Convocar elecciones, la única solución viable para Sánchez

El líder del PSOE tiene la oportunidad de terminar con la crispación y de arrinconar tanto a la extrema derecha, a la extrema izquierda y al independentismo

05 de Junio de 2025
Actualizado a las 12:15h
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Sanchez comparecencia apagón convocar
Pedro Sánchez, en un momento de su comparecencia

A lo largo de sus años liderando el Gobierno de España, Pedro Sánchez ha tenido errores, como todos los presidentes de cualquier nación, que, casualmente, coincidían con cambios de opinión ligados directamente con sus intereses o cálculos políticos. También ha tenido aciertos, hay que reconocérselo.

Sin embargo, el Ágora de hoy no está destinado a criticar en exclusiva a Pedro Sánchez, sino a analizar desde la política la situación actual. No es una cuestión partidista, ideológica, sectaria o mediopensionista. Se trata de algo más serio y peligroso.

La crispación va en aumento en todos los ámbitos relacionados directa o indirectamente con la política. No hay más que ver cómo en el sector de los medios de comunicación la guerra es totalmente abierta, destrozándose los mínimos estándares exigibles de respeto profesional. No se trata de los agitadores con micrófono, ya hasta los más reputados periodistas no dudan en atacar con crudeza al compañero que trabaja en un medio de línea editorial contraria a la suya.

Y, en todo esto, aparecen políticos que exigen al presidente del Gobierno que convoque ya las elecciones generales. Unos porque piensan que se harán con el poder, como es el caso del Partido Popular. Otros porque creen que su representación parlamentaria crecerá gracias a la crispación y la división, como es el caso de la extrema derecha. Incluso desde el propio PSOE se señala esta opción, como lo ha hecho Emiliano García-Page, para evitar que las cuestiones del gobierno central terminen impactando en los territorios autonómicos y se produzca un efecto arrastre.

La realidad es que Sánchez, que es un experto en supervivencia, como ha demostrado durante toda su carrera en la política, tiene esta opción como única salida para, al menos sobrevivir, porque, además, ahora mismo tiene las herramientas para, incluso, aumentar la representación del PSOE en el Parlamento. No ganar las elecciones, pero sí conseguir más escaños.

Nadie duda de que cientos de miles de votantes socialistas se negarán a votarle una vez más por las concesiones que ha hecho al independentismo catalán y por los aliados parlamentarios. Sin embargo, Sánchez tiene en su mano la recuperación para el PSOE de buena parte del voto que tras el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero perdió en favor de opciones como Podemos y, en la actualidad, Sumar.

Además, ese espacio a la izquierda del PSOE está totalmente fragmentado y, en consecuencia, favorecería a los intereses de los socialistas teniendo en cuenta el sistema electoral proporcional actual. Este es uno de los puntos sobre los que Sánchez puede sostenerse.

Por otro lado, la misma fragmentación del voto conservador le favorece. Hay que tener en cuenta que, aunque pueda haber un trasvase de una parte del electorado socialista hacia el PP, no sería tan importante como algunos analistas piensan porque el hecho de que cientos de miles de votantes del PSOE no vayan a dar su apoyo a Sánchez no significa que todo ese volumen de votos vaya a las opciones conservadoras.

El histórico de los resultados electorales muestra que el voto de la derecha tiene un techo de 12 millones de ciudadanos. La dispersión y la fragmentación entre Partido Popular y Vox resta muchos escaños a los primeros porque la extrema derecha siempre estará ubicada por detrás de los dos grandes partidos, sobre todo en las circunscripciones más pequeñas.

En consecuencia, tal y como está el panorama actual, Sánchez tiene la opción de poder optar a la reelección con ciertas garantías. Agotar la legislatura, con el ambiente crispado actual, será alargar una agonía. Los propios sondeos que se publican muestran que el castigo ciudadano a la situación política no está siendo tan duro como lo fue con otros presidentes en el pasado.

Una convocatoria electoral, además, generará el escenario perfecto para que, al fin, se pueda pensar con altura de miras y olvidarse de corsés ideológicos. Ganara quien ganara esas supuestas elecciones, ya fuera el PP o el PSOE, estaría en un escenario de minoría parlamentaria que sólo puede resolverse a través de un gran pacto de gobierno entre los dos principales partidos.

Mucha de la crispación y la división actual es consecuencia de pactos que la gente de la calle no entiende, sobre todo en un momento en que el escenario social no es el más idóneo porque los buenos datos macroeconómicos no se trasladan al bienestar de la ciudadanía. Por esa razón, Sánchez no puede seguir atrincherado no por los casos de supuesta corrupción o relacionados con una presunta corrupción que le asolan. La cuestión es sencilla: terminar con la polarización y la atomización parlamentaria, erradicar el chantaje y la extorsión a la que se ha prestado y comenzar a actuar como se espera de un líder político: con altura de miras porque el escenario actual sólo puede ir a peor.

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