La fontanera de Ferraz

El escándalo de los audios de la UCO parece apuntar a las cloacas del PSOE, pero faltan muchas cuestiones por aclarar en este caso

29 de Mayo de 2025
Actualizado a las 11:38h
Guardar
Leire Díez, señalada como fontanera de Ferraz, con Pedro Sánchez.
Leire Díez, señalada como fontanera de Ferraz, con Pedro Sánchez.

Los audios de la militante socialista Leire Díez se han convertido ya en el nuevo escándalo del sanchismo. Son feas esas grabaciones en las que la supuesta fontanera de Ferraz proponía ventajas y beneficios a empresarios en apuros judiciales a cambio de información para chantajear a la UCO y que deje de molestar a Sánchez con sus sumarios y causas abiertas. A primera vista, el asunto parece que apesta a cloaca. Sin embargo, hay que ir con calma antes de sacar conclusiones precipitadas porque quizá esto no sea el caso Villarejo, ni la Kitchen, ni la Policía Patriótica, asuntos que tanta tinta periodística destilaron en tiempos de Jorge Fernández Díaz, aquel ministro del Interior de Rajoy que creía en la existencia de su ángel de la guarda Marcelo, un ente que, dicho sea de paso, no pudo hacer nada por evitar que su protegido terminara ante la Justicia.

Para empezar, conviene no perder de vista que todo este jaleo de Leire Díez llega días después de que el juez Pedraz haya reactivado la investigación de la guerra sucia contra Podemos. Curiosa coincidencia cuando menos. Tengamos presente, por tanto, que estamos en medio de una batalla de dosieres, una reyerta entre fontaneros de derecha e izquierda, un choque de grupos parapoliciales y cloacas del Estado.

Pero volvamos a los audios de Leire. Ciertamente, por el tono de las grabaciones y su forma de expresarse, parece una aficionada que ha visto demasiadas películas más que una espía o experta en asuntos de inteligencia. Uno de aquellos personajes costumbristas de la España de los extrarradios de la serie Aída. “Necesito a Balas, así de claro”, le dice a sus interlocutores en un momento de las conversaciones. Como quien ordena a un lacayo que le traiga la cabeza de una perdiz. Raro, típico de alguien con aires de grandeza que se ve a sí mismo con el poder omnímodo del mismísimo Napoleón. Si el gran Rubalcaba levantara la cabeza...

Los primeros días, el PSOE trasladó la imagen de Leire como una especie de Pequeño Nicolás, una fantasmona que creía saberlo todo sobre los entresijos del poder cuando no sabía nada, una más que iba de algo cuando no era nadie. Pero con los días, esa versión ha dado paso al silencio cómplice y sospechoso de Ferraz. La explicación de que estamos ante una indocumentada no debe servirnos ni dejarnos satisfechos. Leire ha ostentado cargos importantes en el organigrama socialista (incluso en Correos), de modo que no era ninguna mindundi o piernas que pasaba por allí. Así que, entre la imagen de violenta y despiadada agente secreta salida del cuartel de Intxaurrondo para lavar los trapos sucios del sanchismo, y la de farsante sin ninguna atribución importante en el partido, quizá haya que quedarse en un término medio, coger todo lo que tiene que ver con este turbio asunto con pinzas. Ni Paquín ni Pacón. Leire ni es una sicaria al servicio del nuevo GAL del malvado Sánchez, tal como pretende Pedro Jota y la prensa de la caverna, ni es una hermanita de la caridad. Es Leire, alguien que sabía mucho del partido y alguien que probablemente ha dejado demasiados cadáveres en el camino. Basta con poner la televisión e ir cambiando de canal para que aparezcan afectados y damnificados por las decisiones de esta mujer. Gente que se la tiene jurada por haberle gastado alguna putada en este ingrato negocio de la política y que ahora va a empezar a pasar facturitas. Así que el caso Leire solo puede deberse a dos hipótesis: o la UCO patriótica al servicio del PP ha empezado a filtrar como si no hubiera un mañana o algún resentido se ha cobrado una deuda pendiente.

Pero hay más circunstancias que no podemos pasar por alto. El teniente coronel Balas –a quien, según el audio, Leire quería fastidiarle la vida (por decisión propia o de alguien por encima de ella)– es una de las piezas clave de la UCO. Hablamos del investigador que anda detrás de Pedro Sánchez, de Begoña Gómez, del Hermanísimo, de Ábalos y Koldo y del fiscal general del Estado, García Ortiz. Es decir, que por sus manos ha pasado y pasa toda la mugre que pueda estar destilando el poder sanchista. Si había un hombre al que extorsionar para frenar la cloaca ultra contra Moncloa, ese era este guardia civil.

A esta hora, la gran pregunta que se hace todo el mundo es si Leire actuaba por su cuenta y riesgo, como una loba solitaria, o era una mandada de arriba. Cuesta trabajo creer que Sánchez confiara asuntos de Estado de la más alta seguridad, marrones y material altamente radiactivo, a alguien cuyos conocimientos sobre espionaje, inteligencia y crimen organizado se reducen, todo lo más, a haber leído alguna novela de John Le Carré. Aunque cosas peores hemos visto, como porteros de clubes de alterne con antecedentes penales ascendidos milagrosamente en el ministerio y queridas con piso en la Castellana colocadas a dedo en la Administración del Estado.

Leire ha tratado de quitarle importancia al escándalo al asegurar que todo lo hizo porque estaba preparando documentación para un libro. Obviamente, nadie es tan estúpido como para tragarse esa coartada. Si tiene poca pinta de agente encubierta, menos aún de Agatha Christie o periodista de investigación. Aunque, curándonos en salud, tampoco caigamos en el error de que era una donnadie, mequetrefe o cero a la izquierda. Si prospera la querella de Vox y la sientan en el banquillo para que tire de la manta, sería una mala noticia para el PSOE. Tiene todo el aspecto de brava diva de ópera con los bemoles bien puestos y dispuesta a cantar La traviata.

Tal como uno lo ve, Leire, la buena de Leire, parece más bien la típica Antoñita la Fantástica, aquel personaje infantil creado por Borita Casas que con sus historias radiofónicas evadía a los españoles de la dura realidad cotidiana del franquismo. Antoñita hablaba con las musarañas, viajaba al país de Babia, soñaba con ser artista y creía vivir en la corte de un sultán, rodeada de duendecillos y personajes mágicos. O sea, un auténtico porro literario. Pues eso es lo que, a falta de nuevas pruebas, parece ser Leire Díez: una lectora febril a la que se le fue de las manos una novela de espías. Bien haría Sánchez en salir a dar explicaciones ya. Si Leire no era nadie en el partido, que lo diga. Y si cortaba el bacalao como cloaquera con licencia para matar, también. Explicaciones cuanto antes, luz y taquígrafos, porque el PSOE se desangra entre escándalos y Page empieza a perder la paciencia.

Lo + leído