La Moncloa de Pedro Sánchez es una trituradora de secretarios de Estado de Comunicación. Este puesto es clave para cualquier gobierno democrático, puesto que de ese organismo dependen unas estrategias comunicativas que no deben ser interferidas por la propaganda ni por los intereses personales o partidistas del o de la inquilina del Palacio de la Moncloa.
Desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno ya van 4 secretarios de Estado de Comunicación (SEC). Este puesto, precisamente, no debe tener mucha rotación, lo que demuestra a las claras que las estrategias de Sánchez van en función de sus intereses personales y partidistas, no de los del pueblo.
El primero de los SEC fue el periodista Miguel Ángel Oliver, quien realizó una buena labor, sobre todo porque tuvo que enfrentarse a un periodo de información constante como fue la pandemia. Oliver, hay que recordarlo, abrió La Moncloa a todos los medios que, de un modo u otro y sin importar su tamaño, tuvieron la oportunidad de intervenir y preguntar de manera telemética a las ruedas de prensa del presidente y de los distintos ministros.
A continuación, desde el año 2021, el cargo lo ocupó Francesc Vallés. A partir de este momento, la comunicación pasó a ser algo más y se focalizó en otras cuestiones que generaron polémica en los medios de comunicación, sobre todo en los más pequeños o los críticos con el presidente del Gobierno. A diferencia de Oliver, Vallés imprimió un carácter más sectario, más proclive a permitir los halagos y a frenar las críticas.
El penúltimo nombramiento fue el de Ion Antolín, quien, apenas 20 días después de haber sido designado ha presentado su dimisión alegando motivos de salud. Desde Moncloa indican que Antolín ha decidido "no tomar posesión del cargo".
En la situación actual, Sánchez ha decidido poner un perfil político, cercano al PSOE, como es Lydia del Canto, directora de Comunicación del PSPV, directora del diario Levante-EMV y directora de Gabinete del secretario general de los socialistas valencianos.