Ayuso no se posiciona ni se postula, pero cada vez la miran más

Los datos de los diferentes sondeos muestran que la gestión de Alberto Núñez Feijóo no está calando en la ciudadanía, mientras el PSOE sigue manteniéndose cerca y la extrema derecha crece

04 de Marzo de 2025
Actualizado el 05 de marzo
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Ayuso Derecha Moncloa

El salto a la política nacional de Alberto Núñez Feijóo no está siendo lo que en el Partido Popular esperaban. Tras la destrucción total de Pablo Casado por parte de Isabel Díaz Ayuso, muchos ya miraban a la presidenta madrileña como la opción para ganar las elecciones generales a Pedro Sánchez. Sin embargo, no hubiera quedado bien que la responsable de la salida del anterior presidente del Partido Popular se hubiese postulado a ser su sucesora. Además, no era el momento, y eso lo sabían en la Puerta del Sol, por más que hubiera cantos de sirena desde Génova 13. Ayuso necesitaba una victoria arrolladora en las elecciones autonómicas de 2023 que confirmara el triunfo cercano a la mayoría absoluta del adelanto electoral de mayo de 2021.

Ayuso logró la mayoría absoluta en mayo de 2023, una victoria sustentada en un discurso populista, de corte claramente trumpista, pero con dureza contra el gobierno central. Pedro Sánchez y el desprecio que genera en gran parte de la población son el mejor alimento para Isabel Díaz Ayuso. Por eso, la estrategia de la presidenta madrileña es focalizarse en una contienda frontal contra el presidente del Gobierno. Cuanto más duros son los ataques de Ayuso, más apoyos suma.

Eso se pudo comprobar en la noche electoral del 23 de julio de 2023. El Partido Popular había ganado las generales, pero en una situación difícil a la hora de gobernar. Los sondeos daban una amplia ventaja a Feijóo que, tal vez, fue la causa por la que el líder del PP se relajara en la segunda semana de campaña. En el balcón de Génova había fiesta, pero también preocupación. El color blanco de las camisas, blusas y vestidos llenaron el lugar esperando a que el candidato ganador de las generales se dirigiese a los ciudadanos. En cambio, todas las miradas se focalizaron en un punto, en la presidenta de la Comunidad de Madrid que no se había sumado a la directriz de vestuario y apareció con un traje rojo. Era el modo de separarse de un triunfo que sabía a derrota. Ella era la triunfadora, aún más cuando, en el momento en que Feijóo inició su discurso de victoria, los partidarios del PP comenzaron a corear «¡Ayuso, Ayuso, Ayuso!».

Esa misma noche, importantes dirigentes del Partido Popular escribían y contaban «off the record» que «esto no habría pasado con Ayuso».

El tiempo ha pasado. El conflicto entre el gobierno de la Comunidad de Madrid se ha ido enconando, sobre todo tras la causa contra la pareja de la presidenta por la causa abierta contra él por presunto fraude fiscal. La oposición frontal de Isabel Díaz Ayuso a Pedro Sánchez cala positivamente en un sector cada vez más amplio de ciudadanos, incluidos votantes del PSOE que no tienen filiación directa con el partido y, en consecuencia, son libres de elegir la papeleta que quieran porque no están sujetos a lealtades que se anteponen a la lógica y a la libertad de pensamiento.

En medio de la situación actual, con el gobierno acorralado por diferentes causas de presunta corrupción, tanto a nivel del Ejecutivo, como es el Caso Koldo, como a nivel del entorno más cercano de Sánchez, como las instrucciones contra la esposa del presidente, Begoña Gómez, y contra el hermano.

El gobierno de Sánchez está en una clara debilidad parlamentaria y esa debilidad le obliga a hacer concesiones al independentismo catalán que la ciudadanía no entiende, sobre todo cuando las condiciones de vida de las familias de clase media y trabajadora están empeorando, tal y como se puede colegir de los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística, del Servicio Público de Empleo Estatal e, incluso, de la Comisión Europea.

En un escenario normal, los sondeos para la oposición tendrían que ser demoledores y, sin embargo, no es así. Según la encuesta realizada por 40DB para el grupo de medios de Prisa, el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo acumula varios meses de descenso en la intención de voto de los españoles, lo cual está siendo aprovechado por la extrema derecha de Vox y por el PSOE que está recortando distancias.

Aunque el PP se mantenga en primera posición con un 32,2% de los votos, es un punto menos que los resultados logrados en las últimas generales. El PSOE, por su parte, se sitúa en un 29,6%, dos puntos menos que en el 23J.

Quien se está aprovechando de ello es Vox que, poco a poco, sin hacer mucho ruido, ya está dos puntos por encima de los resultados de las generales con un 14,1% de los votos. Es decir, la extrema derecha está creciendo, y ello sin contar con la incógnita que supondrán los resultados de la formación de Luis ‘Alvise’ Pérez, SALF, con el sistema electoral español. El sondeo le da un 1,9% de los votos, por lo que, de momento, se queda fuera del Congreso.

En el lado de la extrema izquierda, la división entre Sumar y Podemos pasa factura. La formación de Yolanda Díaz se queda en un 5,9%, mientras el partido morado apenas consigue un 3,6%. Es decir, la suma de ambos obtendría unos resultados muy lejos del 12,3% de las generales. Esta diferencia es la que, en teoría, mantiene al PSOE de Sánchez.

Con este escenario y, en teoría, a tres años de las próximas generales, en el Partido Popular se comienza a mirar a la Puerta del Sol y a dejar de lado a Feijóo. Los dirigentes populares no entienden cómo, con la gestión de Sánchez, no se encuentran en una distancia de, al menos, 10 puntos de ventaja respecto a los socialistas. Fuentes del PP consultadas hacen un paralelismo con la España de 1996 y de 2010, cuando los gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero se encontraban en clara debilidad y la formación conservadora ganó. «Pero entonces había un liderazgo que generaba confianza en los españoles. Ahora, no».

Ante la pregunta de cuál de los barones populares podría afrontar esa tarea, las mismas fuentes coinciden en la figura de Ayuso porque, además de la dureza contra Sánchez, ya ha mostrado un papel institucional y un discurso que, según estas fuentes, se adaptaría perfectamente a lo que la ciudadanía demanda en el escenario actual. La cuestión que no tienen en cuenta es cómo se adaptaría el trumpismo de Ayuso en una responsabilidad de Estado. 

Evidentemente, esto genera preguntas como que, en este escenario político atomizado, sería muy difícil una mayoría absoluta, por lo que el PP, en una hipotética victoria electoral en minoría, tendría que elegir entre gobernar con Vox o con el PSOE, tal y como sucederá, con toda probabilidad, en Alemania. Las fuentes consultadas señalan que, según su parecer, Ayuso no tendría ningún problema en alcanzar un pacto para gobernar junto a los socialistas, pero con un programa poco flexible, con pocas cesiones y de cumplimiento total. Ya sabe los riesgos de ingobernabilidad que supone pactar con Vox, como les está sucediendo a todos los líderes populares en ayuntamientos y comunidades autónomas.

En consecuencia, cada vez son más las voces en el PP que dan por amortizado a Feijóo. De momento, nadie alza la voz. La propia Ayuso ni se posiciona ni se postula, pero sabe que cada vez son más las miradas que la mira a ella como marca electoral. Desde luego, el panorama para España es muy oscuro si la alternativa es Isabel Díaz Ayuso, y todo porque ni Sánchez ni Feijóo están dispuestos a dar el paso necesario que el país y su ciudadanía precisan. El mal menor nunca es bueno.

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