Sánchez defiende gastar más en defensa, pero sin aclarar cuánto, cuándo ni cómo

El presidente apela a la “pedagogía” para justificar ante el Congreso el aumento del gasto militar que exige Bruselas, mientras evita concretar cifras y se escuda en un equilibrio imposible con sus socios

26 de Marzo de 2025
Actualizado a las 11:34h
Guardar
Pedro Sánchez en su escaño del Congreso de los Diputados | Foto: Flickr PSOE
Pedro Sánchez en su escaño del Congreso de los Diputados | Foto: Flickr PSOE

Pedro Sánchez compareció este miércoles en el Congreso con un mensaje claro, aunque lleno de ambigüedad: España necesita gastar más en defensa, pero aún no toca explicar cuánto, cómo ni cuándo. El presidente del Gobierno afrontó un debate espinoso, con la presión de Bruselas y la OTAN por un lado, y la de sus socios de gobierno por el otro. En medio, una opinión pública mayoritariamente escéptica ante una posible deriva militarista.

Sánchez pidió confianza y tiempo. Habló de “pedagogía” y de “filosofía”, pero evitó todo lo que pueda parecerse a una hoja de ruta. Ni cifras, ni plazos, ni votación parlamentaria. Solo un discurso abstracto sobre la necesidad de reforzar la seguridad en un mundo inestable, especialmente tras el giro aislacionista de Donald Trump en Estados Unidos y el recrudecimiento de la amenaza rusa.

El 2% del PIB en defensa, una promesa en el aire

El compromiso asumido por España en la OTAN —alcanzar el 2% del PIB en gasto militar antes de 2029— sigue sin calendario ni presupuesto. Sánchez no lo desmiente, pero tampoco dice cómo lo cumplirá. De hecho, ni siquiera presentó un proyecto de presupuestos para 2025, sabedor de que no tiene los apoyos necesarios para aprobarlo.

La ambigüedad se convierte en estrategia. El Gobierno defiende que ahora toca hacer pedagogía, no anunciar cifras. Pero la realidad es que el margen de maniobra es cada vez más estrecho. Europa avanza hacia una inversión militar histórica —hasta 800.000 millones, según la Comisión Europea— y exige a todos los socios compromiso firme. España, en cambio, se mueve entre excusas y equilibrios políticos.

Sumar traga con pinzas, Podemos rechazo de plano

El socio de coalición del PSOE, Sumar, mantiene un delicado equilibrio. Aunque rechaza abiertamente el término “rearme”, ha dejado la puerta abierta a aceptar un aumento del gasto en defensa si se garantiza que no habrá recortes sociales. Un juego arriesgado que refleja la dificultad de mantener un discurso progresista mientras se justifica una mayor inversión militar.

Podemos, por su parte, se ha desmarcado por completo. El grupo morado exige que cualquier decisión de este calado pase por el Congreso y se someta a votación. Para ellos, el discurso de Sánchez es una maniobra de distracción que esconde un giro ideológico en toda regla.

La derecha exige concreciones

Desde el otro lado del hemiciclo, el PP de Alberto Núñez Feijóo arremetió contra la falta de claridad del Gobierno. Feijóo reclamó un plan detallado y votado en el Parlamento. Su partido, que propone incluso elevar el gasto militar al 3% del PIB, no cuestiona el fondo de la cuestión, pero sí la forma. Considera que Sánchez llega al debate en situación de “extrema debilidad” y sin apoyos reales.

Vox, como era previsible, fue más allá. Su portavoz, Pepa Millán, acusó al presidente de “mentir” y de usar “eufemismos” para ocultar una agenda oculta. Para la ultraderecha, el problema no es gastar en defensa, sino que lo haga un gobierno al que acusan de “traicionar a España”.

Una intervención llena de palabras, pero sin compromisos concretos

La posición de Sánchez es, a estas alturas, una cuerda floja. Por un lado, intenta no romper con sus aliados europeos, que exigen un mayor compromiso militar. Por otro, necesita no dinamitar su mayoría parlamentaria ni su imagen ante un electorado progresista que ve con desconfianza el giro hacia la militarización de la UE.

Por eso, el presidente rehúye los términos duros como “rearme” y habla en cambio de “protección”, “seguridad compartida” o “inversión estratégica”. Intenta explicar que no se trata de más armas, sino de estar preparados ante amenazas híbridas: ciberataques, desinformación, inestabilidad energética... Un discurso que mezcla conceptos militares con otros más técnicos, pero que sigue sin disipar las dudas.

El debate que marcará los próximos meses

Aunque Sánchez no hizo grandes anuncios, el debate de este miércoles deja claro que la cuestión del gasto en defensa va a dominar la agenda política en los próximos meses. La presión de Bruselas y de la OTAN no va a disminuir, y la falta de presupuestos no será una excusa aceptable por mucho más tiempo.

Además, el Gobierno ya ha empezado a mover ficha por otras vías. Este mismo martes, el Consejo de Ministros aprobó por decreto una subida salarial para los militares, de 400 millones de euros, sin necesidad de pasar por el Congreso. Un ejemplo de cómo puede aumentar el gasto sin contar con nuevos presupuestos.

En La Moncloa insisten en que no renuncian a aprobar nuevos presupuestos, pero admiten que no lo harán sin tener amarrados los votos necesarios. “No se trata de hacer perder el tiempo al Congreso ni a la ciudadanía”, dijo la portavoz Pilar Alegría. Pero lo cierto es que la división dentro del Ejecutivo, y la negativa de partidos como Junts o ERC a avalar estas cuentas, complica aún más el camino.

El ala socialista del Gobierno considera un “ejercicio de realismo” no forzar los tiempos. Pero esa estrategia también implica seguir gobernando con unos presupuestos prorrogados desde 2023, mientras se preparan para justificar más gasto militar ante una ciudadanía que sigue sin entender el sentido de ese cambio de rumbo.

Más pedagogía, menos miedo

Sánchez insistió en que su intervención no era para “hacer anuncios”, sino para explicar los motivos detrás de este giro. “La guerra ya no se libra solo con tanques, sino también con tecnología”, señaló. Y añadió que muchas de las inversiones pueden tener doble uso: militar y civil. De ahí su argumento de que no se trata solo de armamento, sino también de avanzar en innovación.

Pero incluso con ese enfoque, el presidente se enfrenta a un escepticismo creciente. A la izquierda no le convence un discurso que, pese a sus matices, abre la puerta a una Europa más militarizada. Y a la derecha no le basta con la retórica: exige compromisos firmes y rápidos.

En resumen, Pedro Sánchez ha abierto el melón del gasto en defensa sin tener aún claro cómo lo va a gestionar. La comparecencia en el Congreso deja más preguntas que respuestas. ¿Cómo se va a pagar ese gasto? ¿Qué se considerará “defensa”? ¿Pasará por el Parlamento o se hará por decreto? ¿Habrá recortes sociales encubiertos?

El presidente quiso dar una imagen de liderazgo y de visión de futuro. Pero, sin hechos concretos, su discurso puede quedar en tierra de nadie. Y en un contexto geopolítico tan convulso, la ambigüedad no siempre es una estrategia segura.

Lo + leído