole el palo a Hacienda, pero esto del diplomilla universitario de la Complutense, esto, supera todo lo visto anteriormente. Es el no va más de la corrupción, el caso del siglo. Queremos la verdad.