Puede que no hayas oído hablar de los incels, la manosfera o la llamada regla 80/20. Pero si tienes un hijo adolescente o un hermano joven, es muy probable que sí lo haya hecho él. Y no de forma inocente. Estas comunidades, que se esconden detrás de supuestas críticas sociales o debates sobre “masculinidad”, están captando a miles de chicos que encuentran en ellas una supuesta explicación a sus frustraciones. Lo que no saben —o no quieren saber— es que muchas de esas ideas están basadas en falsedades, manipulan emociones vulnerables y promueven un odio larvado contra las mujeres.
Una red que crece en la sombra contra las mujeres y las minorías
¿Qué es la ‘manosfera’?
La manosfera es el término con el que se agrupan varios foros y canales digitales que se autoproclaman “espacios para hombres”. En ellos, se mezclan consejos de autoayuda con mensajes de odio. Se empieza hablando de cómo superar una ruptura o cómo ganar seguridad en uno mismo. Pero pronto se pasa a afirmar que el feminismo ha destruido a los hombres, que las mujeres solo quieren dinero y poder, y que el mundo está “diseñado” para pisotear a los varones.
Dentro de esta manosfera, hay distintos subgrupos. Están los llamados incels (célibes involuntarios, por sus siglas en inglés), hombres que se consideran incapaces de tener relaciones afectivas o sexuales con mujeres y que culpan a estas de todos sus males. También los defensores de teorías como la regla 80/20, que asegura —sin pruebas— que el 80% de las mujeres solo se fijan en el 20% de los hombres “más atractivos”. Todo ello, presentado como si fuera “ciencia social” o “estadística”, cuando en realidad no es más que ideología disfrazada.
La regla 80/20: una mentira que se extiende
Uno de los argumentos favoritos de estos grupos es la llamada regla 80/20. Según esta teoría, las mujeres estarían biológicamente programadas para desear únicamente a los hombres con mejores rasgos físicos, económicos o sociales, lo que dejaría al resto de varones “sin opciones”. Esta idea, que no tiene ningún respaldo científico, se basa en malinterpretaciones interesadas de datos de apps de citas como Tinder.
Lo preocupante no es solo que esta teoría sea falsa, sino que se utiliza como justificación para el odio. Si los jóvenes creen que las mujeres los rechazan no por cómo se comportan o lo que sienten, sino porque están “condenados” por su aspecto o nivel económico, lo siguiente es asumir que ellas son el enemigo. Y de ahí a la radicalización hay un paso.
YouTube, TikTok y los algoritmos del resentimiento
Este fenómeno no ocurre en la televisión, ni en periódicos, ni en el debate público tradicional. Sucede en el móvil. Plataformas como YouTube, TikTok, Reddit o foros como 4chan y Discord se han convertido en el nuevo terreno de juego para estos mensajes. ¿Y por qué funcionan? Porque el algoritmo no busca verdad, sino clics. Y el contenido que apela a las emociones negativas —como la rabia, la frustración o el victimismo— es el que más se comparte.
Así, vídeos con titulares como “la verdad que las mujeres no quieren que sepas”, “cómo ser un hombre alfa en 10 pasos” o “por qué el feminismo destruye la sociedad” consiguen millones de visualizaciones. Muchos jóvenes entran por curiosidad, pero acaban atrapados por una narrativa que les da sentido a sus inseguridades: “No tienes novia porque el sistema está en tu contra”.
Una generación joven y vulnerable
Hay una razón por la que estos mensajes calan tan hondo. Los adolescentes están en una etapa en la que buscan su identidad, su lugar en el mundo, y muchas veces no tienen referentes sólidos o espacios seguros para hablar de lo que sienten. Si sumamos la presión social, el auge de la pornografía como fuente de educación sexual y la falta de políticas de igualdad con enfoque masculino positivo, el resultado es un caldo de cultivo perfecto para que crezcan estas ideas.
El problema no es que los chicos estén enfadados o inseguros. Eso es normal. Lo grave es que alguien se aproveche de ese malestar para convertirlo en odio.
Mentiras que se convierten en ideología
Uno de los trucos más peligrosos de estos grupos es disfrazar sus discursos con un barniz de “realismo”. Aseguran que dicen “verdades incómodas” que el feminismo “quiere censurar”. Se presentan como víctimas de un supuesto sistema que privilegia a las mujeres y castiga a los hombres. Pero no aportan datos serios, ni estudios, ni contrastes. Solo relatos personales, anécdotas sacadas de contexto y una visión distorsionada del mundo.
Y, sin embargo, logran influir. Porque a muchos jóvenes nadie les ha explicado qué es realmente el feminismo, ni por qué la igualdad beneficia a todos, ni cómo de complejas y diversas son las relaciones entre personas. En ese vacío, entra la manipulación.
¿Qué podemos hacer? Educación, diálogo y presencia
Este fenómeno no se combate solo con censura o prohibiciones. Lo primero es abrir los ojos. Padres, madres, profesorado y adultos en general deben saber que esto está ocurriendo. Hay que hablar con los chicos, escuchar sus inquietudes sin ridiculizarlas, y ofrecerles alternativas reales: educación emocional, referentes masculinos positivos, espacios de confianza donde puedan expresarse sin miedo a ser juzgados.
También es urgente que los medios y las instituciones dejen de tratar estos grupos como “curiosidades de internet” y los nombren por lo que son: focos de radicalización machista. No es solo un problema digital. Es una amenaza social.
No es broma, es violencia
Lo que empieza como un vídeo con consejos para ligar puede acabar en mensajes que justifican la violencia contra las mujeres. No es exagerado. Ya ha pasado. La historia de Elliot Rodger, el joven estadounidense que asesinó a seis personas en 2014 tras dejar un manifiesto lleno de odio incel, es solo el ejemplo más extremo.
No podemos permitir que el silencio o la ignorancia dejen el terreno libre a quienes siembran el odio. La ‘manosfera’ no es una moda, es una trampa. Y nuestros jóvenes merecen mucho más que mentiras disfrazadas de verdad.