PP y Vox ya trabajan en comandita como un solo partido. Coinciden en ideas, en programas y en objetivos sobre el futuro de España. En economía, son partidarios de privatizarlo todo y de mantener los privilegios de los más ricos; en derechos sociales Vox niega la violencia machista y aunque el PP trata de aparentar que le da asco esa posición en realidad le importa poco y firma lo que haya que firmar con el partido de Abascal; y en cuanto al cambio climático, más de lo mismo: Vox lo considera una farsa y el PP le ríe la gracia.
Los pactos postelectorales fueron uno de los temas centrales del debate en RTVE, donde Cuca Gamarra mantuvo que el PP se ve gobernando solo, sin Vox. Sin embargo, todo está ya pactado y más que pactado. Si el 23J Feijóo no alcanza la mayoría absoluta, los populares coaligarán con la ultraderecha, que probablemente saque un par de ministros y algún alto cargo en las altas instituciones del Estado como el Parlamento o la propia dirección de TVE, donde Vox tiene ganas de meter mano para imponer su parrilla de toros, misas y tradiciones y cortar por lo sano lo que considera un libertinaje del lobby woke y homosexual.
Estrategias e intenciones ocultas en el debate
“Todos ustedes se van a llevar una sorpresa. Vamos a gobernar en solitario, no tenga ninguna duda”, dijo Gamarra. La portavoz popular, que se cuidó mucho de no revelar si habrá un gobierno con Vox, afirmó que lo que España no puede es depender de los extremos, por lo que “es el momento de un gobierno estable, con pactos de Estado en temas que importan sobre el agua, la vivienda o la educación”.
“No se lo cree ni usted”, le respondió la portavoz de Sumar, Aina Vidal, tras asegurar Gamarra que obtendrán mayoría absoluta, mientras que el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, bromeaba al añadir que él prefería un “gobierno Frankestein a uno Drácula”, en referencia a una alianza PP-Vox.
Mientras tanto, el portavoz socialista, Patxi López, partía de la premisa de que no habrá mayorías absolutas, por lo que ha apostado por el Gobierno con la formación de Yolanda Díaz. “Los socialistas queremos ganar para tener un Gobierno progresista con Sumar. La alternativa es una alianza de ultraderecha, que pretende estar al servicio de los de siempre”, ha subrayado.
Desde Vox y dirigiéndose al PP, Iván Espinosa de los Monteros dejó claro que ellos nunca dejarían gobernar al PSOE. “Ni locos”, remarcó. En los últimos días de campaña, el partido ultra ha incrementado la presión sobre Feijóo. No le ha gustado a Abascal el pacto ofrecido por Feijóo en el cara a cara con Sánchez para que gobierne la lista más votada. El dirigente de Vox cree que frente a la postura del PP de “derogar el sanchismo pactando con Sánchez”, Vox “asume el mandato de construir una alternativa” y ofrecer a los españoles lo que pidieron en las urnas. “Nosotros vamos a representaros cuando nos deis la confianza”, recuerda, sin aceptar ningún chantaje.
Vox y PP: se niegan pero se desean
En el fondo todo es puro postureo, sainete y vodevil. Tanto PP como Vox saben perfectamente que están condenados a entenderse, como ya ha ocurrido en gobiernos regionales y ayuntamientos donde ya gobiernan en coalición. Solo hay dos opciones para que ese contubernio de las derechas no prospere el 23J: que gane Sánchez, lo que cada día parece más difícil pese al optimismo de Iceta, que da por hecha la victoria, o que lo haga Feijóo con mayoría absoluta. Las últimas encuestas aseguran que el PP está disparado tras el debate de los dos principales candidatos, mientras que Vox pierde fuelle. Algunos sondeos apuntan a que la formación de Abascal podría perder hasta 20 escaños, pasando de los 53 que posee actualmente a 32. Sería un duro revés para la extrema derecha española que vendría a demostrar que la moderación sigue siendo un valor seguro en cualquier cita electoral. Aquel que domina el centro, gana, como en el ajedrez. Siempre fue así y Vox empieza a entender cómo funciona esto.