Tamames, un indepe al servicio de Vox

01 de Marzo de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Tamames

Pasan las horas y cada vez queda menos para la moción de censura fracasada de Ramón Tamames. Pero mientras llega el momento, siguen apareciendo datos sobre las recientes andanzas del viejo profesor en el mundo de la política y el ensayo que contribuyen a darle un carácter todavía más surrealista y kafkiano a la iniciativa parlamentaria promovida por Vox para derribar a Sánchez. La última es que Tamames es indepe. Como lo oyen. Tal cual. Un porro.  

Según una carta que recoge el diario El Mundo, dos días después del referéndum ilegal en Cataluña del 1 de octubre de 2017, Tamames sugirió a Artur Mas y Rajoy, por carta, el reconocimiento de la “nación catalana” como fórmula para salir del atolladero del procés. Y no solo eso. En alguna de sus obras ha apostado por trasladar el Senado a Barcelona, por montar una Agencia Tributaria Federal y por limitar la aportación del fondo de solidaridad interregional (que llevaría a Cataluña a aportar menos al desarrollo de las regiones más atrasadas). Si lo llega a saber Puigdemont lo hace conseller en cap.

Desconocemos si Santi Abascal y Espinosa de los Monteros conocían estos jugosos datos antes de ofrecerle al eminente catedrático de Estructura Económica la oportunidad de defender la moción antisanchista en el Congreso de los Diputados. Aquí caben dos opciones: si lo sabían y siguieron adelante con la descabellada aventura iban de orujo hasta arriba; y si no lo sabían, y se acaban de enterar, a esta hora deben estar dándose de cabezazos contra la pared porque el votante ultra está que trina.

Pero hombre, Santi, ¿cómo se te ocurre? Vox, el partido que sostiene la integridad territorial del Estado, la fuerza política neofalangista guardiana de las esencias ibéricas, el proyecto nacional llamado a defender, hasta la última gota de sangre, la indisoluble unidad de España, poniendo el programa político del partido en manos de un señor que cree que Cataluña es una nación. Vergoña. ¿Qué pensarán de todo esto Tejero, la Fundación Franco, los militares retirados del chat de la XIX promoción de la Academia del Aire donde se hablaba de fusilar a 26 millones de españoles? Y los piolines que sufrieron los adoquinazos de los CDR durante aquella semana trágica de Barcelona, ¿qué dirán de una traición tan flagrante? No es serio. Es más, todo lo que rodea a Abascal es una broma pesada de mal gusto.

En estos últimos años, los votantes de Vox habían visto en Abascal al hombre fuerte que necesitaba España, el delfín del posfranquismo al que ya se le empezaba a conocer en los ambientes nostálgicos y cuarteleros como el Caudillo de Bilbao. Sin embargo, ahora descubren con estupor que, a la hora de la verdad, elige a un caballero soberanista para echar a Sánchez del Gobierno por separatista. Escalofriante.

Ya nos parecía raro que la dirección de Vox no encontrara a otro hombre de paja más idóneo que a un intelectual que en su juventud fue un rojazo comunista amigo de Carrillo para encabezar la moción fake. Pero si encima de exbolchevique ahora se descubren los devaneos secesionistas del elegido, apaga y vámonos.

Se nos ocurren muchos nombres que podrían haber encajado como un guante en ese papel de relator de la moción de censura ultra. El sulfurado Hermann Tertsch, cualquier torero vestido de luces, Javier Tebas (este tiene experiencia, fue militante de Fuerza Nueva), el humorista Arévalo (el jodío tiene gracia y si se pone a contar chistes se mete en el bolsillo al hemiciclo y le vota hasta Rufián), qué sé yo. Lo mejor de todo es que, para el caso de que Tamames hubiese rechazado el encargo, alguien en Vox había tenido la ocurrencia de darle el papel a Felipe González o a Alfonso Guerra. Y no se le propusieron a Zapatero de milagro.

En España había miles para desempeñar el rol de censor una vez que Santi Abascal dio la espantada en el último momento (no sabemos si por estrategia política, por miedo escénico, porque no le apetecía o qué). Pues no. Tenían que elegir a un exizquierdoso de vuelta de todo que nunca sabes por dónde te va a salir. Un rojo nunca deja de serlo del todo, siempre queda un ramalazo, un tic, una pulsión que va por dentro, y a Tamames la prensa le ha aireado el currículum progre a pocos días de la moción, que puede acabar en espantoso ridículo porque la cosa se está yendo de las manos. En Vox creían que habían elegido a un independiente y resulta que era más bien cargando a indepe. Conociéndolo, el viejo profesor puede tirar por cualquier sitio el día señalado del Pleno. Mira que si en medio de la moción le da por pedir un nuevo plan de inmersión lingüística en catalán, o un referéndum de autodeterminación o que se archive ya el Barçagate porque es culé. En una de estas hasta suelta un Visca Catalunya Lliure, estelada en mano, desde la tribuna de oradores de las Cortes. Ay, Santi.

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