Isabel Díaz Ayuso no ha dudado en utilizar su viaje a Chile para desprestigiar a la democracia española. En concreto, ha realizado un durísimo discurso en el que, en su pretensión de atacar al actual gobierno, lo que ha conseguido es desprestigiar a España, al afirmar que el país se ha convertido en un nido de criminales.
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha realizado afirmaciones que, además de enmarcarse dentro de la estrategia trumpista de utilizar la manipulación y la mentira, no sólo se focalizan hacia la figura del presidente del Gobierno o del actual Ejecutivo, sino que son un desprestigio a la «Marca España» al comparar la situación actual con determinados países latinoamericanos que son una dictadura. Sin embargo, todo ello dentro del sectarismo en el que no se ven los gravísimos errores de gobernantes de derechas que luego se encuentran inmersos en casos de corrupción, relación con el narcotráfico o, directamente, complicidad con dictaduras que cometieron delitos de lesa humanidad.
Ayuso ha hablado en un debate organizado por el diario El Líbero, uno de los más reaccionarios de Chile y defensor de una línea política ultraconservadora en el que se publican artículos de defensa del presidente salvadoreño Nayib Bukele. Es decir, al igual que Ayuso, defienden el autoritarismo cuando viene desde la derecha pero son duros cuando los mismos comportamientos vienen de gobiernos presuntamente de izquierdas.
Las palabras de Ayuso en ese aquelarre neoconservador en el que participó provocaron un efecto similar a lo que ella misma tanto critica de los independentistas catalanes. En su afán de atacar al actual gobierno, terminó por decir al mundo que España es un país de criminales.
«En España estamos sufriendo una estrategia que la hemos llamado de la carcoma, consiste en ir minando y erosionando todas las instituciones todos los contrapoderes, siempre con fines políticos, intentado deteriorarlas para que un día, cuando te quieras dar cuenta, el mueble caiga. Esta estrategia pasa por el desprestigio y el control de los medios, por la politización de los jueces, la expulsión de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el ninguneo al Rey, la manipulación de la historia, el control ideológico de la educación, poniendo trabas al libre mercado, degradando los funcionarios de carrera por oposición, destruyendo la alternativa política para hacerla imposible y, por último, pactando con criminales. En España, además, estamos viviendo la criminalización de la normalidad, la vida cotidiana, la de siempre. Y, sin embargo, se normaliza el crimen para que parezca todo lo mismo, que la escala de valores se rompa, que pactar con alguien que procede del terrorismo sea lo normal, que indultar a personas que han cometido graves delitos contra la unidad de España y el patrimonio, sea lo corriente. En esto estamos ahora, en una ofensiva total de ingeniería social para transformarla, para destruir la convivencia y sólo para mantenerse en el poder. Lo que estamos viviendo estos días es realmente increíble. A muchos españoles todavía les cuesta creerlo porque hemos vivido más de 45 años de paz y de prosperidad dentro del marco europeo. Pero está sucediendo y cada vez a mayor velocidad. Nunca había habido una crispación política semejante. El fracaso de la política catalana y del nacionalismo que haya hundido empresas las ha expulsado y ha roto familias. Pretenden que se lleve a España entera porque les conviene la tensión, como les ha convenido aquí en Chile, cuando las cosas iban bien. Les conviene tenernos siempre en tensión. ¿Qué ha pasado? Que el Gobierno, por un estrecho margen, ya que no tenemos un presidente que ha ganado en las urnas, se ha tenido que poner en manos de nacionalistas de la ultraderecha nacionalista. De hecho, con amigos de dictadores, de narcotraficantes como Maduro, del mismo entorno de los herederos de ETA. Y es lo que llevan haciendo mucho tiempo aliándose al nacionalismo. Persiguiendo la pluralidad y la libertad, que es como ocurre en los países donde las tiranías vencen. Nada que no se haya visto en otras latitudes, desde luego, pero no nos había pasado a nosotros en España. Es algo que espero que seamos capaces de derrotar. Lo hemos conseguido, desde luego, en Madrid, con los mismos mensajes con lo que les traslado aquí mismo. Y yo espero que ellos también tengan una derrota sin paliativos allá donde apliquen esas políticas, ya sea en España o también en Chile. Por eso la defensa de la verdad es tan importante, la libertad no se hereda, se conquista y se defiende cada día ejerciéndola. Sólo así es como podremos vacunar todo lo que nos hemos dado. Y ahí están Kirchner, Petro, Lula, Da Silva, Morales o Pedro Sánchez. Todos están en ese proceso contra la libertad», dijo, entre otras cosas, Isabel Díaz Ayuso en Chile.
Uno lee de corrido estas declaraciones y piensa que España ha vuelto a la época de Franco, o que el gobierno está relacionado con el narcotráfico. Como se puede comprobar, Ayuso no menciona a líderes de la derecha latinoamericana que han sido investigados y condenados por gravísimos casos de corrupción, como Odebrecht. Ayuso no nombra en Chile los escándalos en los que estuvo envuelto durante décadas el recientemente fallecido expresidente Sebastián Piñera.
Por otro lado, tampoco menciona en su listita de nombres a Álvaro Uribe, el expresidente colombiano con el que estuvo reunido hace unas semanas y que, según cables de la diplomacia estadounidense, estuvo relacionado tanto con el narcotráfico del Cártel de Medellín como con el paramilitarismo. De eso, Ayuso no habla.
Tampoco menciona la corrupción de Mauricio Macri y sus gravísimos conflictos de intereses o que las medidas de Javier Milei vayan a provocar una crisis alimentaria en Argentina. Esa es la libertad que defiende Ayuso, la libertad de la ley del embudo, de la que sólo se benefician los privilegiados.
No hay que ser sectarios, como pretenden ahora desde todos los ámbitos políticos. Se puede criticar a Ayuso y su trumpismo patológico, pero también reconocer que Nicolás Maduro es un dictador o que el modelo peronista ha fracasado. Lo mismo, se puede estar en las antípodas del pensamiento de Isabel Díaz Ayuso y afirmar que la Ley Sánchez de Amnistía es un fraude constitucional creado sólo para beneficiar a un prófugo de la justicia.
Sin embargo, no se puede consentir que la presidenta de la Comunidad de Madrid mienta sobre lo que es España, un país en el que, por cierto, no está amenazado el libre mercado o la libertad de empresa. Es más, Ayuso debería recordar cómo el gobierno de Pedro Sánchez ha utilizado a la Abogacía del Estado para defender a los bancos en contra de los ciudadanos víctimas de las cláusulas abusivas.
Lo que tampoco se puede consentir es que se asimile la libertad de mercado con la eliminación de impuestos o la impunidad frente a delitos fiscales, porque igual de perversa es la Ley Sánchez de Amnistía como lo fue la amnistía a condenados por defraudar millones de euros a Hacienda que aplicó el gobierno del Partido Popular. Ayuso no ha dicho que en España hay impunidad para los criminales fiscales.
Por otro lado, que una persona que es responsable de generar crispación acuse al gobierno de ser el único responsable de la crispación es de traca. Es como cuando los independentistas catalanes lanzaban sus acusaciones contra España en todos los ámbitos internacionales que podían o, por ejemplo, intentaban llegar a acuerdos con potencias extranjeras (no sólo la Rusia de Putin) para desestabilizar España. Lo que ha hecho hoy Ayuso en poco se diferencia de lo que hizo Nigel Farage en su campaña del Brexit o lo que perpetró Donald Trump durante sus años en la presidencia.
Las palabras de Ayuso se diferencian muy poco de los telepredicadores trumpistas que inundan los canales de comunicación. Tranquilidad, señora Ayuso, no acelere los tiempos porque su tiempo aún está por venir y, ya que está en Chile, no se vuelva a España sin haber probado una Kunstmann Gran Torobayo.