José Luis Peñas, el triunfo de la honradez

Tras el indulto al concejal que desmanteló la trama Gurtel, el Gobierno anuncia una oficina para proteger a los denunciantes de corrupción mientras el PP cierra las de Valencia y Baleares

30 de Octubre de 2024
Actualizado el 31 de octubre
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José Luis Peñas en una imagen de archivo.
José Luis Peñas en una imagen de archivo.

El Gobierno Sánchez ha concedido el indulto parcial a José Luis Peñas, ya saben, aquel exconcejal del Partido Popular de Majadahonda que le echó bemoles, vergüenza torera y mucha dosis de ética y dignidad para destapar la trama Gürtel. El perdón no afectará a su pena de prisión, pero sí se le conmutará la inhabilitación para el empleo público. De esta manera, el Gobierno hace justicia con un hombre que se jugó la vida y la de su familia para poner al descubierto una red mafiosa en el seno del PP. Los años que vivió Peñas no se le desean a nadie. Solo él, y su círculo más próximo, saben lo que fue aquello: un pequeño David enfrentándose a un poderoso Goliat. Insultos, vejaciones, extorsiones, inquietantes mensajes anónimos, amenazas gravísimas, la muerte civil. Un infierno.

Peñas quedará como alguien que antepuso la verdad a su comodidad personal. Pudo haber hecho la vista gorda, mirar para otro lado, dejarlo correr. Seguir cobrando como si nada, poner el cazo. Pero decidió llegar hasta el final con todas las de la ley para desenmascarar a toda esa ralea que va apestando la Tierra, tal como dijo Machado. Tuve la oportunidad de entrevistarlo en cierta ocasión para la revista satírica Gurb. Y me contó cómo un buen día cayó en la cuenta de que todo a su alrededor era una gran mentira, un inmenso cesto lleno de manzanas podridas, por lo que decidió meterse una grabadora en el bolsillo e ir a por los corruptos. Jamás se arrepintió de haber dado ese paso crucial en la vida, y mucho menos cuando el día del juicio, Francisco Correa, Don Vito como lo conocían por ser el cerebro de la trama, lo fulminó con la mirada encendida de odio.

“Lo hice porque lo tenía que hacer y volvería a hacerlo”, me reconoció. Sin embargo, nuestra frágil democracia parece que no perdona a aquellos que osan destapar el fango que corre por las alcantarillas del Estado y Peñas terminó en el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional, como uno más de la banda. “Supongo que es un aviso para navegantes, una forma de decirnos que quien denuncia a un partido como el PP la paga. Esto funciona así, pero estoy seguro de que al final voy a salir absuelto”, me dijo ya en aquella ocasión. Y al final ha salido. El indulto por “razones de justicia y equidad” repara muchos sinsabores. Nunca se le borrará la pena de cuatro años de cárcel, pero al menos se le permitirá mantener su puesto de funcionario en el Ayuntamiento. Algo es algo.

Las grabaciones de Peñas sacudieron los cimientos del Estado, arruinaron a grandes empresarios que medraban sobornando a políticos a golpe de dádivas y talonarios y pusieron de manifiesto que nuestro sistema político estaba corroído de podredumbre. Su arrojo le salió bien caro y llegó a temer lo peor, sobre todo cuando su mujer sufrió un extraño accidente de coche. “Una noche llamaron diciendo que la próxima vez se caería con la niña desde un barranco muy alto, la persiguieron, hacían que se viera claramente que la perseguían, fueron hasta los colegios de los niños. Ten en cuenta que Gurtel tenía políticos muy importantes del más alto nivel”.

A partir de ahí, se quedó sin trabajo, o mejor dicho, le negaron el derecho fundamental de toda persona a trabajar. “Me considero un hombre honrado, pero ahora la gente piensa que si he sido capaz de delatar al PP seré conflictivo”, llegó a decirme. Por no hablar de la implacable persecución de Hacienda, que lo sometió a cuatro inspecciones. “¡A mí, a una persona que tiene un puñetero sueldo de funcionario!”, se quejaba amargamente.

Peñas es el símbolo perfecto del sufrido denunciante de corrupción. En este país hay mucha gente valiente, gente honrada, gente dispuesta a airear toda la mugre que corre a su alrededor. Pero hay que protegerla, ayudarla, darle un espacio seguro. Y no siempre ocurre. Ahora el Gobierno quiere terminar con el calvario de quienes se atreven a denunciar. Ayer, Félix Bolaños felicitó a Peñas y de paso anunció la apertura de una oficina para que los otros Peñas que vienen por detrás puedan seguir con esa silenciosa guerra contra el mal. “El indulto a Peñas, que fue esencial para la investigación de una trama delictiva tan importante como la Gurtel, pone de manifiesto que el Gobierno ampara, respalda, reconoce y apoya a todas aquellas personas que denuncian”, dijo el ministro. Qué diferencia respecto a esos gobiernos del PP de Valencia y Baleares, donde se han cerrado las oficinas antifraude y anticorrupción. No todos los políticos son iguales.

Ahora que vuelve a estallar el chapapote de la corrupción con el caso Koldo y otros, he recordado que aquella entrevista con Peñas, una de las más gratificantes de mi vida, nos devolvió la esperanza en el ser humano. Tenía ante mí a un hombre común que no se consideraba un héroe, sino alguien que hizo lo que todos tendríamos que hacer por imperativo categórico kantiano. Dejó una frase que aún retumba en mi memoria: “Los ladrones de verdad, los que permiten de verdad que estos trinquen, no están sentados en el banquillo”. Felicidades José Luis, al final has ganado la batalla. Eso ya no te lo quita nadie.

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