Éramos pocos y apareció el padre de Yolanda Díaz

14 de Abril de 2023
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Foto: Agustín Millán. Yolanda Díaz en la presentación de SUMAR

Solo faltaba el padre de Yolanda Díaz para terminar de rematar la crisis a llaga viva entre la vicepresidenta del Gobierno y Podemos. Suso Díaz aseguró ayer en La Sexta que la dirección nacional del partido morado se está equivocando en su estrategia de cara a un posible pacto con Sumar, la plataforma creada por su hija para aglutinar a una izquierda transversal y de amplio espectro. “Está presionando todos los santos días a Yolanda”, se lamenta el padre de la ministra de Trabajo disparando a bocajarro contra Podemos. De modo que cuando más sosiego y tranquilidad hacía falta, cuando más paños calientes se necesitaban en la guerra abierta en el mundo podemita, aparece la figura paterna, como una especie de Deus ex machina, para cantarle las cuarenta a Ione Belarra e Irene Montero. “El hacer el padre por su hijo es hacer por sí mismo”, decía Cervantes. O sea, craso error.

Suso Díaz es un histórico de la izquierda gallega. Líder sindical, luchador en las revueltas del naval en el 72 y secretario general de Comisiones ObrerasGalicia desde 1989 hasta el año 2000, militó en el PCE en los tiempos duros de la clandestinidad. Como otros muchos, pagó caro su activismo en las cárceles franquistas, ganándose el derecho a ser considerado un tótem del comunismo. De alguna manera, en el mundo sindical gallego se le sigue considerando un héroe, un mito, el abuelo de la izquierda al que aún se escucha con atención. Sus diatribas en apoyo a Yolanda Díaz son perfectamente comprensibles. ¿Qué padre no ha tenido que salir en defensa de una hija alguna vez diciendo aquello de “a la niña ni me la toques”? El problema es que, para acabar de completar el galimatías de la izquierda gallega, que es un espejo en el que se refleja fielmente la situación de la izquierda nacional, Suso Díaz ha anunciado su candidatura por Unidas Podemos en A Coruña como último de la lista electoral encabezada por José Manuel Sande. Es decir, va como candidato de un partido al que su retoña pretende liquidar algún día por la vía de la absorción. ¿Cómo se come eso? “Soy afiliado a Izquierda Unida, al Partido Comunista y pago la cuota para Sumar. Tengo overbooking de cuotas de partido, pero por suerte en Galicia y en A Coruña hay unidad entre Podemos e IU”, aclara en una entrevista para El Mundo, donde lo califican como el “motopapi” de la vicepresidenta. “Quiero unidad... pero Podemos no está diciendo cosas bonitas de mi hija”, sentencia el veterano sindicalista.

Uno cree que el gran patriarca de la izquierda gallega es el símbolo perfecto de la confusión, del totum revolutum y del exceso de partidos que vive el rojerío hispano siempre convulso. Hemos llegado a un punto en que ahí nadie sabe exactamente con quién está. Unos apuestan por dar el paso definitivo e irse con Yolanda Díaz, enterrando a Podemos, pero Belarra no les deja. Otros son partidarios de no romper radicalmente con el partido de Pablo Iglesias. Los hay que piden coalición electoral y los que reclaman una refundación en un cuerpo único y nuevo. Y algunos exigen confluencia, pero con programas electorales diferentes, esto es, manteniéndose la independencia y autonomía de cada organización… O sea, un auténtico sudoku de imposible resolución.

En la izquierda a la izquierda del PSOE haría falta un ejercicio de responsabilidad de manera urgente, ya que visto desde fuera, el espectáculo empieza a ser surrealista, nada edificante y peligroso para el bloque progresista, que transmite una sensación de constante gallinero y falta de solvencia en un contexto de auge de la extrema derecha. Suso Díaz está con Podemos Galicia, donde por lo visto hay unidad. Hasta ahí parece que lo tenemos claro. Sin embargo, pone a parir a la directiva de Madrid por haber boicoteado el acto de puesta de largo de Sumar en el polideportivo Magariños. Esa posición, si bien puede resultar coherente desde el punto de vista político, no deja de crearle un problema añadido a Yolanda Díaz. Es lo que suele ocurrir cuando un padre pone toda la buena fe del mundo tratando de resolver los asuntos de los hijos y acaba estropeando aún más la situación. Él mismo acierta cuando dice que lo que hace falta aquí es que acaben las tensiones, que “haya silencio y no ruido”, que se reúnan y lleguen a un acuerdo. Entonces, si lo tiene claro, ¿por qué se mete en este fuego cruzado entre unos y otros que no hará sino agravar el incendio?

Yolanda Díaz es una mujer sobradamente preparada, por talento negociador y experiencia de Gobierno, para resolver esta delicada situación. Se basta y se sobra para salir del atolladero. No necesita la intervención paterna, en forma de chorreo al vecino, en un momento tan sensible. Pablo Iglesias, desde su chalé de Galapagar, seguramente no se habrá tomado bien la cosa y habrá pensado: “Ya está papaíto malmetiendo”. No sería buena noticia este enésimo cabreo del macho alfa en la sombra si de lo que se trata es de recuperar el diálogo y la negociación entre Podemos y Sumar. Como tampoco le habrá hecho demasiada gracia que Suso Díaz se haya mostrado tan duro cuando dice eso de que en Podemos “llevan un día sí y otro también traicionando a Yolanda y eso no conduce a nada bueno”. Una declaración tan vehemente, salida del alma de un padre afectuoso y sincero pero impulsivo que no mide cuando le tocan a la hija, no contribuye a crear un clima de cordialidad entre los socios enfrentados y hasta puede terminar desatando la guerra civil total en las maltrechas izquierdas españolas.

En lo que sí le damos la razón al bravo decano del sindicalismo gallego es en que todo este follón de Podemos y Sumar (dos partidos que a fin de cuentas defienden lo mismo con pequeños matices, no se entiende tanto cainismo) “da muy mala impresión”. Y además pinta muy mal, añadiríamos nosotros.

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