El Partido Popular es una formidable y prodigiosa factoría de fabricar bulos. Pero el último montaje, la propagación de rumores sobre pucherazo en el voto por correo, no ha salido exclusivamente de Génova, sino que ha contado con un aliado inesperado: Regino Martín, el sindicalista de Comisiones Obreras a quien Feijóo definió en su día como su “único amigo comunista” y que en las últimas horas ha arrojado graves sombras de sospecha sobre el proceso electoral. Es lo que le faltaba a la izquierda para terminar de hundirla el 23J: un sindicato izquierdoso haciendo campaña electoral por las derechas y sus patrañas. Tras un resultado desastroso en las municipales del 28M, tras el estallido de rencillas en Sumar y el hundimiento de Pedro Sánchez en el debate televisivo cara a cara con el jefe de la oposición, al bloque progresista solo le quedaba ver a un señor de CCOO que cuando abre el pico parece un candidato más del PP.
Durante toda la semana han circulado infundios que apuntaban a un supuesto intento del Gobierno de boicotear el voto a distancia a través del servicio postal. “El Gobierno no parece que esté encariñado con que la gente vaya a votar”, dijo en Telemadrid el responsable de Comisiones. En realidad, Correos ha puesto en marcha un dispositivo como no se había visto antes. Ha reforzado las plantillas con más de 20.000 contratados, ha ampliado horarios y turnos de oficina y ha destinado todos los recursos posibles al 23J. Es cierto que los carteros van con retraso y que un millón de personas aún no han recibido el ansiado sobre con la documentación, pero desde la empresa garantizan que se va a cumplir el objetivo dentro de los plazos para que no se quede ni un solo español sin votar, tal como ha ocurrido desde 1977. No nos cansaremos de repetir que tenemos uno de los sistemas electorales más fiables del mundo, más incluso que el de Estados Unidos, donde tardan una eternidad en recontar los votos.
Sin embargo, la semilla de otra descabellada teoría conspiranoica al más puro estilo trumpista estaba plantada y Feijóo no iba a dejar pasar la oportunidad de subirse a ese carro, aunque es cierto que tras un primer calentón recogió cable y quiso aclarar que él nunca ha hablado de “pucherazo”, sino de irregularidades. Tampoco iba a dejar de mojar en esa suculenta salsa la portavoz parlamentaria Cuca Gamarra, que fue más allá que Feijóo, no se cortó un pelo y aseguró que Sánchez “quiere que no votemos porque él gana”. Pero quien iba a alcanzar cotas de indignidad difícilmente superables iba a ser el senador popular Francisco Bernabé, quien en Twitter se preguntó: “¿Huele a pucherazo?” Sugerir que el presidente del Gobierno pretende secuestrar la voluntad popular, en plan dictador bolivariano, es algo extremadamente grave y demuestra el grado de indecencia moral al que están llegando los trumpizados y voxizados dirigentes populares. Todo ello ha provocado el cabreo monumental de Zapatero, que se está dejando la piel en esta campaña, anda desatado y es de los pocos que aún creen en la remontada socialista. Lo que debería hacer Ferraz es bajar al odiado Sánchez del autobús, en vista de que el hombre anda algo depre tras el debate, y poner al vitalista expresidente del Gobierno como candidato para darle la vuelta a estas elecciones.
Regino, el histórico Regino de Correos, trabó amistad con Feijóo en el 2000, cuando el político del PP se ocupó de la dirección de la empresa. Desde entonces, se le ha visto acompañándole en diferentes actos públicos, como tomas de posesión y congresos extraordinarios. Ahora, el “único amigo comunista” de Feijóo (así lo definió el propio mandatario popular en alguna que otra ocasión), la ha liado parda al abonar el terreno para que arraiguen los rumores de complot con sorprendentes declaraciones como “el presidente [de Correos] no está facilitando el voto”; “hay un apagón informativo respecto a lo que los ciudadanos tienen que saber”; o “están engañando a los sindicatos, a los trabajadores y a la población”. Es como si estuviese haciendo puntos para ser el jefe del sindicato vertical o delegado laboral del Movimiento cuando Abascal llegue a la vicepresidencia.
Lógicamente, la fidelidad incondicional del bueno de Regino ha sentado como un tiro en CCOO, tanto que su máximo responsable, Unai Sordo, se ha visto obligado a desautorizar a su subordinado. “No compartimos que haya ninguna intencionalidad política detrás de la gestión de este voto (…). Este es un mensaje muy peligroso, deslegitimador de un proceso electoral y en Comisiones Obreras queremos ser taxativos”, aclaró Sordo.
Pero el daño ya está hecho. A esta hora la situación en el sindicato es altamente explosiva, ya que la polémica ha dado lugar a dos bandos enfrentados en plena campaña: los que apoyan las denuncias laborales de Martín (que a fin de cuentas se han convertido en reivindicaciones políticas) y quienes se sitúan de lado de la cúpula. El “único amigo comunista” de Feijóo ha estado a punto de reventar por dentro a la organización. El viento sopla a favor del dirigente gallego, todo le sale bien, y con esta trifulca entre carteros va a conseguir matar dos pájaros de un tiro: por un lado terminar de dividir al proletariado entre quienes se mantienen fieles a los principios marxistas y los que coquetean con los cantos de sirena del liberalismo pequeñoburgués; y por otro asestarle la puntilla definitiva a Sánchez.
Ha tenido que ser Yolanda Díaz quien por un momento se enfunde el mono de obrero de auténtica sindicalista para poner a Regino en su sitio al recordar que el portavoz lleva “décadas como liberado sindical en Correos”, afeándole la supuesta buena vida que lleva, y de paso también a Feijóo al afirmar que fue él quien desguazó la empresa con recortes, privatizaciones y precariedades laborales. Un sindicato debería estar para denunciar estos abusos, no para hacerle la campaña electoral al amigo de turno. Muy mal Regino, muy mal. Aunque bien mirado, en una de estas, Feijóo le da un carguete y lo hace ministro de Trabajo.